Finlandia |
Historia
Los primeros vestigios de población humana en
Finlandia datan de 8.000 años a.C., cuando finalizó la última de las
glaciaciones. Los primeros cazadores y recolectores llegaron probablemente
procedentes del Este. La producción de un tipo de alfarería caracterizó
otra cultura de la edad de piedra (que comenzó aproximadamente en el año
3000 a.C.) conocida como la cultura de la cerámica peinada, cuyos
miembros tenían varios orígenes. A ésta le sucedió la cultura del
hacha de guerra (1800 a.C.), traída a Finlandia por los indoeuropeos
de las regiones bálticas más meridionales; este pueblo conocía la
navegación e introdujo la agricultura. La mezcla del pueblo de la cultura
del hacha de guerra y los anteriores moradores dio como resultado la
denominada cultura Kiukainen (1600 a.C.). La edad del bronce comenzó en Finlandia alrededor del
1300 a.C. Durante los primeros siglos de la era cristiana, Finlandia
recibió a un pueblo procedente del este y sur de Estonia, que hablaba una
de las lenguas ugrofinesas. Este periodo viene marcado por el comienzo de
la edad del hierro. La
era vikinga Durante la era de los vikingos, los fineses estuvieron
expuestos a influencias orientales y occidentales. Los vikingos de Suecia
utilizaban las islas Åland (colonizadas por los suecos en el siglo VI d.C.)
como base en sus viajes de saqueo y comercio tanto con Rusia como con el
mar Negro. Aunque los fineses no participaban en las expediciones vikingas,
se beneficiaban del contacto y de las colonias comerciales que
establecieron los comerciantes suecos y godos en su país. A finales del
siglo XI, tres tribus finesas se habían extendido al norte del paralelo
62: los fineses propiamente dichos en el suroeste, los tavastianos en el
distrito de los lagos interiores y los carelios en el este. El pueblo
saami también vivía en la región virgen del norte. No existía un
Estado unificado. La
conquista sueca A partir del siglo XII, Finlandia constituyó un
elemento de rivalidad, tanto religioso como económico, entre Suecia y
Rusia. La Iglesia ortodoxa de Rusia y la católica de Suecia promovieron
la conversión de las tribus finesas al cristianismo, en un proceso que
comenzó en el año 1050 y duró hasta el 1300. El pueblo saami se
convirtió al cristianismo en una fecha más tardía. Según la tradición, en 1155, Nicholas Breakspear, un
cardenal inglés que llegó a ser papa con el nombre de Adriano IV, se
enfrentó al rey sueco Erik con un numeroso ejército al cruzar el mar Báltico.
Su ambición no era solamente la de convertir a los paganos, sino que
también tenía fines económicos y políticos. El rey Erik derrotó a las
tribus finesas, pero no pudo conseguir que su conquista fuera permanente.
Un clérigo inglés, Henry, que había sido obispo de Uppsala en Suecia,
se estableció en Finlandia. Al año fue asesinado, por lo que se le
declaró santo patrón de Turku (en sueco, Abo)
y de todos los fineses. Una bula papal de 1172 proponía que Suecia se
defendiera de Finlandia construyendo fortalezas y dotándolas con
guarniciones permanentes. Al mismo tiempo, los suecos dominaron a los
fineses y a los tavastianos, se hicieron con el control del comercio
exterior finés y establecieron el catolicismo como religión dominante. A
partir del establecimiento de una sede episcopal en Turku en 1209 (en 1249
se fundó allí un monasterio dominico), la Iglesia católica adquirió
firmeza. En 1216 el papa confirmó el derecho sueco sobre las tierra de
Finlandia que había conquistado y sobre los territorios de misiones del
este y del norte. Birger, un jarl
o conde sueco, dirigió una cruzada en 1242 y construyó una fortaleza en
Tavastia (Hame en la actualidad), en el centro de Finlandia, como protección
contra las incursiones militares y comerciales de los rusos ortodoxos.
Cuando el gobernador de Nóvgorod en Rusia invadió de nuevo Tavastia en
1293, los suecos enviaron un ejército para tratar de conquistar toda
Carelia hasta el río Neva. Las luchas duraron hasta 1323, año en que el
Tratado de Pähkinäsaan marcó el límite entre las áreas de influencia
sueca y rusa y consideró Finlandia parte del reino sueco. En 1362 se integró a los fineses dentro de la monarquía
sueca, con los mismos derechos que el pueblo sueco. Cuando la reina
Margarita I estableció la Unión de Kalmar en 1397, Finlandia entró de
lleno en las políticas dinásticas de los países escandinavos. Durante
los siglo XV y XVI, la nobleza sueca, que exigió al pueblo grandes
tributos, administró Finlandia como feudo. En estos siglos hubo una
fuerte colonización sueca —granjeros, pescadores y mercaderes— en
Finlandia. El ducado sueco El rey
Gustavo I Vasa intentó instaurar reformas económicas y administrativas.
