Italia |
La dictadura fascista Aunque Mussolini fue investido de amplias
prerrogativas de gobierno con objeto de restaurar el orden en el país, al
principio gobernó dentro de los márgenes constitucionales. En 1923
encabezó un gobierno de coalición en el que participaban liberales,
nacionalistas, y católicos, así como los seguidores del fascismo. La
violencia desatada en las elecciones de 1924 y el asesinato del diputado
socialista Giacomo Matteotti ese mismo año provocó la supresión del
orden constitucional. Poco a poco Mussolini creó un Estado totalitario en
el que el Parlamento carecía de poderes. Además, se declaró responsable
de sus actos sólo ante el rey y obligó al Parlamento a que reconociera
su autoridad para aprobar decretos con rango de ley. También estableció
la censura de los medios de comunicación y en 1926 suprimió los partidos
de la oposición. Política
económica En 1928 nuevas medidas se sumaron a las anteriores en
el proceso de transformación de la nación en un estado fascista. El
poder supremo estaba en manos del Gran Consejo Fascista, al que pertenecían
los altos cargos del partido y cuyo presidente era el primer ministro. El
Gran Consejo elegía a los candidatos a la Cámara de Diputados, además
de tener la prerrogativa de ser consultado sobre cualquier cuestión de
importancia, especialmente sobre la elección de un heredero al trono y
sucesor de Mussolini. El dictador consiguió uno de sus triunfos diplomáticos
más importantes en 1929 con la firma de los Pactos de Letrán entre el
Estado italiano y la Santa Sede, que acabaron con 60 años de controversia
sobre el poder temporal del papa, que se originó tras la creación en
Roma de la Ciudad del Vaticano. En 1934, la creación de 22 corporaciones
en las que estaban representados los trabajadores y los empresarios del país,
supuso un paso más en la reorganización de la actividad económica de
Italia como Estado corporativo. Todas las corporaciones contaban con
miembros del partido fascista en sus consejos de administración, y
Mussolini era el presidente de todas ellas. Los distintos consejos
formaron el Consejo Nacional de Corporaciones. Durante la depresión económica mundial que comenzó
en 1929, el gobierno fascista acentuó su intervención en la economía
del país para evitar la desintegración de numerosas industrias. La
construcción de nuevas fábricas o la ampliación de las ya existentes no
podía llevarse a cabo sin el consentimiento expreso del gobierno, que
reorganizó la industria metalúrgica, amplió las plantas hidroeléctricas
y se embarcó en una serie de proyectos de obras públicas. Casi a finales
de 1933, Mussolini anunció que la Cámara de Diputados debía transferir
sus funciones al Consejo Nacional de Corporaciones, hecho que ocurrió en
1939, en que la Cámara de Diputados cedió su lugar a la Cámara de
Fascios y Corporaciones, formada por 800 miembros nombrados por el Consejo
Nacional de Corporaciones. Las corporaciones de los distintos sectores
industriales se encargaban de regular los precios y salarios y planificar
la política económica, entre otras funciones. La
relación con Alemania El nombramiento en 1933 de Adolf Hitler como canciller
de Alemania fue recibido con cautela por la censurada prensa italiana.
