Rumania

 

 

 

Historia

 

El territorio que forma la actual Rumania apareció por primera vez en la historia como parte integrante de la provincia romana de Dacia, conquistada por el emperador Trajano hacia el 106 d.C. La mayoría de sus habitantes, conocidos como los dacios, procedían de Tracia, en el norte de Grecia. Tras la conquista, se enviaron colonos romanos a la provincia, desarrollándose el área considerablemente al construirse carreteras, puentes y grandes murallas; sus restos son todavía visibles en el actual puerto de Constanza, en el mar Negro y en la región de la Drobudja (Drobogea). Durante el siglo III d.C. se iniciaron las incursiones de los godos en la región, después de atravesar el Danubio, a las que siguieron posteriores oleadas de invasores como hunos, eslavos y búlgaros, que hicieron de Dacia un constante campo de batalla, mientras la población romanizada mantuvo la lengua y la identidad latina. Gradualmente, a través de matrimonios se produjo la asimilación de este grupo con las tribus eslavas, desarrollándose un grupo étnico diferenciado, denominado valaquios (en eslavo, vlachs) cuyas costumbres nómadas y belicosas se convirtieron en una amenaza constante para el vecino Imperio bizantino. Bajo el dominio búlgaro, en el siglo IX, se introdujo el cristianismo ortodoxo.

Hacia finales del siglo XIII la expansión húngara condujo a gran parte de la población de las provincias occidentales a instalarse al sur y este de los Cárpatos, donde se establecieron los principados de Valaquia y después de Moldavia, cada uno gobernado por príncipes nativos o vaivodas (en ruso voevoda, 'líder del ejército'), muchos de los cuales reconocieron el señorío feudal de los reyes de Hungría o Polonia. Con la derrota de los húngaros por los turcos otomanos en la batalla de Mohács (1526) Moldavia y Valaquia cayeron bajo el dominio turco, que duró tres siglos. Al acabar el siglo XVI, el príncipe Miguel de Valaquia unió los dos principados temporalmente y se enfrentó de forma permanente al sultán turco; durante un tiempo Miguel se opuso con éxito a los otomanos, conquistó Transilvania en 1599 y Moldavia en 1600, pero fue asesinado al año siguiente y el espíritu de independencia decayó.

Los otomanos restablecieron su control en los principados después de la muerte de Miguel, imponiendo fuertes restricciones políticas. Finalmente los rumanos se dirigieron a Rusia en petición de ayuda; ante el crecimiento de la influencia rusa a comienzos del siglo XVIII, el gobierno otomano estableció el conocido sistema de fanariotas: Moldavia y Valaquia serían gobernadas por los hospodars (príncipes rumanos que el gobierno otomano ponía al frente de la administración de los principados de Moldavia y Valaquia desde el siglo XV) de elección turca (en eslavo antiguo gospodl, 'señor'), normalmente miembros de familias griegas de Fanar, un distrito de Constantinopla, de donde proviene el nombre. Muchos nobles rumanos (o boyardos) se aliaron con los fanariotas gobernantes y el griego se convirtió en lengua oficial.

La influencia rusa se hizo predominante después de 1750 y continuó durante un siglo. En 1774 Rusia derrotó a Turquía, la cual se vio forzada entonces a prometer un tratamiento menos severo sobre Moldavia y Valaquia. En 1802 Rusia obtuvo un lugar en la elección de los hospodars y en 1812 habiendo derrotado de nuevo a Turquía en la Guerra Turco-rusa de 1806-1812, obtuvo Besarabia, que anteriormente había formado parte del principado de Moldavia. El debilitamiento de la influencia rusa se hizo más evidente tras el comienzo de la guerra de Independencia griega en 1821. En 1829, por el Tratado de Adrianópolis que establecía la independencia griega, los principados, aunque permanecían nominalmente bajo el control turco, se hicieron más autónomos; se puso fin al sistema de fanariotas y Rusia se convirtió en el Estado protector no reconocido de los dos principados, una situación que no le gustaba a las grandes potencias europeas, que habían empezado a intervenir en los asuntos de los Balcanes durante la guerra de Independencia griega.

Unificación e independencia

Después de la derrota rusa en la guerra de Crimea se puso fin al protectorado ruso y devolvieron parte de Besarabia a Moldavia. Bajo el control conjunto de Francia, Gran Bretaña, Austria y Turquía, la cuestión de la unión de Valaquia y Moldavia se convirtió en un asunto destacado que se resolvió en 1859, cuando el coronel Alejandro Ion Cuza fue elegido príncipe común. En 1861 los dos principados se unieron creando el principado autónomo de Rumania, reconocido por el sultán turco. En Bucarest se estableció una cámara legislativa y un único ministerio.

