Suecia

 

 

Historia

 

Durante la época romana, dos tribus de los pueblos germánicos —los suiones, o suecos, en el norte de Svealand y los gotones, o godos, en el sur de Gothia— habitaban la mitad oriental de la península Escandinava. Estas tribus, aunque unidas por las creencias religiosas, generalmente estaban en guerra entre ellas. Antes del siglo X, los detalles de la historia sueca son oscuros; en la primera mitad del siglo IX, los misioneros francos comenzaron a enseñar la doctrina cristiana, que lentamente se estableció en el país; Olaf Skötkonung fue el primer rey sueco en convertirse al cristianismo. Alrededor del año 800, los vikingos suecos establecieron colonias en otros países, especialmente en Rusia y en Europa occidental, y mantuvieron rutas comerciales. Durante el reinado de Eric IX, desde 1150 hasta 1160, se fortaleció el poder sueco; Eric invadió Finlandia y obligó a convertirse al cristianismo a todos los pueblos que conquistaba; durante los dos siglos siguientes, los suecos sojuzgaron completamente a Finlandia. El pretendiente danés al trono sueco le mató alevosamente cuando asistía a misa, y, posteriormente, Eric fue elevado a la condición de santo patrón de Suecia.

La Unión de Kalmar

 

En los siglos XIII y XIV, el establecimiento de un sistema feudal permitió que una aristocracia enriquecida absorbiera el poder decreciente de la monarquía. En 1389, los nobles suecos obligaron a Alberto de Mecklemburgo a renunciar al trono, que pasó a manos de Margarita I, reina de Dinamarca y de Noruega. En 1397, Margarita llevó a efecto la Unión de Kalmar, por la que los tres reinos escandinavos de Dinamarca, Noruega y Suecia permanecían unidos en una sola corona.

La Unión, que duró más de un siglo, se caracterizó por las guerras entre daneses y suecos. En 1520 el rey Cristián II de Dinamarca y Noruega invadió con éxito Suecia para demostrar su autoridad; después de su coronación, ejecutó a cientos de sus oponentes, lo que permitió el estallido de una rebelión en 1521 que le destituyó, aunque mantuvo las posesiones del sector meridional de la península. El dirigente de la rebelión, Gustavo Vasa, fue administrador antes de convertirse en rey con el nombre de Gustavo I Vasa en 1523. Bajo su reinado, Suecia pasó a ser una monarquía hereditaria en la que tanto el poder de los nobles como el del clero se subordinaron al Estado. En la década de 1520, se estableció el luteranismo como religión oficial.

Suecia como potencia militar

 

Durante el siglo XVI, Suecia entró en un periodo de expansión. El distrito Reval de Estonia se situó voluntariamente bajo la protección de Suecia en 1561 y, como resultado de la guerra de Livonia desde 1557 a 1582, Suecia adquirió todas las posesiones polares de Estonia, entre las que se encontraba el distrito de Narva. Gradualmente, el reino se convirtió en una potencia en el área del mar Báltico y Gustavo II Adolfo (considerado el rey más grande de Suecia a cuyo trono accedió en 1611) favoreció la expansión del país.

Al principio de su reinado, Suecia estaba en guerra con Rusia, pero en 1617 Gustavo finalizó el conflicto con un tratado por el que Suecia obtenía Ingria y Karelia oriental. La guerra con Polonia (1621-1629) proporcionó a Suecia toda Livonia, a la que no renunció Polonia formalmente hasta 1660. En 1630 Gustavo, como defensor del protestantismo, participó en la guerra de los Treinta Años (1618-1648). El rey murió en 1632, pero su política fue continuada brillantemente por su canciller, el conde Axel Oxenstierna que dirigió el gobierno sueco durante la minoría de edad de la hija del monarca, Cristina, que fue coronada en 1644.