Hitler, en cambio, manifestó su simpatía hacia el fascismo italiano. No
obstante, el eje germano-italiano no se formó inmediatamente, y la
relaciones entre Francia e Italia incluso mejoraron durante cierto tiempo,
en parte debido al intento alemán de incorporar Austria al III Reich en
1934. Mussolini mandó 75.000 soldados italianos a la frontera con Austria
y anunció que intervendría si Alemania invadía Austria. Italia dio un
paso más en su relación con las potencias que habían sido sus aliadas
durante la I Guerra Mundial en 1935, al formar junto con Francia y
Gran Bretaña el Frente de Stresa, instituido en una conferencia celebrada
en esta ciudad italiana para protestar contra las reiteradas violaciones
del Tratado de Versalles por parte de Alemania. La
campaña de Etiopía El suceso que trastocó la alineación de los países
europeos y propició el entendimiento entre las dictaduras nacionalista de
Alemania y fascista de Italia fue la invasión italiana de Etiopía en
1935. Era un hecho admitido que este país africano quedaba dentro de la
esfera de influencia italiana, al que estaba vinculado por numerosos
acuerdos, sobre todo comerciales. Sin embargo, Italia aprovechó cualquier
ocasión para intentar hacerse con el control de Etiopía y convertirla en
una colonia del imperio italiano. Antes del estallido de la guerra, Italia
y Francia firmaron en 1935 un acuerdo por el que Italia se comprometía a
ayudar a Francia, que pretendía evitar el rearme de Alemania, y a cambio
Francia se comprometía a entregar ciertas posesiones africanas a Italia.
Gran Bretaña, que vio en la agresiva política de expansión italiana una
amenaza para sus intereses en África, se opuso enérgicamente al plan de
Mussolini. El 3 de octubre Italia invadió Etiopía. Cuatro días
más tarde, la Sociedad de Naciones acusó a Italia de violar los
compromisos adquiridos y le impuso sanciones económicas por su agresión.
Sin embargo, la Sociedad de Naciones fue incapaz de hacer efectivas dichas
sanciones, lo que contribuyó a que Mussolini consiguiera su propósito y,
el 9 de mayo de 1936, el dictador ocupó oficialmente Etiopía y proclamó
al rey Víctor Manuel III emperador de Etiopía. En el plazo de un mes,
junto con Eritrea y la Somalia italiana, Etiopía formó la colonia del África
Oriental Italiana. En octubre de 1936, tras el reconocimiento alemán de
la conquista de Italia, Hitler y Mussolini firmaron un acuerdo de actuación
conjunta de cara a conseguir sus objetivos comunes. La
Guerra Civil española El apoyo activo de Mussolini a la causa del general
Francisco Franco en la Guerra Civil española contribuyó a complicar el
ya difícil panorama de la economía italiana. Las tropas italianas
desempeñaron un papel de importancia en las batallas de Málaga y
Santander. La Fuerza Aérea italiana participó en numerosos combates y
los submarinos italianos hundieron, supuestamente, muchos barcos neutrales
que se dirigían a los puertos leales al gobierno republicano cargados de
combustible, alimentos y otros suministros. En la batalla de Guadalajara (marzo
de 1937), el ejército republicano derrotó a las fuerzas italianas. Según
un oficial italiano, la derrota se saldó con 4.000 bajas y 15.000 heridos. El
Eje Roma-Berlín La cooperación entre Italia y Alemania empezó a dar
sus frutos en 1937. Después de la visita de Mussolini a Alemania, en
septiembre, Italia anunció su adhesión al Pacto Anti-Komintern que habían
suscrito Alemania y Japón, y poco después abandonó la Sociedad de
Naciones. La primera acción importante de la política de apoyo a
Alemania fue la negativa de Mussolini a ayudar a Austria cuando en marzo
de 1938 ésta fue anexionada por Alemania. Mientras tanto, la ideología
nazi encontraba en Italia una aceptación cada vez mayor, lo que se reflejó
en la adopción de una serie de medidas encaminadas a impedir la
participación en la vida pública de los judíos italianos. Dichas
medidas se completaron con la aprobación de una ley para excluir a los
judíos de los órganos de gobierno tanto civiles como militares. En el
transcurso de las negociaciones del Pacto de Munich (1938) y la posterior
invasión alemana de los Sudetes (que condujo a la desintegración del
Estado checoslovaco), Mussolini apoyó en todo momento las demandas de
Hitler. En mayo de 1939 firmaron un pacto de ayuda militar, cuyas
consecuencias más inmediatas fue la anexión de Bohemia y Moravia por
parte de Alemania y la de Albania por parte de Italia. |