Nació en Barranquitas, el 17 de julio de
1859, y falleció en San Juan, el 15 de noviembre de 1916. Fue enteramente
un autodidacta que descolló como político, periódista, poeta y orador.
Ingresó en el Partido Autonomista y formó
parte de la comisión de ese partido que logró en España el pacto que
produjo la Carta Autonómica, el 25 de noviembre de 1897.
Fundó el Partido Federal de Puerto Rico en
el 1899, inició con De Diego y Palmer el Partido Unión de Puerto Rico;
en el 1904, fue elegido Delegado de la Cámara en el 1906, y reelegido, en
el 1908; finalmente fue nombrado Comisionado Residente en Washington, en
1910, cargo que sirvió hasta la fecha de su muerte.
Abismos
Dios puso en los abismos del espacio
esos vapores tenues,
que, en nube convertidos, se coloran
con tinta suave cuando el alba viene.
La nube engendra el rayo
que esparce por doquier estrago y muerte:
culpan a Dios, que derramo en la altura
del huracán el germen!
Dios puso en le cerebro esas ideas
que poderosas crecen
y, comprimidas sin piedad, estallan
soberbias, indomables y rebeldes.
La rebelión engendra
brisas de fuego y ráfagas de muerte:
culpan a Dios que puso en el cerebro
del huracán el germen!
- Paréntesis
-
-
- Tras diez años de luchas
incesantes
- quiero vagar, como antes,
- junto a la margen del humilde
río
- que tantas veces ofreció a
mis penas
- la paz de sus arenas ,
- y la quietud de su ribazo umbrío.
- Corren aquí, cual líquidos
cristales,
- otras linfas iguales
- a las que vi correr hora por
hora,
- en su murmullo lánguido y
doliente,
- el espíritu siente
- toda una juventud que pasa y
llora.
- Yergue sus ramas el laurel añejo
- que en el móvil espejo
- de las aguas refleja su
verdura
- y los cactus de flores
amarillas
- ocultan las orillas
- a modo de silvestre colgadura.
- De las cercanas frondas en un
hueco
- se esconde el tronco seco
- en que al rumor de la
corriente leda;
- daban impulso a mi ambición
temprana
- las odas de Quintana
- y los nerviosos cantos de
Espronceda.
- Nada se altera en el rincón
querido;
- hasta el leve ruido
- que mis ensueños arrulló,
persiste:
- es el mismo paisaje; no varia;
- lo encuentro como el día
- en que le dije adiós convulso
y triste.
- En cambio, de mí propio ¿qué
me resta?
- Al subir la agria cuesta
- rodó de mis quimeras el
bagaje,
- y, aunque huello con ímpetu
el camino,
- errante beduino,
- tardo en llegar al término
del viaje.
- Arriba, lo ideal: foco de
lumbre
- que irradia en la alta cumbre
- sobre los mundos su calor
eterno,
- abajo, lo real: nébula oscura
- que tiene la negrura
- de la noche y los fríos del
invierno.
- Y en la pendiente yo; fuerza
que avanza,
- voluntad que se lanza;
- alma que busca la verdad
perdida
- Y se sumerge en la penumbra
densa
- para sentir la intensa
- vibración del esfuerzo y de
la vida.
- ¡Adónde voy! Que el porvenir
responda.
- La sima es negra y honda;
- pero es la abrupta cima
ingente y clara.
- Soy de los que en la liza
perseveran,
- y sin temblar esperan
- la gloria o el peligro cara a
cara.
- Mi musa altiva, que el placer
rehúsa,
- fue la trágica musa
- contra todos los dogmas
insurrecta:
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- armada con el yambo
deslumbrante
- marchó siempre adelante
- y, entre cien líneas, eligió
la recta.
- Nunca en el lodo de pasiones
malas
- mi inspiración sus alas
- quiso plegar; en la batalla
ruda
- un triple empuje a confortarme
viene:
- mi aliento me sostiene,
- mi fe me salva; mi intención
me escuda.
- Entre tanto aquí están mi
soto umbrío;
- la margen de mi río;
- el tronco entre la fronda
abandonado;
- el laurel verdinegro y la
corriente
- que surgen de repente
- como imágenes vivas del
pasado.
- Cuando ansío la calma y el
reposo
- y, al azar, silencioso
- en esta muda soledad me pierdo
- sin que el bullicio mundanal
me estorbe
- ¡cómo mi ser absorbe
- el balsámico aroma del
recuerdo!
- Mis creencias, mis dudas, mis
amores,
- las no olvidadas flores
- que fui dejando en pos, lacias
y mustias;
- las tumultuosas esperanzas mías;
- mis locas alegrías
- y el inmenso caudal de mis
angustias;
- algo que dura en mi: caduca
historia
- que puebla la memoria
- y evoco a veces, si en
tristezas vivo,
- para que agite-mi organismo
inquieto
- con su influjo secreto
- a manera de suave reactivo.
- ¡Adiós, orilla placida y
amena
- en cuya paz serena
- respiro de otro ambiente la
frescura!
- ¡Adiós, remanso que en tu
fondo guardas
- las visiones gallardas
- de mi primera edad dichosa y
pura!
- Vuelo a buscar más anchos
horizontes,
- la cuenca de tus montes
- me oprime como un cerco de
granito;
- vuelo a encontrar más amplias
perspectivas;
- tus ondas fugitivas
- no sacian ya mi sed de lo
infinito.
- La vejez llega; la existencia
es corta.
- Si mi destino aborta
- y tomo a demandar calma y
olvido
- ¿reservaras en tus riberas pías
- el sitio que solías
- a la altivez estoica del
vencido?
- No caeré; mas si caigo, entre
el estruendo
- rodaré bendiciendo
- la causa en que fundí mi vida
entera;
- vuelta siempre la faz a mi
pasado
- y, como buen soldado,
- envuelto en un jirón de mi
bandera.
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