Por la Paz de Westfalia de 1648, que cerró la guerra de los Treinta Años, Suecia adquirió una gran parte de Pomerania, la isla de Rügen, Wismar, los episcopados de Bremen y Verden, y otros territorios alemanes, lo que autorizaba a la soberanía sueca a tener varios votos en la Dieta del Sacro Imperio Romano. De este modo, Suecia se convirtió en la gran potencia del mar Báltico.

En 1654, la reina Cristina abdicó y nombró sucesor a su primo Carlos X Gustavo, mientras ella (que se había convertido al catolicismo) vivió el resto de su vida en Roma. Siguiendo la política de expansión de su predecesora, Carlos, que reinó hasta 1660, declaró la guerra a Polonia (la Primera Guerra del Norte, 1655-1660). Por la paz de Oliva en abril de 1660, Polonia cedió formalmente Livonia a Suecia. En 1658, Carlos X invadió Dinamarca dos veces y consiguió de ella las provincias del sur de Suecia que Dinamarca había detentado durante el siglo XVI.

El hijo y sucesor de Carlos, Carlos XI, se alió con el rey Luis XIV de Francia en las guerras que este monarca desarrolló a finales del siglo XVII. Sin embargo, Suecia, que todavía era un país pequeño y no excesivamente poblado, no tenía los recursos económicos necesarios para sostener tal gasto bélico, a pesar de sus conquistas en el Báltico. En 1675, Federico Guillermo, gran elector de Brandeburgo, derrotó cruelmente a los suecos (que eran aliados de los franceses) en Fehrbellin. Al mismo tiempo, Carlos asestó un golpe a las libertades fundamentales suecas al reorganizar el gobierno de Suecia, debilitando el Consejo del Estado y el Riksdag, y convertirse en monarca absoluto. En 1680, confiscó todas las grandes propiedades. De nuevo Suecia volvió a ser un Estado militar efectivo, pero sólo temporalmente.

La Gran Guerra del Norte

 

Carlos XII, hijo y sucesor de Carlos XI, fue un genio militar. Poco después de su ascensión al trono, a la edad de 15 años, se enfrentó con éxito a la coalición de Rusia, Polonia y Dinamarca, a comienzos de la Gran Guerra del Norte (1700-1721). Durante los primeros años del conflicto, Suecia defendió brillantemente su posición de máxima potencia militar del Báltico. En 1700, Carlos invadió el noroeste de Rusia y en 1706 venció a los polacos.

Sin embargo, mientras Carlos se enfrentaba a Polonia, Pedro I el Grande de Rusia establecía su dominio en las costas del Báltico. En 1709, las fuerzas rusas derrotaron al ejército sueco en la batalla de Poltava, lo que supuso el colapso de Suecia y su sustitución por Rusia como potencia dominante en el Báltico. Según los tratados de Estocolmo y Nystad en 1721, Suecia perdió la mayor parte de su territorio alemán y cedió Livonia, Estonia, Ingria, parte de Karelia y varias islas importantes del Báltico a Rusia.

Carlos XII murió en 1718 y con él finalizó la línea sucesoria masculina de la dinastía de los Vasa. Le sucedió su hermana Ulrika Eleanora, que tuvo que aceptar una nueva Constitución que ponía fin a la monarquía absoluta y daba el poder legislativo al Riksdag de los cuatro estados (nobleza, clero, burguesía y campesinado); el poder ejecutivo pasó a ser jurisdicción del denominado comité secreto de los tres primeros estados; lo que permitió a la aristocracia hacerse con el control del gobierno una vez más y mantenerlo durante más de 50 años.

En 1771, Gustavo III subió al trono y, con la ventaja del desencanto general que habían causado las políticas despóticas de la aristocracia, cambió el gobierno; promulgó una nueva Constitución y restauró la monarquía absoluta. Al principio, su política fue liberal, pero después de 1789, con el comienzo de la Revolución Francesa, su gobierno se hizo despótico; en 1792 fue asesinado.

