Italia |
La II Guerra Mundial Cuando en septiembre de 1939 comenzó la II Guerra
Mundial, Mussolini dejó claro que él no estaba obligado a ayudar
militarmente a Alemania, ya que anteriormente había dejado muy claro a
los nazis que Italia no estaría preparada para la guerra hasta 1942. La
entrada en la guerra Los éxitos de Alemania durante el primer año del
conflicto, hicieron que Mussolini cambiara su política. En junio de 1940,
Francia había sido derrotada y Gran Bretaña estaba aislada frente al
poderoso Ejército alemán; Italia decidió intervenir en el conflicto y
conceder un armisticio a Francia. En agosto de 1940, el Ejército italiano
del África Oriental ocupó la Somalia británica, y el mes siguiente las
tropas fascistas de Libia y el África Oriental Italiana desplegaron una
gigantesca maniobra que tenía como objetivo aplastar las defensas británicas
de Egipto. El 28 de octubre de 1940, las fuerzas fascistas desplegadas en
Albania invadieron Grecia, en teoría para desviar las tropas británicas
de Egipto y asegurarse posiciones en la península griega. No obstante, la
invasión no tuvo éxito y los griegos consiguieron expulsar a los
italianos de Grecia y Albania. La derrota, a la que le siguieron las
victorias británicas en el Mediterráneo y Egipto, hizo tambalearse los
cimientos del régimen fascista. Mussolini se vio obligado a pedirle ayuda
a Hitler, con lo que a partir de entonces la influencia alemana fue cada
vez mayor en todos los campos de la política italiana. Los grandes
cambios realizados en la cúpula militar italiana y otras reformas puestas
en práctica no lograron devolver la moral al pueblo italiano. La
ocupación de los Balcanes En 1941, Italia, además de sufrir varias derrotas, veía
cómo la crisis económica empeoraba a causa del bloqueo aliado. Los
sentimientos antifascistas se propagaron entre la población. El resultado
satisfactorio de la campaña de los Balcanes, que fue posible gracias a la
ayuda de Alemania, compensó de alguna manera a los fascistas, ya que
Italia se había hecho con el control de algunos territorios más.
Mediante un acuerdo con Alemania, Italia recibió la casi totalidad de
Grecia, aunque muy pronto se dio cuenta de que sus posesiones en los
Balcanes eran un espejismo, en vista de que era Alemania quien realmente
ejercía el control del territorio griego. Además, Italia se vio obligada
a pagar un precio cada vez mayor por la ayuda militar de Hitler. Las
reservas de alimentos y otros artículos disminuían como consecuencia de
las enormes cantidades que eran enviadas al III Reich a cambio del carbón
y el petróleo alemán. Italia declaró la guerra a la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) el 22 de junio de 1941, el mismo día que
se produjo la invasión alemana, y cinco semanas más tarde, la I división
italiana partió hacia el frente soviético. Las dificultades que encontró
Alemania en su ofensiva hicieron que Hitler ejerciera cada vez más presión
sobre el dictador italiano. La
entrada de Estados Unidos en el conflicto Al tiempo que sucedían estos hechos, las relaciones
entre Estados Unidos e Italia se deterioraban progresivamente. En marzo,
el gobierno de Estados Unidos retuvo 28 barcos mercantes italianos en los
puertos del país y arrestó a los miembros de las tripulaciones que
sabotearon las embarcaciones por orden del agregado naval italiano en
Washington D.C. Además, exigió la inmediata destitución del agregado,
ante lo cual Italia respondió exigiendo la destitución del agregado
militar estadounidense en Roma. En junio, las propiedades del gobierno
italiano en Estados Unidos fueron confiscadas, ante lo cual Italia actuó
de igual manera con las propiedades estadounidenses en el país. La
alineación de países alcanzó su punto de máxima tensión en diciembre,
cuando Mussolini, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, declaró la
guerra a Estados Unidos. En 1942, el fascismo italiano tenía ante sí un
panorama desalentador. En el norte de África las efímeras victorias
italo-germanas se desvanecían ante las ofensivas enérgicas lanzadas por
los británicos. Las tropas del Eje sufrieron serios reveses en la URSS.
Las tropas de ocupación italianas en Albania, Yugoslavia y Grecia
sufrieron pérdidas de consideración a causa de la resistencia planteada
por sus respectivas guerrillas. El
control alemán Mientras el pueblo italiano se enfrentaba a un crudo
invierno debido a la escasez de alimentos y combustible, el control alemán
sobre el país, la corrupción e ineficacia de los oficiales fascistas y
el incumplimiento de las leyes de racionamiento por parte de los más
ricos e influyentes contribuía a crear un ambiente dominado por la falta
de moral. En octubre, los británicos protagonizaron una serie de ataques
aéreos contra las ciudades industriales del norte del país. Por otra
parte, las tropas británicas y estadounidenses establecieron bases aéreas
en Argelia y Cirenaica y bombardearon el sur de Italia. El prestigio político
del régimen fascista era cada vez menor. En febrero de 1943, con la
esperanza de cambiar la situación, Mussolini asumió el control absoluto
de los asuntos políticos y de las operaciones militares. Cuando en mayo
las tropas del Eje fueron derrotadas en Tunicia, creó un Consejo de
Defensa para prepararse contra una posible invasión aliada del país.
