Francia

 

 

Francia bajo los Borbones

En 1598, con la expulsión de las últimas tropas españolas del territorio francés, finalizó el largo periodo de guerra. En el mismo año, Enrique IV intentó asegurar la paz interna en sus dominios, para lo que promulgó el Edicto de Nantes, que garantizaba la libertad de conciencia a todos sus súbditos, salvaguardaba la libertad de culto público para los hugonotes en fortalezas y poblados específicos, y les aseguraba la igualdad en el acceso a los cargos oficiales.

El reinado de Enrique IV, a partir de 1598, supuso para Francia un periodo de recuperación tras las guerras de Religión y el comienzo de un crecimiento económico renovado. La mayor parte de este periodo transcurrió en paz y las finanzas reales se restablecieron. En beneficio del campesinado, que suponía más del 90% de la población y que había sufrido los saqueos y la devastación de la guerra, Enrique anuló los atrasos debidos por arriendos y los impuestos sobre la tierra, prohibió que los acreedores embargaran el ganado o las herramientas, puso en venta las tierras públicas por debajo del precio de mercado y restringió los derechos de caza de los nobles sobre los campos cultivados. Para promover el comercio, construyó canales, dragó ríos y restauró y construyó puentes y carreteras. Atrajo a Francia a artesanos extranjeros para desarrollar nuevas industrias e introdujo el cultivo de las moreras, de las que se alimentan los gusanos de seda, para asegurar el abastecimiento de seda en bruto para la industria de este sector.

A finales de la primera década del siglo XVII, la economía era floreciente y la autoridad real estaba de nuevo firmemente establecida. Sin embargo, el clero católico se opuso a la tolerancia oficial hacia los hugonotes. En 1610 un religioso fanático —o un agente de los Habsburgo (el dato no es claro)— asesinó al rey. Enrique, rechazado por su pueblo como herético en 1589, fue llorado por casi todos los franceses tras su muerte.