En la Dieta de Västeras, en 1527, los suecos rompieron con Roma, aunque
no aceptaron formalmente las doctrinas de Martín Lutero hasta varios años
después. Durante esta época, la Corona se apropió de muchas tierras y
propiedades finlandesas. En la guerra (1551-1557) contra el zar Iván el
Terrible de Rusia, Finlandia pasó a ser un ducado sueco y feudo del
futuro Juan III Vasa. En los 25 años que mediaron entre 1570 y 1595,
Finlandia se vio involucrada en constantes guerras entre Suecia y Rusia. El rey Carlos IX de Suecia (que reinó desde 1607
hasta 1611) dirigió la administración de Finlandia desde Estocolmo. Bajo
el rey Gustavo II Adolfo (reinado 1611-1632), Finlandia se convirtió en
parte integral del reino de Suecia; las clases cultas adoptaron la lengua
sueca. Durante este reinado, se mantuvieron largas guerras contra
Dinamarca, Polonia y Rusia. La guerra con Rusia acabó con la Paz de
Stlobova (1617), que llevó las fronteras finlandesas más al este, hacia
el interior de Ingria. Gran número de soldados fineses lucharon del lado
sueco en la guerra de los Treinta Años (1618-1648), lo que supuso para la
población una subida en los impuestos. Otra guerra con Rusia (1656-1661)
ocasionó gran sufrimiento, pero finalizó sin cambios territoriales. La
Reducción (devolución a la corona de las tierras concedidas a los nobles
como compensación por los servicios prestados) llevada a cabo por Carlos
XI benefició en parte a los granjeros fineses, pero la pérdida de las
cosechas desde 1695 a 1697 causó la muerte a la cuarta parte de la
población. A esto le siguieron los trágicos años de la Gran Guerra del
Norte (1700-1721), en la que los rusos ocuparon Finlandia (1713-1721). La
Paz de Nystad (1721) trajo el fin de la guerra. Por ella, Suecia perdió
grandes áreas en el suroeste de Finlandia a favor de Rusia. Durante la
guerra con Rusia (1741-1743) Suecia cedió más territorios; en otro
conflicto posterior, en 1788, la situación favorable a Rusia no cambió.
De todas formas, la idea de la independencia finlandesa de Suecia,
alimentada por la declaración de la emperatriz rusa Isabel Petrovna de
convertir a Finlandia en un Estado separado bajo soberanía rusa y por la
incapacidad de Suecia para proteger sus territorios finlandeses, había
comenzado a tomar forma. Dominación
rusa 1809-1917 Un año después de su acuerdo con Napoleón en Tilsit
(1807), el zar Alejandro I atacó y ocupó Finlandia. En marzo de 1809 se
autoproclamó gran duque del Imperio ruso, pero garantizó a todos sus súbditos
todos los viejos derechos y privilegios. En la Paz de Hamina (en sueco Fredrikshamn),
en septiembre de ese año, Suecia cedió formalmente toda Finlandia y las
islas Åland a Rusia, al tiempo que las tierras de Carelia, cedidas a
Rusia anteriormente, en 1809 fueron devueltas a Finlandia. Desde 1809 hasta 1863, Finlandia fue dirigida por un
gobernador general ruso con un llamado Senado que se estableció en
Helsinki, la nueva capital, y actuó como una cámara legislativa. A pesar
del poder despótico que ejercían algunos gobernadores generales, la
combinación de una paz prolongada y unas condiciones económicas
favorables generó un aumento del progreso material y cultural del país
durante las décadas centrales del siglo XIX. Después de 1820 tuvo lugar
un levantamiento nacionalista entre la población, que se manifestó
principalmente en un renacimiento de la lengua finlandesa. En 1863 se
reunió un Lantdag (o Parlamento),
que no lo hacía desde 1809, y en el mismo año la lengua finesa alcanzó
idéntica categoría o reconocimiento que la lengua sueca. Hacia finales de siglo se produjo un cambio en la política
rusa tendente a frenar el creciente nacionalismo, tanto en el interior
como en el exterior del país. En 1894, como parte de un intento
deliberado de rusificación, se introdujo la lengua rusa en algunos
asuntos estatales. Cinco años después, el poder legislativo descansaba
en manos rusas y, durante los años siguientes, los ciudadanos finlandeses
perdieron muchos de sus derechos constitucionales. La Guerra Ruso-japonesa
de 1904-1905 frenó un poco el proceso de rusificación. La debilidad rusa,
unida a una huelga nacional en Finlandia, permitió en 1906 completar la
reforma del Parlamento. Se creó la Eduskunta,
o Parlamento unicameral, y se estableció el derecho a voto para los
hombres y mujeres mayores de 25 años; ello hizo de Finlandia el sistema
parlamentario más moderno de Europa. A pesar de esto, otra ola de
rusificación barrió Finlandia en 1908 y dio como resultado la Ley de los
Derechos Igualitarios de 1912, que otorgaba a los rusos los mismos
derechos en Finlandia que los que tenía la población finesa. Finlandia no se vio envuelta directamente en la I Guerra
Mundial (1914-1918), aunque las tropas rusas estuvieron guarnecidas en el
país. Durante la Revolución Rusa de 1917, un Parlamento finlandés recién
elegido aprovechó la situación y el 15 de noviembre asumió todos los
poderes que antiguamente poseía el zar-gran duque. Tres semanas después,
el 6 de diciembre, los finlandeses votaron a favor de una república
independiente. El naciente Estado soviético no pudo evitar la
independencia, pero no reconocieron la soberanía finlandesa. Independencia,
guerra civil y periodo de entreguerras La nueva república tuvo que encarar muchos problemas
como el hambre, el desempleo y una economía estancada. Además, la
población estaba dividida claramente entre el socialismo bolchevique y el
gobierno conservador, y se crearon en el país dos ejércitos, la Guardia
Roja y la Guardia Blanca. El primer conflicto armado estalló pronto con
violencia. El 28 de enero de 1918, la Guardia Roja reaccionó contra el
gobierno, con el fin de expulsar a todas las tropas rusas, y tomó
Helsinki y un gran número de ciudades industriales al sur de Finlandia.