Las Guerras Napoleónicas

El hijo y sucesor de Gustavo, Gustavo IV Adolfo, se opuso fuertemente a Napoleón y, en 1805, se unió a la Tercera Coalición, compuesta por Gran Bretaña, Suecia, Rusia y Austria. Rusia abandonó la coalición para aliarse con Napoleón en 1807 y un año después invadió Finlandia, lo que suponía una amenaza para Suecia. Un levantamiento militar destituyó a Gustavo en 1809, tras lo cual el Riksdag promulgó una nueva Constitución, que permaneció en vigor hasta 1975, y eligieron como rey al tío del antiguo monarca, Carlos XIII. Suecia firmó dos tratados, uno con Rusia en 1809 en el que cedía la mayoría de Finlandia y las islas Åland, y otro con Francia en 1810 por el que se adoptaría una política pro napoleónica. Carlos XIII no tuvo descendientes y el Riksdag eligió al mariscal Jean Baptiste Jules Bernadotte, príncipe de Pontecorvo y general de Napoleón, como príncipe heredero en un intento de conciliarse con Napoleón. El mariscal aceptó y la ley de Posesión de 1810 estableció la sucesión de la dinastía Bernadotte. De forma inmediata Bernadotte comenzó a influir en la política sueca. Retirando su lealtad a Francia, luchó al lado de la Sexta Coalición y tras la derrota en Leipzig (1813) se vio obligado a dimitir en 1814. Ese mismo año, Dinamarca devolvió Noruega a Suecia y recibió a cambio las posesiones suecas en Pomerania. Al final de las Guerras Napoleónicas, Suecia dejó de tener posesiones en Alemania. El Congreso de Viena (1815) reconoció la unión de Noruega y Suecia.

Los primeros Bernadottes

En 1818, Bernadotte subió al trono con el nombre de Carlos XIV. Como extranjero, no fue popular y su reinado (1818-1844) se caracterizó por el enfrentamiento que mantuvo con el Riksdag; sin embargo, Bernadotte fue un administrador eficaz y tanto Noruega como Suecia consiguieron considerables progresos materiales, políticos y culturales. Los suecos aceptaron a sus sucesores Óscar I, Carlos XV y Óscar II. Entre 1864 y 1866, se revisó la Constitución, que daba al Riksdag (por entonces de carácter bicameral) una forma muy parecida a la actual.

Entre 1867 y 1886, casi 500.000 suecos emigraron a América, debido a la escasez de alimentos y trabajo. La unión con Noruega empezó a mostrar tensiones a finales del siglo XIX y, en junio de 1905, el Parlamento noruego proclamó su disolución, hecho que ratificó el Riksdag. Durante el reinado de Óscar II, se hicieron progresos notables en la legislación social, como las leyes de fábricas, seguros de accidentes, fondos de pensiones para trabajadores y la limitación de horas de trabajo para mujeres y niños.

Suecia durante las Guerras Mundiales

En 1907, Gustavo V subió al trono y dos años después las enmiendas constitucionales ampliaron el derecho a voto e inauguraron la representación proporcional.

En 1914, a principios de la I Guerra Mundial, Suecia declaró su neutralidad y posteriormente inició un acuerdo con Noruega y Dinamarca para proteger sus respectivos intereses económicos comunes. Suecia se unió a la Sociedad de Naciones en 1920. El Partido Social Demócrata, dirigido por Karl Hjalmar Branting, se convirtió en la principal fuerza en la política sueca. Los gobiernos socialdemócratas permanecieron en el poder hasta 1928 y promulgaron reformas sociales que hicieron de Suecia un país destacado en ese campo. El Partido Conservador subió al poder en 1928, pero la llegada de la depresión económica mundial en los primeros años de la década de 1930 hizo que los socialdemócratas volvieran en 1932 a formar gobierno.

A finales de la década de 1930, cuando la guerra parecía inminente en Europa, la preparación militar y la defensa nacional se convirtieron en la cuestión principal. El gobierno sueco proclamó su neutralidad a comienzos de la II Guerra Mundial; a pesar de los frecuentes incidentes fronterizos y de los ataques alemanes a la flota sueca, el país mantuvo su condición de neutralidad durante todo el periodo bélico.

