Siria

 

 

 

Historia

 

Se cree que alrededor del 1800 a.C. el rey Shamshi-Adad I (que reinó desde 1814 hasta 1781 a.C.) de Asiria estableció su capital, Shubat Enlil, en lo que hoy es Tell Leilan, en el extremo noreste de Siria. Hammurabi de Babilonia conquistó posteriormente el reino y más tarde Egipto compartió con Babilonia su influencia en la región. Los egipcios y los hititas conquistaron sucesivamente partes de Siria y en el siglo VIII a.C. lo hicieron los asirios. En el siglo VI a.C. la región pasó primero a los caldeos y después a los persas (538 a.C.). Alejandro III el Magno convirtió Siria en parte de su Imperio entre el 333 y el 332 a.C. y a finales del siglo IV a.C. pasó a manos de Seleucos I, uno de los generales de Alejandro, que estableció la capital en Antioquía. Durante el siglo III a.C. los Tolomeos de Egipto y los Seléucidas se enfrentaron por la posesión de la Siria meridional y Palestina; ambas regiones así como la mayor parte de Asia occidental pasaron a los Seléucidas, cuyo dominio se conoció como el reino de Siria. En el 64 a.C. Siria se convirtió en una provincia romana tras su conquista por Pompeyo el Grande. Gozó de una gran prosperidad sólo perturbada por los ataques de los partos (57-41 a.C.) y de los reyes Sasánidas de Persia (257-267 d.C.).

Después de la división del Imperio romano (395 d.C.) —el Imperio de Occidente con su capital en Roma y el Imperio de Oriente (o Imperio bizantino) con capital en Constantinopla— Siria permaneció siendo una provincia bizantina durante 240 años. Fue conquistada por los árabes en el 636 convirtiéndose en uno de los centros islámicos más destacados; en el 661 Damasco se convirtió en la sede del poder de los califas omeyas y fue una de las ciudades más importantes y espléndidas del mundo musulmán. Posteriormente los califas Abasíes trasladaron su residencia a Bagdad, la actual capital de Irak, provocando la progresiva decadencia de Siria.

En 1099 los cruzados incorporaron parte de la región al reino latino de Jerusalén y parte al principado de Antioquía. En una campaña posterior (1174-1187), Saladino, sultán de Egipto, conquistó Siria y acabó con la presencia cristiana en Jerusalén. La gran cantidad de guerras centradas en Siria durante la época de las Cruzadas empobrecieron la tierra y diezmaron su población; la invasión de los mongoles, cuyas primeras tentativas tuvieron lugar en 1260, se completó en 1401 con la destrucción de Damasco, y supuso su ruina definitiva.