EL
DESCUBRIMIENTO |
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España
ocupa la mayor parte de una península que queda en el extremo occidental
del continente llamado Europa. Quinientos años atrás, España no es la
nación que conocemos en la actualidad. Su territorio se reparte en varios
reinos. En el norte dominan los reyes cristianos, y en el sur, alrededor
de Granada, dominan los musulmanes, o como los llaman los españoles, los
moros. El resto del continente europeo también está dividido en
pequeños reinos, principados y ciudades autónomas. Para
la época a que nos referimos, entre los años 1400 y 1492, la manera de
vivir de los españoles está cambiando rápidamente. En los siglos
anteriores al quince, la mayor parte de los habitantes de Europa viaja muy
poco y se dedica a labrar y cultivar la tierra cerca de castillos,
monasterios y pequeños pueblos. Hay poca actividad industrial y la gente
se conforma con tener únicamente lo más necesario, lo mínimo para
vivir: casa, ropa y comida. Según
pasan los años la gente se va enterando, a través de los pocos que
viajan, como los peregrinos, los cruzados, y alguno que otro aventurero,
como Marco Polo, de que hay otras tierras y otros pueblos. Los
viajeros vienen con noticias de los extraños lugares y a la vez traen
productos nuevos para los europeos. Entre estos productos podemos enumerar
las sedas, los perfumes, las piedras preciosas y especias: como la
pimienta, la canela y el clavo de olor. El interés de los europeos en
los productos de estos lejanos lugares, como la China, Persia, África y
Arabia, hace que surja el comercio entre tales lugares y Europa. A medida
que crece el comercio, crece la comunicación dentro y fuera del
continente europeo, que poco a poco cambia su manera de vivir. Alrededor
de los centros comerciales surgen ciudades independientes, como Génova y
Venecia, ciudades italianas que se enriquecen con la nueva actividad
mercantil. Pronto los demás reinos europeos sienten deseos por las
riquezas que brinda el comercio con Oriente y buscan los medios de
participar también. Para
llegar a Oriente se acostumbra cruzar el Mar Mediterráneo hasta llegar a
Constantinopla, capital del Imperio Bizantino. De aquí se continúa por
caravana a través de la península de Arabia hasta llegar al cuerpo de
agua llamado Golfo Persa. A partir de este lugar se navega otra vez,
tocando puertos en la India, la China y demás lugares donde se cargan los
barcos de mercaderías, para entonces regresar por la misma ruta al lugar
de origen. En 1453, los turcos, un pueblo persa, capturan la ciudad de Constantinopla y así se cierra la ruta tradicional hacia Oriente para los mercaderes europeos. Los pueblos cristianos de Europa necesitan ahora buscar un nuevo camino que les permita continuar sus actividades comerciales con los pueblos de Oriente.
Quién es Cristóbal Colón
No
hay datos precisos sobre los primeros años de la vida de Colón. Ni
siquiera podemos estar seguros sobre el lugar de su nacimiento. Por lo
general se acepta que nació en la importante ciudad marítima de Génova
(Italia); pero eso no excluye de que se le atribuya también origen
mallorquín, de la Isla de Mallorca, donde existió una importante escuela
de cartógrafos, e incluso que se le considere hijo de Galicia, zona del
noroeste de España, muy ligada por su idioma, su cultura y sus
tradiciones a Portugal, que en la época a que nos referimos es el centro
de las aventuras de los grandes navegantes. Inicia
su vida ayudando a sus padres, que se dedican al oficio de cardar y
tejer lana; pero a pesar de esto, desde muy temprana edad se aficiona al
mar. Viaja mucho y así llega a conocer el comercio y la navegación. Al
entrar en contacto con los cartógrafos de la época, se forja la idea de
que la Tierra es redonda. Esto significa que si se sale de un lugar
cualquiera de la Tierra y se viaja siempre en la misma dirección, se
puede llegar al punto de partida. Basándose en estos conocimientos traza una nueva ruta marítima para llegar a la India, pensando que si sale de España y continúa navegando hacia el oeste, eventualmente llegará a las costas de Asia.
Colón
pasa algunos años buscando un protector que le ayude a llevar a cabo sus
proyectos. Pide ayuda al rey de Portugal, Juan II, gran aficionado al mar.
Este, después de escucharlo, le promete considerar el asunto. Pero es
hombre desconfiado y manda una expedición preliminar para ver si las
ideas de Colón valen algo La expedición no tiene éxito y cuando Colón
vuelve, don Juan no muestra interés en el proyecto. Decepcionado, Colón
trata de buscar apoyo en otras cortes europeas. Manda a Inglaterra a su
hermano Bartolomé y él se dirige a España, en compañía de su hijo
Diego. En el camino se detiene en el convento de La Rábida para obtener
agua y pan. Conoce al prior del convento, fray Juan Pérez, quien lo
recibe y atiende con interés y amabilidad. Colón, a su vez, le expone
sus proyectos. Este religioso ha sido confesor de la reina doña Isabel
la Católica y, por lo tanto, puede servir de intercesor a Colón para
conocer a la soberana y exponerle sus propósitos. Por
los buenos oficios de fray Juan Pérez y de otros personajes de la Corte,
entre ellos Luis de Santángel, escribano del rey Fernando, los Reyes
Católicos reciben a Colón y someten sus proyectos a una junta de
teólogos. Los
Reyes Católicos en un principio no aceptan apadrinar la empresa de
Colón; pero a insistencia de algunas personas, entre ellas Luis de
Santángel, se deciden a hacerlo. El día 17 de abril de 1492, los Reyes Católicos y Colón firman lo que se conoce con el nombre de Capitulaciones de Santa Fe, documento en que se expresan y reconocen las obligaciones y ventajas de y para ambas partes. Inmediatamente Colón empieza sus preparativos para el viaje con que tanto ha soñado.
