José Gautier Benítez

NACIO:  1851

MURIO: 1880

FUE: Poeta


Considerado como uno de los mejores poetas románticos de la literatura puertorriqueña. La patria adquiere en su poesía varias caras complementarias: se convierte en la amada, en un paraíso terrenal, y en la vid y la poesía mismas del poeta. Su popularidad se fundamenta en esa capacidad de hacer la patria a la vez concreta —mujer, jardín, poesía —y hermosa. Pero a la vez inofensiva y limitada.

A Puerto Rico (Ausencia)

Puerto Rico, Patria mía,
la de los blancos almenares,
la de los verdes palmares,
la de la extensa bahía:

Que hermosa estas en las brumas
del mar que tu playa azota,
como una blanca gaviota
dormida entre las espumas!

En vano, patria, sin calma,
muy lejos de ti suspiro:
yo siempre, siempre te miro
con los ojos de mi alma:

En vano me trajo Dios
a un suelo extraño y distante:
en vano esta el mar de adelante
interpuesto entre los dos:

En vano se alzan los montes
con su manto de neblina:
en vano pardas colinas
me cierran los horizontes:

con un cariño profundo
en ti la mirada fijo:
para el amor de tu hijo
no hay distancia en el mundo!

Y brota a mi deseo
como espléndido miraje.
ornada con el ropaje
del amor con que te veo.

Te miro, si, placentera
de la Isla separada,
como una barquilla anclada
muy cerca de la ribera.

Do el viento sobre las olas
te lleva en son lastimero,
del errante marinero
las sentidas barcarolas;

Y céfiros voladores
que bajan de tus montañas,
los murmullos de tus cañas,
los perfumes de tus flores.

El mar te guarda, te encierra
en un circulo anchuroso,
y es que el mar esta celoso
del cariño de la tierra;

Y yo, patria, que te quiero,
yo que por tu amor deliro,
que lejos de ti suspiro,
que lejos de ti me muero.

Tengo celos del que mira
tus alboradas serenas,
del que pisa tus arenas,
del que tu aliento respira.

Tu das vida a la doncella
que inspira mi frenesí,
a ella la quiero por ti,
y a ti te quiero por ella.

Ella es la perla brillante,
en tus entrañas formada,
tu, la concha nacarada
que guarda la perla amante.

Es paloma, que en la loma
lanza su arrullo sentido,
y tu, patria, eres el nido
donde duerme la paloma:

Si yo te vi indiferente,
si mi amor no te decía,
ay patria, yo no sabia
lo que es el llorar ausente!

Mas hoy que te ven mis ojos
de tu mar entre las brumas,
como una ciudad de espuma
forjada por mis antojos:

Hoy que ya se lo que vales,
hija del sol y del viento,
que helare mi sangre siento
con las brisas invernales;

Hoy diera, en la tierra hispana,
el oro que el mundo encierra,
por un puño de tierra
de mi tierra Borincana.

A Puerto Rico (Regreso)

Por fin corazón, por fin
alienta con la esperanza,
que entre nubes de carmín,
del horizonte la confín,
ya la tierra a ver se alcanza.

Luce la aurora en oriente
rompiendo pardas neblinas,
y la luz, como un torrente,
se tiende por la ancha frente
de verdísimas colinas.

Ya se va diafanizando
de la mar la espesa bruma;
el buque sigue avanzando,
y va la tierra brotando
como Venus de la espuma.

Y allá sobre el fondo oscuro
que sus montañas le dan,
bajo un cielo hermoso y puro,
mi bellísimo San Juan.

Y aunque es ciudad amada
mis afecciones encierra,
con el alma entusiasmada,
yo no me acuerdo de nada
sino de ver es tierra.

Perdonadle al desterrado
ese dulce frenesí;
vuelo a mi mundo adorado,
y yo estoy enamorado
del la tierra en que nací!

Para poder conocerla,
es preciso compararla,
de lejos en sueños verla;
y para saber quererla
es necesario dejarla.

Oh!, no envidie tu belleza,
de otra inmensa población
el poder y la riqueza
que allí vive la cabeza
y aquí vive el corazón.

Y si vivir e sentir,
y si vivir es pensar,
yo puedo, patria, decir
que no he sabido vivir
al dejarte de mirar.

