Italia

 

 

El periodo napoleónico

En 1796 Napoleón Bonaparte, que más tarde sería emperador de Francia, invadió Italia. Como consecuencia de sus conquistas, el Tratado de Campoformio (1797) establecía la creación de la República Cisalpina, con Milán como capital, y la República Ligur, con capital en Génova. Posteriormente, la República Cispadana (Reggio, Módena y Bolonia) quedó incorporada a la República Cisalpina. Además, Venecia y su territorio pasó a ser una posesión de Austria. En 1805, Napoleón fue coronado rey de Italia en Milán. Al año siguiente se hizo con el reino de Nápoles, sin embargo no pudo conquistar la isla de Sicilia que la flota inglesa defendió para sus soberanos Borbones. El reino de Nápoles fue entregado primero a José Bonaparte, hermano de Napoleón, y más tarde a su cuñado Joachim Murat. En 1810, toda la península, incluida Roma, estaba bajo el control del Imperio francés.

El dominio de Napoléon sobre Italia empezó a debilitarse tras la derrota sufrida por el emperador en Leipzig (1813) que siguió a la invasión del norte de Italia por Austria y la ocupación de Génova por la flota inglesa. El Congreso de Viena (1814-1815) devolvió a Austria el control del reino de Lombardia-Venecia, le otorgó Trentino, Istria, Trieste y Venecia Julia, y le permitió gobernar por medio de su dinastía en Toscana, Módena y Parma. Sólo el reino de Piamente-Cerdeña, el de Nápoles y los Estados Pontificios mantuvieron la independencia política.