Todos sus esfuerzos por reforzar las defensas y levantar la moral del país
resultaron infructuosos ante los ataques aéreos de los aliados. La
invasión de Italia El 10 de julio de 1943, tras la capitulación de la
isla italiana de Pantelleria, lugar de gran importancia estratégica en la
zona del Mediterráneo, el ejército aliado invadió Sicilia. Seis días
después, el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt y el
primer ministro británico Winston Churchill se dirigieron a través de un
mensaje por radio al pueblo italiano pidiendo su inmediata rendición para
evitar mayores devastaciones. Al día siguiente, los aviones aliados
arrojaron sobre Roma panfletos advirtiendo de un posible ataque contra las
instalaciones militares próximas a la ciudad y prometiendo el máximo
cuidado para no destruir ni edificios habitados ni monumentos.
Aproximadamente unos 500 bombarderos aliados tomaron parte en la destrucción
de los depósitos de armas, fábricas de municiones y aeródromos cercanos
a la ciudad. El bombardeo desencadenó un éxodo masivo de la
población romana y provocó el estallido de la crisis política. Durante
el ataque, Mussolini se encontraba en Verona con Hitler decidiendo las
medidas que había que tomar frente a la invasión aliada. Cuando regresó
a Roma tuvo que hacer frente a la petición de una reunión del Gran
Consejo Fascista para analizar la crisis del Ejército italiano. Tras un
duro debate, el Consejo retiró su confianza a Mussolini. El 25 de julio,
el rey Víctor Manuel III solicitó su dimisión y lo puso bajo arresto
militar. Además, le encargó al mariscal Pietro Badoglio la formación de
un nuevo gobierno, cuyas primeras medidas fueron decretar la completa
abolición de las organizaciones fascistas en Italia. Capitulación
y armisticio La caída de Mussolini provocó la celebración de
clamorosas manifestaciones pacíficas en todo el país. Mientras tanto,
los aliados continuaban su avance en Sicilia. Churchill instó a Italia a
elegir entre romper su alianza con Alemania o sufrir las consecuencias de
un agravamiento del conflicto. El general Dwight D. Eisenhower, comandante
en jefe de las fuerzas aliadas, prometió al pueblo italiano una paz
honrosa si los italianos retiraban su ayuda a los alemanes. A mediados de
agosto, cuando los aliados iniciaron la invasión de la península
italiana, un representante del primer ministro Badoglio llegó a Lisboa
con la oferta de unirse a los aliados contra Alemania. Oficiales
estadounidenses y británicos negociaron con el emisario italiano,
partiendo de la base de la rendición incondicional de Italia. El 3 de
septiembre, día en que comenzó la invasión del sur de Italia, se firmó
el armisticio. La
lucha por Italia El anuncio del armisticio desencadenó una trepidante
carrera entre aliados y alemanes para hacerse con los territorios, bases,
armas, suministros, comunicaciones y demás material anteriormente bajo
control italiano. Una gran fuerza anfibia británico-estadounidense
desembarcó en las playas de Salerno, al sur de Nápoles, para dirigirse
al interior y cercar las unidades alemanas que estaban en la vanguardia
del Ejército británico. Sin embargo, los alemanes refrenaron el avance
de las tropas aliadas hasta que las unidades alemanas del sur de Italia se
retiraron. Además, tomaron las ciudades y puntos estratégicos del centro
y norte del país, desarmaron a las tropas italianas y rodearon a miles de
supuestos enemigos. El 10 de septiembre ocuparon Roma, de donde dos días
antes habían huido el rey Víctor Manuel III y Badoglio. Los aliados
fueron más afortunados en la carrera por el control de la flota italiana.
En respuesta a un mensaje del comandante de marina aliado en el Mediterráneo,
todos los barcos de guerra italianos útiles abandonaron sus bases en La
Spezia y otros puertos italianos para rendirse a los aliados, según los términos
del armisticio firmado por Italia. Los alemanes conservaron la ayuda de los profascistas
italianos gracias al anuncio, en septiembre, de la proclamación de la República
Social Italiana, regida por Mussolini en oposición al gobierno de
Badoglio. El dictador italiano había sido liberado de su prisión por
tropas paracaidistas alemanas, por lo que no pudo hacerse efectiva la
promesa de Badoglio de entregar Mussolini a los aliados. Italia
declara la guerra a Alemania Según las peticiones de los aliados y del pueblo
italiano, el 13 de octubre, Badoglio hizo pública la declaración de
guerra por parte de Italia a Alemania y reorganizó su gobierno de forma más
democrática. Para llevar a cabo su pretensión de contar para su gabinete
con los líderes de varios grupos políticos antialemanes, inició una
serie de consultas con los dirigentes de seis partidos políticos
disueltos por Mussolini que habían formado el Comité de Liberación
Nacional. Sin embargo, dichas formaciones manifestaron que sólo consentirían
en formar un gobierno representativo si el rey abdicaba. Víctor Manuel se
negó y Badoglio renunció a tomar parte en cualquier acto tendente a su
expulsión. Como solución temporal, organizó el llamado 'gobierno técnico
de expertos' no pertenecientes a partidos políticos cuyo objetivo era
dotar al país de un gobierno. En noviembre el Comité de Liberación
Nacional votó en contra del primer ministro y pidió la abdicación del
rey. El
rey abdica En abril de 1944, Víctor Manuel III anunció su
decisión de retirarse de la vida pública y nombró a su hijo Humberto, más
tarde Humberto II, lugarteniente general del Reino, nombramiento que sería
efectivo cuando las tropas aliadas entrasen en Roma. Esto dejó libre el
camino para la formación de un gobierno representativo del Comité de
Liberación Nacional. El Ejército aliado liberó Roma el 4 de junio, tras
lo cual el rey abdicó en su hijo Humberto. Sin embargo, los dirigentes de
los partidos del Comité se negaron por unanimidad a formar gobierno bajo
las órdenes de Badoglio. Finalmente, el puesto de primer ministro fue
ocupado por Ivanoe Bonomi, que formó un gobierno de coalición. Los planes de reformas internas que este gabinete
pretendía llevar a cabo resultaron en su mayor parte nulos, ya que el
gobierno se encontraba bajo la jurisdicción y control de los aliados.
