Francia |
Luis IX Luis IX el Santo subió al trono a la edad de 12
años, con su madre Blanca de Castilla como regente. Algunos de los señores
feudales franceses pensaron que era un momento apropiado para rebelarse
contra el gobierno real y unieron sus fuerzas con los ingleses, quienes
estaban impacientes por recuperar los territorios perdidos, pero Blanca
fue capaz de sofocar sus conspiraciones y rebeliones. El gran logro nacional de Luis IX, que gobernó
entre 1226 y 1270, fue conseguir la lealtad de las provincias conquistadas
a través de una administración justa y equitativa. El monarca tuvo
cuidado de impedir la corrupción y el abuso de autoridad mediante el envío
de investigadores para recoger las quejas de sus súbditos contra los
oficiales reales. Bajo su mandato, el gobierno real se hizo más
profesional y especializado. Como hombre devoto, Luis deseó coronar su carrera con
una Cruzada, por lo que en 1247 marchó al Oriente Próximo. Dirigió un
ataque en Damietta (Egipto), pero los defensores musulmanes frenaron
pronto su avance. Luis viajó entonces hacia Tierra Santa para reforzar
las fortificaciones cristianas. En 1270 preparó una nueva Cruzada, pero
una epidemia de peste diezmó su ejército y provocó su muerte mientras
atacaba Túnez. A pesar de su intervención en las malogradas séptima y
octava Cruzadas, Luis fue querido y respetado. Después de su muerte se le
atribuyeron varios milagros y, en 1297, fue santificado. Felipe III el Atrevido fue el quinto rey francés
que consecutivamente participó en las Cruzadas —en este caso para
luchar contra los musulmanes en la península Ibérica— y el tercero en
morir en una de ellas. Acordó el matrimonio de su hijo con la heredera
del condado de Champaña, que de esta manera se añadió a las posesiones
de la Corona francesa. |