Palestina

 

 

 

La provincia romana

 

 

A la dominación persa de Palestina le siguió el gobierno griego cuando Alejandro Magno de Macedonia conquistó la región en el año 333 a.C. Los sucesores de Alejandro, los Tolomeos de Egipto y los Seléucidas de Siria, continuaron gobernando la zona. Estos últimos intentaron imponer la cultura y religión helenística (griega) a la población. En el siglo II a.C., sin embargo, los judíos se rebelaron dirigidos por los Macabeos y organizaron un estado independiente (141-63 a.C.) hasta que Pompeyo el Grande conquistó Palestina para Roma y la convirtió en una provincia gobernada por dirigentes judíos. Durante el reinado del rey Herodes el Grande (37-4 a.C.), nació Jesucristo.

Estallaron dos revueltas judías contra la dominación romana (del año 66 d.C. al año 73 y del año 132 al año 135), pero fueron reprimidas. Después de la segunda, la destrucción de Jerusalén y la dura represión sobre los judíos provocó su diáspora hacia otros territorios. Judea pasó a llamarse Palestina.

Palestina recibió una atención especial cuando el emperador romano Constantino I legalizó el cristianismo en el año 313 d.C. Su madre, Elena, visitó Jerusalén, y Palestina, en calidad de Tierra Santa, se convirtió en el centro de las peregrinaciones cristianas. La consecuencia de esto fue una época dorada de prosperidad, seguridad y cultura. La mayoría de la población se helenizó y cristianizó. No obstante, el gobierno bizantino fue interrumpido por una breve ocupación persa (614-629) y finalizó completamente cuando los ejércitos musulmanes conquistaron Jerusalén en el año 638 d.C.