Luis Llorens Torres

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NACIÓ:  1878

MURIÓ:  1944

FUE: Político, ensayista, dramaturgo y poeta

Nació el 14 de mayo de 1878, en el barrio de Collores de Juana Díaz, PR. Murió el 16 de junio de 1944, en Santurce, PR. Cursó estudio avanzados en Barcelona y se gradúo de Abogado y de Doctor en Filosofía y Letras en Granada. Fue político, ensayista, dramaturgo y poeta. En 1913, fundó la Revista de las Antillas. En esta revista publicó su teoría de estética del pocalismo (todo es bello) y del panedismo (todo es verso). Algunas de sus obras más reconocidas son: Trova Gaucha, El Patito Feo, Valle de Collores y Vida Criolla.

Trova Gaucha

al ibero león que un día
era dueño de la Pampa
supe tenderle la trampa
que lo hizo presa mía.
Fue San Martín mi alto guía
en aquel gesto fecundo.
Y ni Rosas, ni Facundo,
ni el diablo que los crió,
apagan el sol que yo
encendí en le nuevo Mundo.

El Patito Feo

No se si danés o ruso,
genial cuentista relata
que en le nido de una pata
la hembra de un cisne puso.
Y ahorrando las frases de uso
en los cuentos eruditos,
diz que sin mas requisitos,
en le trigésimo día,
la pata saco su cría
de diez y nueve patitos.

Según este cuento breve,
creció el rebaño pigmeo
llamando PATITO FEO
al patito diez y nueve.
El pobre! Siempre la nieve
lo encontró fuera del ala.
Y siempre erró en la antesala
de sus diez y ocho hermanos
que dejábanle sin granos las espigas de la tala.

Vagando por la campaña
la palmípeda cuadrilla
al fin llego hasta la orilla
de la fuente en la montaña.
Que sensación tan extraña
y a la par tan complaciente
la que le ondulo en la mente
al llamado Feo Pato
cuando miro su retrato
en el vidrio de la fuente!

Surgió entonces de la umbría
un collar de cisnes blancos
en cuyos sendosos flancos
la espuma se emblanquecía.
(aquí, al autor, que dormía
cuando este cuento soñó,
dicen que lo despertó
la emoción de la belleza.
Y aquí sigue, o aquí empieza,
lo que tras el soñé yo)

Cisne azul la raza hispana
puso un huevo, ciega y sorda,
en le nido de la gorda
pata norteamericana.
Y ya, desde mi ventana,
los norteños patos veo,
de hosco pico fariseo,
que al cisne de Puerto Rico,
de azul pluma y rojo pico
lo llaman PATITO FEO.

Pueblo que cisne naciste,
mira y sonríe, ante el mote,
con sonrisa de Quijote
y con su mirada triste;
que a la luz del sol que viste
del alba tu campo y tu mar,
cuando quieras contemplar
que es de cisne tu figura,
mírate en el agua pura
de la fuente de tu hogar.

Con flama de tu real sello,
mi cisne de Puerto Rico,
la lumbre roja del pico
prendes izada en le bello
candelabro de tu cuello.
Y azul del celeste tul,
en que une la Cruz del Sur
sus cinco brillantes galas,
es el que pinta en tus alas
tu firme triángulo azul.

Oro latino se asoma
a tu faz y en tu faz brilla.
Lo fundió en siglos Castilla.
Y antes de Castilla, Roma.
Lo hirvió el pueblo de Mahoma
en sus fraguas sarracenas.
Y antes de Roma, en Atenas,
los Homero y los Esquilos
hilaron de ensueños el hilo
de la hebra azul de tus venas.

En tu historia y religión
tus claros timbres están;
que fuiste el mas alto afán
de Juan Ponce de León.
Mírate, con corazón,
en tu origen caballero,
en tu hablar latinoibero,
en la fe de tus altares,
y en la sangre audaz que en Lare
regó Manolo el Leñero.

Veinte cisnes como tu
nacieron contigo hermanos
en los virreinos hermanos de Méjico y el Perú.
Bajo el cielo de tisú
de la antillana región,
los tres cisnes de Colon,
las tres cluecas carabelas,
fueron las aves abuelas
en tan maña incubación.
Alma de la patria mía,
cisne azul puertorriqueño,
si quieres vivir el sueño
de tu honor y tu hidalguía,
escucha la voz bravía
de tu independencia santa
cuando al cielo la levanta
el huracán del Caribe
que con sus rayos la escribe
y con sus truenos la canta.

Ya surgieron de la espuma
los veinte cisnes azules
en cuyos pico de gules
se deslera la bruma.
A ellos su plumaje suma
el cisne de mi relato.
Porque ha visto su retrato
en los veinte cisnes bellos.
Porque quiere estar con ellos,
Porque no quiere ser pato.

Valle de Collores

Cuando salí de collores
fuel en una jaquita baya,
por un sendero entre mayas
arropas de cundiamores.
Adiós, malezas y flores
de la barranca del río,
y mis noches del bohío,
y aquella apacible calma,
y los viejos de mi alma,
y los hermanitos míos.

Que pena la que sentía,
cuando hacia atrás yo miraba,
y una casa se alejaba,
y esa casa era la mía.
La ultima vez que volvía
los ojos, vi el blanco vuelo
de aquel maternal pañuelo
empapado con el zumo
del dolor. Mas allá, humo
esfumándose en le cielo.

La campestre floración
era triste, opaca, mustia.
Y todo, como un angustia,
me apretaba el corazón.
La jaca a su discreción,
iba a paso perezoso.
Zumbaba el viento, oloroso
a madreselvas y a pinos.
Y las ceibas del camino
parecían sauces llorosos.