En 1866 una conspiración destronó al príncipe Alejandro. Un gobierno provisional eligió entonces al príncipe Karl Eitel Friedrich de Hohenzollern-Sigmaringen, quien gobernó con el nombre de Carol I y el sultán lo invistió como príncipe heredero. A su llegada se adoptó una Constitución basada en la carta belga de 1831. Carol entró en la Guerra Turco-rusa de 1877-1878 como aliado ruso y proclamó la plena independencia de Rumania, que fue reconocida en 1878 por el Congreso de Berlín, si bien el nuevo estado se vio forzado a devolver su parte de Besarabia a Rusia.

En 1881 Carol I fue proclamado rey de Rumania. En las Guerras Balcánicas Rumania se mantuvo neutral durante el transcurso de la primera contra Turquía (1912) aunque se unió a Serbia y Grecia en su enfrentamiento contra Bulgaria durante la segunda (1913). Por el Tratado de Bucarest, firmado el 10 de agosto de 1913, Rumania obtuvo la región meridional de la Dobrudja, que su ejército había ocupado, por lo que se convirtió en la potencia balcánica más importante.

I Guerra Mundial

Cuando empezó la guerra, Carol, a pesar de su amistad con Austria, declaró la neutralidad de Rumania. En octubre de 1914 falleció el rey que fue sucedido por su sobrino Fernando I. Hasta 1916 el reino mantuvo su neutralidad, pero ese año fuerzas rumanas invadieron la Transilvania húngara, siendo rechazadas por los ejércitos austro-húngaros, alemanes y búlgaros que invadieron el país y en menos de seis meses controlaban la mayor parte de su territorio. Sin embargo, el triunfo de los Aliados en noviembre de 1918, permitió a Rumania volver a entrar en guerra el 10 de noviembre y ocupar nuevamente Transilvania y otros territorios. Por los tratados de Saint-Germain-en-Laye (con Austria) y Trianón (con Hungría), Rumania se adjudicó la soberanía sobre la mayor parte de Bucovina, toda Transilvania, una franja de la llanura húngara al oeste de las tierras altas transilvanas (Crisina-Maramures) y la parte noreste del Banato, una superficie total de 133.765 km2. Rumania también ocupó Besarabia y fue ratificada en su posición por los aliados, aunque Rusia rechazó reconocer la soberanía rumana del área. Como resultado de los acuerdos de paz, el país obtuvo más del doble de su superficie, configurándose la 'Gran Rumania'.

Tras la I Guerra Mundial el gobierno rumano se enfrentó a los problemas interiores de la reforma constitucional, la reforma agraria y el retraso en la reconstrucción económica. En 1923 se adoptó una nueva Constitución en la que se disponía la emancipación política de los judíos. El Partido Liberal estuvo en el poder, dirigido por Ion Bratianu, quien desde 1922 hasta 1926, y de nuevo en 1927, gobernó prácticamente de forma dictatorial. Sin embargo, la oposición campesina al gobierno liberal y a su política dictatorial causó una constante tensión política. En las relaciones exteriores continuó la disensión con la Unión Soviética respecto a la posesión de Besarabia. En 1925 el príncipe heredero Carol había sido excluido de la sucesión al trono por su padre Fernando I, quien nombró heredero a su nieto Miguel, que en el momento de acceder al trono en 1927 contaba con tan sólo 6 años de edad.

En 1928 la oposición a Bratianu tuvo como resultado la llegada al poder del Partido Nacional Campesino, bajo la dirección de Iuliu Maniuon que llegó a ser primer ministro y apoyó la vuelta del príncipe heredero a Bucarest en 1930 proclamándose rey con el nombre de Carol II, a pesar de la profunda oposición de los liberales. Las condiciones económicas del país se agravaron y el desarrollo de un movimiento fascista rumano (la denominada Guardia de Hierro, dirigida por Corneliu Zelea-Codreanu) incrementó la tensión política. La tendencia creciente hacia el fascismo se manifestó en las severas leyes antijudías, la rígida censura y los intentos del propio monarca Carol para establecer una dictadura, lo que al final consiguió en 1938.

