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La Galia romana En el 121 a.C. los romanos ocuparon la antigua
colonia griega de Massalia, a la que llamaron Massilia, y fundaron en
torno a ese año otros asentamientos en el interior, en Narbona, que
constituyeron la base territorial de la floreciente provincia romana de la
Galia Narbonense. Julio César conquistó el resto de la Galia entre el
58 y el 51 a.C. Las tierras entonces conquistadas se denominaron
Galia Bélgica, Galia Lugdunense y Aquitania. El centro administrativo
principal estaba en Lugdunum (actual Lyon). Una vez que los romanos consolidaran su poder sobre la
Galia, el problema principal fue defender la extensa frontera nororiental
expuesta a los pueblos germanos. Roma intentó conquistar las tierras germánicas
más allá del Rin y creó la colonia Agrippinensis (la actual Colonia
alemana, una base equivalente a Lugdunum). Sin embargo, después de ser
derrotados por los germanos en el año 9 a.C., los romanos se
limitaron a defender la frontera del Rin. Muchos galos sirvieron en las
legiones romanas fronterizas y los dos primeros siglos de dominación
romana fueron relativamente pacíficos. En el siglo III d.C., cuando el Imperio romano
comenzó a declinar, la Galia romana se vio afectada por una serie de
problemas: inestabilidad política, disminución del abastecimiento de
esclavos, plagas, aumento de la inflación con la consiguiente inseguridad
económica, presión de las tribus germánicas a lo largo de la frontera y
ruptura general de la ley y el orden. El emperador Diocleciano, desde su
residencia imperial en Tréveris (actualmente en Alemania), impuso
reformas militares y fiscales que posibilitaron un periodo de relativa
estabilidad. El cristianismo, que se había introducido en el siglo II
a pesar de sufrir persecuciones, floreció bajo la protección imperial
durante el siglo IV, un periodo de desorden político. En el siglo V,
se convirtió a su fe incluso la aristocracia galorromana, con lo que
miembros de las antiguas familias senatoriales pasaron a ocupar posiciones
episcopales. A lo largo de todo el siglo IV, pequeños grupos
de germanos se habían asentado en la Galia por medio de foedus (pactos) con las autoridades romanas. En el 406 este
movimiento se convirtió en una invasión cuando los vándalos, suevos y
alanos atravesaron la frontera, se desplazaron rápidamente a través de
la Galia y entraron en Hispania (España). En el 412 los visigodos se
asentaron en el sur de la Galia, concretamente en Aquitania, procedentes
de Italia, y, en el 440, los burgundios lo hicieron a su vez en la Galia
oriental. En el noroeste, los bretones, celtas procedentes de Britania,
que había sido invadida por las tribus sajonas, solicitaron y
consiguieron refugio en el continente y dieron su nombre a la región de
Bretaña. En el 451, germanos, romanos y galos se unieron para derrotar a
una nueva oleada de invasores, los hunos, bajo la jefatura de Atila. |