Que aunque templado y suave
no vive, no, en el ambiente
el pez de las ondas nave
ni entre las ondas el ave,
ni yo de mi patria ausente.

Patria!, jardín del mar,
la perla de las Antillas
Tengo ganas de llorar!
Tengo ganas de besar
las arenas de tus orillas!

Si entre lagrimas te canto,
patria mía, no te asombres,
porque es de amor ese llanto,
y ese amor es el mas santo
de los amores del hombre.

Tuya es la vida que aliento,
es tuya mi inspiración,
es tuyo mi pensamiento,
tuyo, todo sentimiento
que brote en mi corazón.

Que haya en ti vida primero,
cuanto ha de fijarse en mi,
y en todo cuanto vener,
y en todo cuanto yo quiero
hay algo patria de ti.

No, nada importa la suerte
si tengo que abandonarte,
que yo solo aspiro a verte,
a la dicha de quererte
y a la gloria de cantarte.

Puerto Rico (Fragmento)

Borinquen!, nombre la pensamiento grato
como recuerdo de un amor profundo,
bello jardín, de América el ornato,
siendo el jardín América del mundo.

Perla que el mar de entre su concha arranca
al agitar sus ondas placenteras,
garza dormida entre la espuma blanca
del níveo cinturón de tus riberas.

Tu, que das a la brisa de los mare,
al recibir el beso de su aliento,
la garzota gentil de tus palmare;

Que apreses en medio de la bruma,
al que llega a tus playas peregrinas,
una ciudad fantástica de espuma
que formaron jugando las orillas;

Un jardín encantado
sobre las aguas de la mar que domas,
un bucar de flores columpiando
entre espuma y coral, perlar y aromas.

Tu que en las tardes sobre le mar derramas,
con los colores que tu ocaso viste,
otro océano de flotantes llamas;

Tu que me das el aire que respiro
y vida al ritmo que de mi lira brota
cuando la inspiración en raudo giro
con su almas flamigeras azota
la frente del cantor, oye mi acento!
El santo amor que entre mi pecho guardo
te pintara su rústica armonía;
por ti lo lanzo a la región del viento,
tu amor lo dicta el corazón del bardo
y el bardo en le su corazón te envía.

Óyelo, patria! El ultimo sonido
será tal vez de mi laúd; muy pronto
partiré a las regiones del olvido.

Mi juventud efímera se merma,
y ya en su cárcel habitar no quiere
un alma melancólica y enferma.

Antes que llegue mi postrero día,
y mi cantar se extinga con mi aliento
toma Patria!, mi ultima poesía,
ella es de mi amor el testamento!
ella el ADIÓS que tu canto te envía!

Canto a Puerto Rico
 
 
¡Borinquen!, nombre al pensamiento grato
como el recuerdo de un amor profundo,
bello jardín, de América el ornato,
siendo el jardín América del mundo.
Perla que el mar de entre su concha arranca
al agitar sus ondas placenteras,
garza dormida entre la espuma blanca
del níveo cinturón de tus riberas.
Tú, que das a la brisa de los mares,
al recibir el beso de su aliento
la garzota gentil de tus palmares;
Que pareces en medio de la bruma,
al que llega a tus playas peregrinas,
una ciudad fantástica de espuma
que formaron jugando las ondinas;
Un jardín encantado
sobre las aguas de la mar que domas,
un búcaro de flores columpiado
entre espuma y coral, perlas y aromas.
Tú, que en las tardes sobre el mar derramas,
con los colores que tu ocaso viste,
otro océano de flotantes llamas;
Tú, que me das el aire que respiro
y vida al ritmo que en mi lira brota
cuando la inspiración en raudo giro
con sus alas flamígeras azota
la frente del cantor, ¡oye mi acento!
El santo amor que entre mi pecho guardo
te pintará su rústica armonía;
por ti lo lanzo a la región del viento,
tu amor lo dicta al corazón del bardo,
y el bardo en él su corazón te envía.
¡Oyelo, patria! El último sonido
será tal vez de mi laúd; muy pronto
partiré a las regiones del olvido.
Mi juventud efímera se merma,
y ya en su cárcel habitar no quiere
un alma melancólica y enferma.
Antes que llegue mi postrero día,
y mi cantar se extinga con mi aliento,