II Guerra Mundial

Aunque Rumania inicialmente fue neutral en la II Guerra Mundial, su política interna la llevó a desarrollar una política de amistad con Alemania. En junio de 1940 la Unión Soviética, sin oposición de Alemania, con la cual había firmado un pacto de no agresión en agosto de 1939, ocupó Besarabia y el norte de Bucovina. El 20 de agosto, ante las presiones de Alemania e Italia, Rumania cedió 44.988 km2 de Transilvania a Hungría, y el 7 de septiembre se cedió el sur de la Dobrudja a Bulgaria. El ejército alemán ocupó Rumania bajo el pretexto de proteger los campos de petróleo del ataque británico. Estas pérdidas territoriales supusieron una gran conmoción popular que hizo que el rey Carol II nombrara al general Ion Antonescu jefe de gobierno con amplios poderes desarrollando su actividad con el apoyo de la Guardia de Hierro. El 6 de septiembre de 1940 obligó al rey a abdicar y abandonar el país. El sucesor de Carol, Miguel, fue rey sólo en el título, ya que el poder lo mantenía el general Antonescu; un intento de golpe de Estado por parte de la Guardia de Hierro en enero de 1941 fracasó gracias al apoyo que los alemanes prestaron a Antonescu, después de una auténtica masacre.

En junio de 1941 el país entró en la II Guerra Mundial atacando a la Unión Soviética al mismo tiempo que lo hacía Alemania. Las tropas rumanas volvieron a ocupar Besarabia y Bucovina y, hacia octubre de 1941, habían avanzado hasta Odesa. En diciembre el reino declaró la guerra a Estados Unidos. La oposición a Antonescu se mantuvo activa desde un doble frente: por la Guardia de Hierro antialemana y por el Partido Nacional Campesino. En la primavera de 1944 el rápido avance soviético permitió al Ejército Rojo recuperar Besarabia y Bucovina y entrar en territorio rumano. Ayudados por la inminente llegada de las tropas soviéticas, en la noche del 23 de agosto, varios generales leales al rey Miguel encabezaron un golpe de Estado, arrestaron a Antonescu y su gabinete y anunciaron la rendición de Rumania: el 12 de septiembre la Unión Soviética firmó un armisticio con Rumania en Moscú.

Un gobierno denominado Frente Democrático, autorizado por la URSS, se hizo cargo de la administración rumana estableciendo una coalición de comunistas, liberales y representantes del Partido Nacional Campesino, aunque los comunistas se hicieron con el poder de forma paulatina. En marzo de 1945 se formó un gabinete de coalición bajo Petru Groza, líder del Partido de los Agricultores (un grupo disidente del Partido Nacional Campesino), con los puestos clave ocupados por los comunistas implantando una reforma agraria y la desmovilización del Ejército; después de aceptar la celebración de elecciones libres, Estados Unidos y Gran Bretaña reconocieron oficialmente al gobierno.

Varios partidos de la oposición, que recibieron un total de 66 de los 414 escaños, declararon fraudulentos los resultados de las elecciones celebradas el 19 de diciembre de 1946 que supusieron un amplio triunfo de los comunistas y sus aliados. El 30 de diciembre de 1947 el rey Miguel abdicó bajo la presión comunista y se proclamó la República Popular de Rumania recayendo la autoridad suprema en un Consejo de Estado formado por cinco miembros. El 13 de abril se adoptó una nueva Constitución basada en el modelo soviético.

Por el tratado de paz firmado en París el 10 de febrero de 1947 entre Rumania y los aliados, Transilvania del norte se devolvió a Rumania, mientras que se dio validez a la transferencia de los otros territorios realizada en 1940. Se establecieron las reparaciones de guerra a la Unión Soviética en 300 millones de dólares, que serían pagados en materias primas, maquinaria, embarcaciones y otros productos en un plazo de ocho años pero, en 1948, se redujeron a la mitad. El tratado de paz también limitó el poder de las Fuerzas Armadas rumanas y estipuló que la población rumana gozaría de todas las libertades personales.

Influencia soviética

 

La reorganización de las instituciones culturales rumanas para adaptarse a los modelos soviéticos fue la principal característica de la política interior durante 1948 y 1949 siendo frecuentes las purgas de disidentes, a pesar de las protestas de las potencias occidentales, que acusaban a Rumania de violación sistemática de los derechos humanos garantizados en el tratado de paz.

