Francia |
Las guerras de religión El aumento de la población, sin el correspondiente
aumento en la producción, y la inflación monetaria llevaron a la
mayoría del pueblo a la pobreza. La Reforma protestante, que se extendió
desde Alemania durante el reinado de Francisco I, había atraído a
muchos seguidores; pero en las décadas de 1540 y de 1550 los postulados y
doctrinas de Juan Calvino desarrollaron en Francia una forma peculiar del
protestantismo, y consiguió el apoyo de muchos seguidores entre la
nobleza y el pueblo llano. Enrique II consideró el calvinismo una
amenaza a la autoridad real e intentó acabar con él. Bajo el reinado de
sus tres hijos, que le sucedieron, las guerras de Religión, donde se
mezclaron conflictos religiosos, políticos y dinásticos, desgarraron el
país. El fanatismo religioso de los combatientes y la brutalidad de los
mercenarios hicieron que en la guerra fueran habituales los saqueos, la
crueldad y las atrocidades. El
régimen de Catalina de Medici A la muerte de Enrique II en 1559, subió al
trono su hijo de 15 años de edad Francisco II, que sucedió a su
padre sólo durante dos años, 1559 y 1560. A Francisco le sucedió su
hermano de 13 años, Carlos IX, que reinó hasta 1574. La reina madre,
Catalina de Medici, fue la gobernante virtual durante casi todo este
tiempo y continuó influyendo en el reinado de su tercer hijo,
Enrique III (1574-1589). La principal preocupación de Catalina
consistió en defender la autoridad real de sus hijos, comprometida por
los enfrentamientos entre católicos y hugonotes. En este contexto se
produjo la famosa masacre de la Noche de San Bartolomé, que tuvo lugar en
París en agosto de 1572, cuando los católicos, aprovechando una reunión
de dirigentes protestantes y sus numerosos seguidores, les atacaron
asesinando a unas 2.000 personas. El
ascenso de Enrique de Navarra El último hermano de Enrique III murió en 1584
y Enrique de Navarra, descendiente de Luis IX y dirigente de los
hugonotes, pasó a ser el heredero del trono. Rechazado por la perspectiva
de ser un rey herético, algunos de los miembros del partido católico
conspiraron para impedir esta sucesión mediante la sustitución del rey
Enrique III por Enrique I de Guisa, dirigente de la Liga Santa.
Alertado sobre esto, Enrique III convocó a Enrique de Guisa a una
reunión de los Estados Generales en Blois en 1588, donde éste fue
asesinado. Al año siguiente el propio rey Enrique III —el último
de la dinastía de los Valois— cayó víctima de la espada de un asesino. |