Francia

 

 

La monarquía constitucional

Luis XVIII comprendió que Francia no podía volver al régimen prerrevolucionario. Garantizó el cumplimiento de una constitución, la Carta de 1814, que establecía una monarquía parlamentaria y reformas sociales expresadas en los códigos de leyes napoleónicos. El régimen era representativo pero no democrático, ya que el derecho de voto estaba limitado a menos de 100.000 propietarios importantes.

En los difíciles primeros meses, la incompetencia del gobierno lo enfrentó a la mayor parte de la población y, cuando Napoleón volvió a Francia en marzo de 1815, Luis se dio cuenta de que tenía poco apoyo en su propio reino. Pero después de la derrota de Waterloo no hubo impedimentos a la restauración de Luis. Los dirigentes aliados, menos dispuestos a olvidar el apoyo del país a Napoleón, impusieron a Francia la ocupación militar de dos tercios de su territorio durante cinco años y el pago de una fuerte indemnización.

La segunda Restauración de 1815 hizo estallar una ola de venganza, denominada ‘terror blanco’, contra los bonapartistas y los republicanos. El resultado fueron varios muertos, cientos de heridos y diversas represalias legales contra quienes habían propiciado el regreso de Napoleón durante los Cien Días. Las primeras elecciones parlamentarias, celebradas en 1815, dieron el poder a una cámara ultrarrealista partidaria de una política reaccionaria. En 1816, Luis XVIII disolvió esta cámara bajo la presión de las potencias europeas, que temían que pudiera estallar una nueva revuelta. En las siguientes elecciones obtuvieron la mayoría los monárquicos moderados. La productividad económica se reactivó y expandió. Tras el Congreso de Aquisgrán (1818) finalizó la ocupación extranjera y Francia fue aceptada de nuevo en los foros internacionales europeos, ingresando en la Santa Alianza. Sin embargo, los años de gobierno de los moderados dieron paso en 1820, tras el asesinato del duque de Berry, heredero del trono, al gobierno de los ultrarrealistas y a la coronación de su máximo exponente, el conde de Artois, como rey de Francia en 1824, con el nombre de Carlos X.

Los liberales protestaron al considerar que las libertades francesas peligraban, pero los Borbones proporcionaron a Francia un gobierno estable, honesto, eficiente y sin presiones. Propiciaron un ambiente en el que prosperaron la industria y el comercio y en el que Francia recuperó la primacía intelectual y artística vivida en el siglo anterior.