Temas de neutralidad y defensa

En julio de 1945, después de finalizar las hostilidades en Europa, el gabinete de coalición del periodo de guerra dimitió y los socialdemócratas, bajo el primer ministro Per Albin Hansson, reanudaron el control del gobierno. Tage Erlander, antiguo ministro de Educación y Asuntos Eclesiásticos, sucedió a Hansson en el cargo tras su muerte en 1946. Al mes siguiente, Suecia se incorporó como miembro de las Naciones Unidas.

El país mantuvo su actitud neutral durante la Guerra fría. En 1948 recibió los fondos procedentes de Estados Unidos a través del Plan Marshall al igual que otros países de Europa occidental, pero se negó a ser miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), formada en 1949. Al fracasar en el intento de formar un bloque defensivo escandinavo, sin unirse ni al Este ni al Oeste, Suecia comenzó a reforzar sistemáticamente sus defensas y su Ejército.

Los principales acontecimientos internos de Suecia fueron la muerte de Gustavo V en 1950, la subida al trono de su hijo mayor Gustavo VI Adolfo, la creación de una coalición de gobierno entre socialdemócratas y agrarios en 1951 y el desarrollo de fuertes presiones inflacionistas en la economía sueca en 1951 y 1952. En las elecciones celebradas en septiembre de 1956, la coalición socialdemócrata-agraria permaneció en el poder a pesar de que perdieron 11 escaños en la cámara baja del Riksdag.

La convicción de muchos dirigentes militares suecos de que Suecia sería incapaz de mantener su neutralidad en el caso de otra guerra general, llevó a muchos suecos a cuestionarse la política tradicional de neutralidad sueca. En marzo de 1957, un informe presentado por doce expertos suecos en defensa, recomendó que las Fuerzas Armadas suecas fueran equipadas con armas nucleares. En abril, Suecia, junto a Dinamarca, Noruega y Finlandia, anunció su intención de promover un instituto escandinavo para investigación atómica en Copenhague.

La ampliación del Estado del bienestar social

 

En 1957, las propuestas para financiar pensiones de jubilación ocasionaron controversias políticas. En un referéndum celebrado en octubre, la propuesta socialdemócrata, que pedía contribuciones obligatorias y una garantía gubernamental para mantener el valor de las pensiones al margen de la inflación, consiguió el mayor número de votos, pero no la mayoría. No obstante, los socialdemócratas insistieron al Parlamento para que se promulgara su plan, por lo que los agrarios se retiraron de la coalición gubernamental. A finales de octubre, se formó un nuevo gobierno compuesto sólo por socialdemócratas y dirigido de nuevo por Erlander.

En abril de 1958, Estados Unidos ayudó a financiar la construcción de un reactor nuclear sueco; ese mismo mes el gobierno de Erlander se derrumbó debido a los desacuerdos internos del partido sobre el plan de pensiones, pero las elecciones de junio le devolvieron el poder; el Riksdag aprobó el plan de pensiones el 14 de mayo de 1959. Ese mismo año, Suecia fue miembro fundacional de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio). Las elecciones de 1960 dieron de nuevo la victoria a los socialdemócratas y Erlander siguió siendo el primer ministro. Cuando se retiró de su cargo en 1969, le sustituyó Olof Palme, anterior ministro de Educación. Una revisión constitucional, llevada a cabo en 1971, reorganizó el cuerpo legislativo en una única cámara y estableció un nuevo sistema electoral. En 1973, Gustavo VI Adolfo murió y le sucedió su nieto Carlos XVI Gustavo. El 1 de enero de 1975 entró en vigor una nueva Constitución que anulaba el poder efectivo del rey.