No recuerdo como fue
(aquí la memoria pierdo)
Mas en mi oro de recuerdos,
recuerdo que al fin llegue,
la urbe, el teatro, el café,
la plaza, el parque, alacera...
Y en una novia hechicera,
halle el ramaje encendido,
donde colgué el primer nido
de mi primer quimera.

Despies, en pos de ideales.
Entonces, me hirió la envidia.
Y la calumnia y la insidia
y el odiao de los mortales.
Y urdiendo sueños triunfales,
vi otra vez el blanco vuelo
de aquel maternal pañuelo
empapado con el zumo
del dolor. Lo demás, humo
esfumándose en el cielo.

Ay, la gloria es sueño vano.
Y el placer, tan solo viento.
Y la riqueza, tormento.
Y el poder, hosco gusano.
Ay, si estuviera en mis manos
borrar mis triunfos mayores,
ya mi bohío de Collores
volver en la jaca baya
por el sendero entre mayas
arropas de cundiamores.

 

Madrugada

Vida Criolla

Ya está el lucero del alba
encimita del palmar,
como horquilla de cristal
en el moño de una palma.
Hacia él vuela mi alma,
buscándote en el vacío.
Si también de tu bohío
lo estuvieras tú mirando,
ahora se estarían besando
tu pensamiento y el mío.
 

Ay, qué lindo es mi bohío
y qué alegre es mi palmar
y qué fresco el platanar
de la orillita del río.
Qué sabroso es tener frío
y un buen cigarro encender.
Qué dicha no conocer
de letras ni astronomia.
Y qué buena hembra la mía
cuando se deja querer.

 

 
 

Amanecer

Medianoche

Guíñale al sol la cabaña.
El río es brazo que se pierde
por entre la manga verde
que cuelga de la montaña.
El yerbazal se desbaña.
La luz babea la colina.
Y más que el veloz caballo,
hiere la paz campesina
la puñalada honda y fina
del cantío de mi gallo.

A la orilla del camino
que en la sierra se encarama,
mi gallo duerme en la rama
de viejo laurel sabino.
Le corre ardor masculino
desde el pico hasta la hiel.
Y en la rama de laurel,
la luna que lo ilumina
es como blanca gallina
que abre un ala sobre él.
 

Mediodia

Desafío

Mi gallo ama el bosque umbrío
de la verde cordillera
y la caricia casera
de la hamaca en el bohío.
Cuando lanza su cantío,
es por su tierra y su amada.
Galán de capa y espada,
es el donjuán de la fronda,
que bajo la fronda, ronda
con su capa colorada.

Gallo que los tiene azules,
es el que los sueños míos
ensueñan en desafios
que el campo tiñan de gules.
Que su plumaje de tules
la lid desfleque y desfibre.
Y que cuando cante y vibre,
al lanzarse a la pelea,
su canto de plata sea:
¡viva Puerto Rico libre!
 

La Hija del Viejo Pancho

Cuando canta en la enramada
mi buen gallo canagüey
y se cuela en el batey
el frío de la madrugada;
cuando la mansa bueyada
se despierta en el corral,
y los becerros berrear
se oyen debajo del rancho,
y la hija del viejo Pancho
va las vacas a ordeñar

entonces viene a mi hamaca
un olor como de selva
que no sé si esta en la yerba
o en las crines de las jacas
o en las ubres de las vacas
o en el estiércol del rancho
todo tiene un hondo y ancho
olor a felicidad;
y ese olor quien me lo da
es la hija del viejo Pancho.
 

Muerta

Cuando yo más la queria,
se fue para el camposanto.
Toda la sal de mi llanto
no sazona el alma mía.
En mi choza ya vacía,
el ave del luto arrulla.
Y el can del recuerdo aúlla
las veces que en ansias locas
por ir en pos de otras bocas
dejé de besar la suya.

 

 
Valle de Collores
Cuando sali de Collores,
fue en una jaquita baya
por un sendero entre mayas
arropas de cundiamores.
Adiós, malezas y flores
de la barranca del rio,
y mis noches del bohio,
y aquella apacible calma,
y los viejos de mi alma,
y los hermanitos míos.
Qué pena la que sentía,
cuando hacia atrás yo miraba,
y una casa se alejaba,
y esa casa era la mía.
La última vez que.volvía
los ojos, vi el blanco vuelo
de aquel maternal pañuelo
empapado con el zumo
del dolor. Mas allá, humo
esfumándose en el cielo.
La campestre floración
era triste, opaca, mustia.
Y todo, como una angustia,
me apretaba el corazón.
La jaca, a su discreción,
iba a paso perezoso.
Zumbaba el viento, oloroso
a madreselvas y a pinos.
Y las ceibas del camino
parecían sauces llorosos.
No recuerdo cómo fue
(aquí la memoria pierdo).
Mas en mi oro de recuerdos,
recuerdo que al fin llegué:
la urbe, el teatro, el café,
la plaza, el parque, la acera...
Y en una novia hechicera,
hallé el ramaje encendido,
donde colgué el primer nido
de mi primera quimera.
Después, en pos de ideales.
Entonces, me hirió la envidia.
Y la calumnia y la insidia
y el odio de los mortales.
Y urdiendo sueños triunfales,
vi otra vez el blanco vuelo
de aquel maternal pañuelo
empapado con el zumo
del dolor. Lo demás, humo
esfumándose en el cielo.
Ay, la gloria es sueño vano.
Y el placer, tan sólo viento.
Y la riqueza, tormento.
Y el poder, hosco gusano.
Ay, si estuviera en mis manos
borrar mis triunfos mayores,
y a mi bohio de Collores
volver en la jaca baya
por el sendero entre mayas
arropás de cundiamores.