En 1952 y 1965 se adoptaron nuevas constituciones, pero ninguna de ellas se apartó del modelo de gobierno soviético. Durante todo el periodo de la posguerra, la dirección de la política rumana permaneció estable. Gheorghe Gheorghiu-Dej, secretario del Partido Comunista de Rumania desde 1945, llegó a ser primer ministro en 1952. En 1955 cedió el cargo a Chivu Stoica. Petru Groza, que había asumido el cargo simbólico de presidente en 1952, murió en 1958 y fue sucedido por Ion Gheorghe Maurer, que ocupó el puesto de primer ministro en 1961, asumiendo Gheorghiu-Dej la presidencia. Tras su muerte en 1965, Stoica asumió la presidencia y Nicolae Ceausescu se hizo secretario del partido. Ceausescu, Maurer y Stoica funcionaron como una dirección colectiva, pero Ceausescu fue la figura dominante y en 1967 alcanzó la presidencia.

Durante toda la década de 1950 el gobierno hizo hincapié en la nacionalización y el desarrollo de la industria. Este esfuerzo supuso un gran éxito: en las estimaciones oficiales de la década de 1960, la tasa de crecimiento industrial nacional alcanzó un 12% anual, entre las más altas de la Europa oriental. En julio de 1949 se inició la colectivización agraria y, en 1962, el gobierno anunció que todo el terreno cultivable había sido socializado. No obstante, se les permitió a los agricultores quedarse con lotes de 0,2 hectáreas para uso privado.

En los primeros años de la posguerra, bajo la dominación soviética, Rumania cooperó plenamente en el Kominform, el Consejo de Asistencia Económica Mutua (conocido como COMECON, o CAME) y, después de 1955, en el Pacto de Varsovia. Sin embargo, desde comienzos de 1960 Rumania empezó a actuar con un considerable grado de independencia. En 1963 el gobierno rechazó la estrategia del COMECON para la integración de las economías de los estados comunistas, oponiéndose a los planes que limitaban a Rumania a desempeñar un papel de suministrador de petróleo, cereales y materias primas, considerando que estos planes dificultarían su tasa de crecimiento industrial, que había sido la más alta del bloque soviético en los siete años anteriores y perjudicaría el apoyo financiero que llegaba de Occidente. Las protestas rumanas consiguieron algunas concesiones en forma de ayuda soviética para el desarrollo de una gran planta de acero en Galati, a pesar de lo cual en 1964 el gobierno rechazó las propuestas del COMECON.

Relaciones comerciales

Mientras la URSS y los estados de Europa Oriental eran los principales socios comerciales rumanos en la década de 1960, las relaciones comerciales y diplomáticas con el mundo no comunista mejoraron firmemente. En enero de 1967 Rumania fue la única nación comunista además de la URSS, que estableció plenas relaciones diplomáticas con Alemania Occidental (ahora parte de la unificada República Federal de Alemania) y al mismo tiempo el primer país comunista en establecer relaciones consulares con la España del general Franco. El comercio con la Unión Soviética, que había alcanzado más del 50% del comercio exterior rumano a finales de la década de 1950, se redujo a un 30% en 1967, siendo compensado por el desarrollado con países occidentales.

Asuntos exteriores

En 1964 el primer ministro Maurer visitó Pekín y Moscú en un intento, sin éxito, de reconciliar a las dos potencias comunistas. La política exterior rumana mantuvo su independencia de actuación: Ceausescu instó a la retirada de las tropas soviéticas de Alemania Oriental (hoy parte de la unificada República Federal de Alemania), Polonia y Hungría. También, ante los intentos soviéticos para fortalecer el Pacto de Varsovia, se negó a participar en maniobras militar conjuntas del Pacto, solicitando incluso su abolición y la de la OTAN. A mediados de 1967 Rumania no asistió a una conferencia de países comunistas convocada por la URSS para criticar la actividad de Estados Unidos en Vietnam y cuando el Pacto de Varsovia invadió Checoslovaquia (hoy dividido en República Checa y Eslovaquia) en agosto de 1968 criticó de forma dura y abierta su intervención.

Las décadas de 1970 y 1980

Rumania continuó ejerciendo una política exterior no alineada a pesar de la desaprobación del bloque soviético, incrementando activamente sus contactos con Occidente. Después de una visita del presidente estadounidense Richard Nixon en 1969, el presidente Ceausescu estuvo varias veces en Estados Unidos, consiguiendo que este país concediera a Rumania el rango de 'nación más favorecida' en el terreno comercial en 1975 y un acuerdo de ayuda económica de diez años de duración en 1976. En 1972 Rumania ingresó en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial y en 1976 firmó el primer pacto formal (sobre tejidos) entre la Comunidad Económica Europea y un Estado de Europa del Este. Como jefe de la única nación de Europa Oriental que había reconocido al estado de Israel, en 1977 Ceausescu ayudó a preparar la histórica visita del presidente egipcio Anwar al-Sadat a Israel.