La oposición de Suecia a la guerra de Vietnam dañó las relaciones con Estados Unidos a finales de la década de 1960 y en la siguiente; muchos jóvenes estadounidenses opuestos a la guerra recibieron asilo político en Suecia. En 1972, las críticas del primer ministro Palme a las acciones militares estadounidenses llevaron las relaciones diplomáticas entre ambos países al borde de la ruptura en 1974.

Caída y vuelta de los socialdemócratas

 

Suecia sufrió las consecuencias del descenso de la economía mundial durante 1974 y 1975, y la elevada inflación, el crecimiento de la deuda externa y el déficit presupuestario ocasionaron al país grandes problemas. En las elecciones de septiembre de 1976, los socialdemócratas, después de 44 años en el poder, perdieron las mismas a favor de una coalición formada entre centristas, conservadores y liberales.

En 1977, el primer ministro Thorbjörn Fälldin inició medidas de austeridad para amortiguar la inflación y alentar las exportaciones. El gobierno de Fälldin dimitió a causa del debate que produjo la producción de energía nuclear en 1978, pero volvió al poder al año siguiente, después de un gobierno de minoría liberal.

En mayo de 1980, se produjo una huelga general que llevó al país a una paralización total durante diez días. En octubre, el gobierno superó una moción de confianza por un solo voto. En mayo de 1981, miles de trabajadores profesionales se declararon en huelga a la vez que la coalición gubernamental se separó. Sin embargo, se preveía otra huelga general y Fälldin formó un gobierno minoritario de centristas y liberales.

Los socialdemócratas volvieron al poder en las elecciones parlamentarias de 1982 y mantuvieron su dominio después de las elecciones de 1985. Palme reasumió el cargo de primer ministro en 1982. Su asesinato el 28 de febrero de 1986, en Estocolmo, generó un fuerte impacto emocional en Suecia. Le sucedió en su cargo de primer ministro el diputado Ingvar Carlsson, que mantuvo el gabinete de Palme y decidió continuar la política de su predecesor.

Los socialdemócratas mantuvieron una cómoda mayoría en las elecciones de 1988, pero Carlsson dimitió en 1990 después que el Riksdag descartara su propuesta para congelar temporalmente salarios, precios y rentas. Posteriormente, formó un nuevo gobierno y adoptó un programa de austeridad que permitía algún incremento salarial. A pesar de esto, en las elecciones de septiembre de 1991 los socialdemócratas tuvieron un sorprendente descenso, pese a que continuaban siendo el mayor grupo en el Riksdag con 138 escaños. El Partido Verde no consiguió el 4% de los votos requeridos para obtener representación. Ingvar Carlsson dimitió y el dirigente del Partido Conservador, Carl Bildt, formó una coalición con los centristas, liberales y demócratas cristianos.

El nuevo gobierno comenzó a acelerar la liberalización de la economía; estableció la privatización eventual de 35 compañías de propiedad estatal, importantes recortes en los gastos gubernamentales, en las retribuciones sociales, y puso fin a las restricciones que las empresas privadas extranjeras tenían en Suecia. La coalición se mantuvo hasta las elecciones de septiembre de 1994, que permitieron la vuelta de Carlsson, aunque dirigiendo un gobierno socialdemócrata minoritario. Las elecciones estuvieron dominadas por los asuntos económicos, en especial el desempleo, que se elevó del 5% de 1991 al 14% ese año. Estas elecciones se caracterizaron por una fuerte representación femenina: el número de escaños ocupado por mujeres aumentó de 116 a 143, que suponía el 41% del Riksdag; también la mitad del gabinete de Carlsson estaba formado por mujeres.

En mayo de 1994, el Parlamento Europeo recomendó el ingreso de Suecia en la Unión Europea (UE; antes Comunidad Europea). El 13 de noviembre de 1994 se celebró un referéndum para aprobar la entrada en la UE; los suecos, con una participación del 83%, votaron en un 52,2% a favor de la adhesión a la UE en 1995, frente a un 46,9% de votos opuestos. Desde el 1 de enero de 1995 su incorporación a la Unión Europea es efectiva.