Para
realizar el viaje preparan una flotilla compuesta por tres carabelas: La
Santa María, que es la nave capitana, mandada por el propio Colón; La
Pinta y La Niña, gobernadas respectivamente por los hermanos Martín
Alonso Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón. Resulta
difícil reunir las tres naves y más difícil conseguir la tripulación
para el viaje. Han anunciado que se dirigen a la India, rumbo a Cipango
(Japón), por la ruta del oeste. Esto implica riesgo y aventura; es nada
menos que lanzarse a un mar desconocido. Muchos consideran que es un viaje
sumamente peligroso y sin posibilidades de éxito. Colón
piensa que va a ser preciso formar su tripulación con los hombres que
están presos en las cárceles cercanas; pero esto no llega a ocurrir como
equivocadamente dicen algunos libros. La tripulación de las tres naves es
reclutada entre hombres muy conocedores del mar. De ella forma parte Juan
de la Cosa, notable cosmógrafo grafo de aquella época, como maestre de
la Santa María. Las
tres carabelas salen del Puerto de Palos de Moguer el día 3 de agosto de
1492 y a los seis días de navegación llegan a unas islas próximas a
España que se llaman Canarias. Aquí se detienen para reparar las
averías que ha sufrido el timón de La Pinta. En la reparación
transcurren más de tres semanas, hasta que el día 8 de septiembre se
hacen de nuevo a la mar. Las
carabelas son impulsadas por los vientos y por las corrientes marinas. Los
cálculos que hace Colón sobre la situación de las tierras que busca
le fallan, la tripulación se desespera, Colón tiene que calmarla con
frecuencia, pero al fin se amotinan los hombres y algunos piensan en
arrojar al Navegante por la borda e inmediatamente regresar a España.
Es un momento difícil que afortunadamente pasa y, aplacados los ánimos,
las carabelas continúan el viaje, con la promesa de ordenar la vuelta si
en tres días no se divisa tierra. Al
amanecer del día 12 de octubre de 1492, un marinero de La Pinta llamado
Juan Rodríguez Bermejo de Triana da el grito de ¡Tierra!. Han llegado a
una islita del archipiélago de Las Bahamas, a la que los habitantes
llaman Guanahaní y Colón denomina San Salvador. Colón es, por lo tanto,
el descubridor de estas nuevas tierras. Realiza el descubrimiento en
calidad de español y toma posesión de ellas en nombre de Dios y de
España. Las tierras descubiertas se conocerán de ahí en adelante con el
nombre de Nuevo Mundo y más tarde con la denominación específica de
América. Continúan
el viaje, descubren la isla de Cuba, a la que llaman Juana en honor de
la heredera del trono de España. Después descubren la isla de Haití y
le llaman La Española. En este lugar encalla la nave Santa María. Con
los restos de la Santa María, Colón manda edificar un fuerte, al que le
ponen el nombre de Navidad. Aquí deja 39 hombres al mando de don Diego de
Arana y el 4 de enero de 1493 emprende el viaje de regreso a España. Llega
al puerto de Palos el día 14 de marzo. Lo reciben los Reyes Católicos en
Barcelona y se presenta ante ellos acompañado de varios tamos adornados
con plumas, además de otros regalos como oro, cotorras, frutas, etc.,
que son prueba de la riqueza de las tierras visitadas. Colón hace a los Reyes una exposición detallada de su primer viaje. Basándose en las descripciones de los viajes de Marco Polo y en los mapas de la época, sobre todo el del italiano Toscanelli, cree que al tocar en La Española lo ha hecho en Cipango (Japón) y, que al hacerlo en Cuba, ha llegado a Catay (China). Es un error del que no saldrá nunca. Segundo
viaje de Colón: Descubrimiento de Puerto Rico Los
Reyes Católicos se sienten muy entusiasmados con los resultados del
primer viaje de Colón, y lo autorizan para preparar una nueva expedición
y emprender el segundo viaje. La
nueva expedición parte de Cádiz el día 25 de septiembre de 1493. La
flota está compuesta de 17 embarcaciones y 1.500 hombres. La primera
islita que descubren en este viaje pertenece a las Antillas Menores y le
ponen el nombre de Dominica. Pasan a otras pequeñas islas del mismo grupo
y finalmente a una isla mayor que los naturales llaman Boriquén o
Borinquen; la descubren el 19 de noviembre de 1493. Esta isla es la
nuestra, es Puerto Rico, a la que Colón pone por nombre San Juan
Bautista. De
San Juan Bautista parten los exploradores rumbo a La Española, de allí a
Cuba y más tarde, desviándose hacia el sur, descubren la isla de
Jamaica. Esta vez parte de Sanlúcar de Barrameda y va a tocar las
costas de la América del Sur. Cuando vuelve a La Española encuentra
discrepancias entre los hombres que han quedado al mando de don Diego de
Arana. Se han producido muchas quejas y hasta un motín que decide al rey
a mandar a Francisco de Bobadilla para que realice una investigación;
Bobadilla no es un juez imparcial y envía a Colón para España en
calidad de prisionero.
Tercero
y cuarto viajes de Colón En
vista de los resultados del segundo viaje, los Reyes Católicos le
proporcionan a Colón los medios para un tercer viaje que se inicia el
día 30 A
pesar de las acusaciones que hace Bobadilla, los Reyes reciben con toda
consideración al Almirante cuando éste regresa a España. En
mayo de 1502 inicia Colón su cuarto viaje. En esta ocasión llega hasta
las costas de la América Central. Cuando regresa a España, en 1504, se
cierra para él el capítulo de viajes porque a los pocos días muere su
protectora la reina Isabel.
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