Tampoco se dejaron de lado las buenas relaciones con el bloque comunista y en 1970 firmó un tratado de amistad y cooperación con la URSS y otro con Hungría en 1972; el presidente soviético Leonid I. Brezhnev visitó el país en 1976 y Ceausescu viajó a la Unión Soviética y a la República Democrática de Alemania Oriental (ahora parte de la unificada República Federal de Alemania). Rumania también firmó acuerdos hidroeléctricos con Yugoslavia (1976) y Bulgaria (1977). En 1971 se incorporó al Banco de Inversión Internacional Comunista y ese mismo año, dando un paso sin precedentes en el bloque soviético, Ceausescu visitó la República Popular China para firmar acuerdos económicos y de transporte aéreo. En 1980 rechazó apoyar la invasión soviética de Afganistán.

Moderado en política exterior, Ceausescu impuso estrictamente la ortodoxia comunista en asuntos interiores. En 1971 tomó medidas enérgicas sobre todo lo relativo a cualquier disidencia política y cultural. En 1975 fue reelegido jefe de Estado y en 1977 se reorganizó el partido y el gobierno. A pesar del enorme daño causado por las graves inundaciones de 1970 y 1975 y el terremoto de 1977, la economía mantuvo su crecimiento, especialmente la industria pesada y el comercio exterior. Sin embargo los salarios reales se incrementaron poco y comenzaron a escasear los alimentos, el petróleo y la electricidad en la década de 1980, ya que Ceausescu utilizó prácticamente todas las reservas de divisas de Rumania para liquidar la fuerte deuda exterior, estimada en 11.000 millones de dólares. El resentimiento popular hacia el dirigente comunista se agravó tras el forzado programa de reasentamientos de campesinos en viviendas colectivas, anunciado en 1988, lo que significaba la destrucción de más de 8.000 pueblos.

El cambio de régimen

 

La represión brutal de Ceausescu de las manifestaciones antigubernamentales en Timisoara volvió al ejército contra él, por lo que el 22 de diciembre de 1989 se vio forzado a huir de Bucarest con su esposa Elena; capturados y juzgados en secreto, fueron ejecutados el 25 de diciembre. Un órgano de gobierno provisional, el Consejo de Salvación Nacional, dirigido por Ion Iliescu, revocó muchas de las políticas represivas de Ceausescu y encarceló a algunos de los destacados dirigentes del régimen. En mayo de 1990 el Frente de Salvación Nacional (FSN), formado mayoritariamente por antiguos comunistas, ganó las elecciones multipartidistas legislativas y presidenciales, e Iliescu fue proclamado presidente de Rumania. En junio miles de mineros fueron llevados a Bucarest para reprimir las manifestaciones antigubernamentales; en octubre se introdujo un programa de austeridad económica y, a finales de 1991, entró en vigor una nueva Constitución. En octubre de 1992 el presidente Iliescu consiguió la reelección y en noviembre formaron un nuevo gobierno los independientes y los miembros del Frente de Salvación Nacional Democrático (FSND), uno de los dos partidos surgidos tras la división del FSN. Sin embargo las manifestaciones populares contra la inflación, el desempleo y los bajos salarios continuaron y fueron en aumento durante toda la primavera de 1993 después de que el Gobierno retirara las subvenciones a los productos y servicios, por lo que los trabajadores del sector público demandaron salarios más altos. En febrero de 1994 más de dos millones de trabajadores efectuaron una huelga general para protestar por las carencias que establecía la reforma económica.

A comienzos de la década de 1990 Rumania sufrió una significativa agitación étnica, consecuencia del desarrollo de movimientos ultranacionalistas que centraron sus ataques en los gitanos (provocando un éxodo masivo a Alemania) y en los húngaros de Transilvania, lo que hizo que las relaciones con Hungria se hicieran muy tensas. Durante el verano de 1993 el gobierno rumano reconoció los derechos educativos y lingüísticos a las etnias alemana y húngara dentro de sus fronteras. Sin embargo la entrada en el gobierno de nacionalistas procedentes de Romania Mare y del Partido de la Unidad Nacional Rumana en 1994, amenazó la coexistencia pacífica con la minoría húngara de Transilvania.

En el ámbito exterior, en 1992 Rumania firmó un tratado de cooperación con Alemania; consolidó las relaciones con Francia, Israel, Grecia, Turquía, Moldavia y la Santa Sede; firmó un acuerdo de cooperación defensiva con Bulgaria y un acuerdo de asociación con la Comunidad Europea (ahora Unión Europea). En junio de 1993 Rumania recibió una invitación formal para ingresar en la Unión Europea.