Oficiales estadounidenses y británicos, temerosos de todo lo que pudiera
obstaculizar los esfuerzos de guerra aliados, vetaron todas las tentativas
de cambio económico o social. Las autoridades aliadas tampoco veían con
buenos ojos a los voluntarios antifascistas y a los miembros de la
resistencia, la mayoría de ellos radicales. El nuevo gobierno manifestaba,
pese a su heterogeneidad, cierto consenso respecto a los temas políticos
básicos. Los liberales de clase media y los radicales de clase obrera
compartían la creencia de que los términos del armisticio serían
modificados y de que Italia tendría la oportunidad de transformarse en
una democracia independiente. Los comunistas y socialistas, enconados
adversarios políticos, pedían reformas económicas. Incluso entre los
comunistas y los católicos existían parcelas de entendimiento común. Un
duro invierno El invierno de 1944-1945 estuvo marcado por las
grandes penalidades que hubo de soportar la población, en especial las
regiones devastadas por los alemanes en su retirada. Por todo el centro
del país se veían pueblos incendiados, campos inundados y fábricas, vías
férreas, estaciones eléctricas y puentes en estado ruinoso. Unas 800.000
ha de tierras de cultivo estaban sin sembrar y los artículos de primera
necesidad habían alcanzado precios prohibitivos. A la vista de la miseria
generalizada, el PSI y el partido de Acción criticaron duramente el
liderazgo de Bonomi. La paralización de la actividad industrial, el
desempleo masivo y la elevadísima inflación frustraban los esfuerzos del
gobierno encaminados a la rehabilitación de la economía del país. La
muerte de Mussolini La ofensiva aliada final comenzó en abril de 1945 y a
finales del mes el Ejército alemán había sido completamente derrotado.
Mussolini, junto con su amante, Clara Petacci, y varios oficiales de alta
graduación, cayó en manos de los partisanos en una pequeña ciudad
cercana al lago Como. Tras la celebración de un juicio sumarísimo, el 28
de abril fueron ejecutados. Después de producirse la rendición de los
alemanes, el 2 de mayo del mismo año, los seguidores de Mussolini
sufrieron crueles actos de venganza. Sólo en Milán, más de 1.000
seguidores del fascismo fueron fusilados. El
ascenso de De Gasperi En cumplimiento de una promesa previa, Bonomi dimitió
tras la liberación del norte de Italia. Tras ello, se formó un gobierno
de coalición con representación de todos los miembros del Comité de
Liberación Nacional. El nuevo gobierno encabezado por Ferruccio Parri, líder
del Partido de Acción, no fue capaz de dar soluciones a los problemas con
que se enfrentaba Italia. En octubre, los monárquicos y los dirigentes
del Partido Liberal acusaron al primer ministro Parri de violación de la
tregua sobre la cuestión de la monarquía, y éste se vio obligado a
dimitir. La crisis consiguiente quedó patente en las manifestaciones
violentas en protesta por el alto índice del coste de vida en el sur de
Italia. El Comité de Liberación Nacional decidió finalmente nombrar
primer ministro a Alcide de Gasperi, líder del Partido de la Democracia
Cristiana, que asumió el cargo el 9 de diciembre. El año 1946 fue de una dureza sin par para la mayoría
del pueblo italiano. Aunque las privaciones daban lugar a ocasionales
manifestaciones del malestar civil que dominaba el ambiente, el estado de
la población fue de indiferencia durante la campaña que precedió al
referéndum nacional y durante las elecciones de junio para elegir la
Asamblea Constituyente. En abril, durante la convención del Partido de la
Democracia Cristiana, quedó patente el sentimiento antimonárquico en el
resultado de la votación celebrada, en la cual los partidarios de la república
ganaron por una ventaja de 3 a 1. El 9 de mayo el rey Víctor Manuel III
abdicó en favor de su hijo Humberto II. |