Ramón Aboy Miranda

NACIO:   1950

 

FUE: Parte importante de la directiva del Comité Pro Defensa de la Cultura Puertorriqueña.

Nació en Río Piedras el 16 de diciembre de 1950, tercero de una familia de 6 hijos habidos en el matrimonio de Gabriel Aboy Ferrer y Rosa Julia Miranda de Aboy.

Hizo sus estudios elementales en el Liceo Puertorriqueño y la Academia del Perpetuo Socorro graduándose de escuela superior en Chechere Academy en Connecticut.

Prosiguió estudios en el Maryland Institute College of Art en Baltimore donde obtiene el Bachillerato en Bellas Artes con concentración en Fotografía Artística.

Regresa a Puerto Rico y en 1972 comienza a enseñar fotografía en la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Laboró allí hasta el momento de su muerte.

Expuso sus obras en el Museo de Bellas Artes del Instituto de Cultura (1972), en el Museo de Grabado Latinoamericano (1974), en Pace College, Nueva York (1973), y en el Palacio de Bellas Artes de la República Dominicana. Participó en varias exposiciones colectivas en Puerto Rico y Nueva York.

En 1975 se le ofrece la oportunidad de ir a estudiar su maestría en Europa en la Universidad sin Paredes, auspiciado por el Pratt Institute. Ya en los arreglos finales para el viaje se entera que la casa vieja, donde nació su padre y donde él y sus hermanos se criaron iba a ser demolida por encontrarse abandonada. Enterado de la demolición un 12 de octubre, el día 13 consulta con Don Ricardo Alegría su idea de restaurar la casa y establecer en ella una galería fotográfica, primera en Puerto Rico y en el Caribe. Con el aliento del Dr. Alegría, el día 14 conversa con su familia, proponiéndole la cesión de la propiedad para restaurarla y evitar su demolición. Aceptada la propuesta comenzó de lleno la ardua labor de reparar el inmueble, fumigar, limpiar, pintar, labor que le tomó ocho meses. Ramón recordaba los cuentos que de niño le hacía su abuela acerca de las veladas que se celebraban en la casa. Contaba que según la abuela le narraba hechos de esa época, él podía escuchar la música clásica y las danzas que su tía-abuela Monsita Ferrer, notable pianista y compositora, tocaba en la sala de estar. Era imposible pensar que la derribaran y a evitar eso dedicó su corta existencia.

Moncho Aboy fue un ejemplo de constancia y perseverancia. Su dedicación al desarrollo de la cultura puertorriqueña es altamente valorada por quienes le acompañamos en su jornada. Fue ejemplo además de los más altos valores de la amistad y el amor filial.

Luchador incansable por la libertad de su pueblo, formó parte importante de la directiva del Comité Pro Defensa de la Cultura Puertorriqueña desde 1979 a 1985. Su iniciativa y militancia fue de gran relevancia en esos años de resistencia nacional.

La vida de Moncho Aboy no fue nunca fácil. Fueron muchos los obstáculos, y las decepciones que tuvo que salvar. Fueron muchos sus desvelos ante el futuro incierto de su proyecto de vida.

Por sus virtudes como ser humano y como hijo de esta Patria, por su lealtad a unos principios que con tanto valor defendió, por su amistad y su gesto de generosidad al compartir su casa con todos nosotros, Moncho Aboy es merecedor de que el Centro Cultural allí establecido desde 1991 lleve su nombre.