El gobierno huyó a Vaasa, donde el general Carl Gustaf Mannerheim organizó
el contraataque. Encabezó la Guardia Blanca, y ayudados por tropas
alemanas, tomaron Helsinki; en mayo la revolución ya había sido
aplastada y comenzó una ola de juicios y ejecuciones que llevó a la
muerte a más de 20.000 antiguos revolucionarios. En total, las luchas
entre la Guardia Roja y la Guardia Blanca supusieron un coste de más de
30.000 vidas. En julio de 1919, el Parlamento adoptó una nueva constitución
republicana. El liberal Kaarlo J. Stahlberg fue elegido presidente de
Finlandia. Las décadas de 1920 y 1930 se caracterizaron por una
sucesión de gobiernos de coalición de partidos de derechas con el
Partido Agrario, que representaba los intereses de 90.000 pequeños
propietarios independientes que surgieron a raíz de la reforma agraria de
1922, que dividió las grandes propiedades. A lo largo de todo el periodo
de entreguerras, Finlandia permaneció siendo un país principalmente
agrario al igual que sus vecinos nórdicos. En 1918, el 70% de la población
del país trabajaba en la agricultura y en la silvicultura; en 1940 todavía
lo hacía el 60%. El Partido Comunista fue declarado ilegal, pero el
Partido Socialdemócrata Finés, que participó en la guerra de
independencia, hizo algunos progresos. En 1932 se firmó un tratado de no
agresión con la Unión Soviética, y después de 1935 la política
exterior finlandesa se orientó hacia los países escandinavos. La
Guerra de Invierno y la Guerra de Continuación Al estallar la II Guerra Mundial en 1939,
Finlandia se declaró neutral. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS), ansiosa por asegurarse las posiciones cercanas a Leningrado, pidió
que Finlandia cediera cierto territorio a cambio de zonas de la Carelia
soviética. Cuando los finlandeses se negaron, los ejércitos soviéticos
invadieron Finlandia el 30 de noviembre de 1939, comenzando así la guerra
de Invierno. Los finlandeses, dirigidos por Carl Mannerheim,
contraatacaron y obtuvieron algunas victorias sorprendentes, pero el
superior poderío militar soviético obligó a los finlandeses a firmar la
paz. Véase Guerra ruso-finesa. Cuando los alemanes atacaron la URSS en junio de 1941,
los finlandeses proclamaron de nuevo su neutralidad, aunque 75.000
soldados alemanes operaron desde el norte de Finlandia. El uso alemán de
los territorios finlandeses dio pie a la URSS para bombardear varias
ciudades finlandesas, lo que hizo que Finlandia declarara de nuevo la
guerra a la URSS dejando claro que el país no era aliado de los alemanes,
sino simplemente un co-beligerante. De cualquier forma, Gran Bretaña
declaró la guerra a Finlandia en diciembre de 1941 y los Estados Unidos
rompieron sus relaciones con los finlandeses. Después de una larga
paralización de la ‘guerra de Continuación’ con la URSS, el mariscal
Mannerheim fue nombrado presidente en agosto de 1944, con la misión de
asegurar la paz. Se firmó un armisticio el 19 de septiembre de 1944.
Finlandia cedió el área de Petsamo en el norte y la península de
Porkkala en el golfo de Finlandia a la URSS. Se estableció el valor de
las reparaciones de guerra en 300 millones de dólares. De todas formas,
el ejército alemán se negó a abandonar el país y, tras una serie de
luchas que asolaron grandes áreas del norte de Finlandia, lograron su
expulsión. Periodo
de posguerra El tratado de paz final con
la URSS fue firmado en 1947. Se pagaron completamente las reparaciones de
guerra en forma de materias primas y, tres años después, la península
de Porkkala fue devuelta a Finlandia. Las nuevas relaciones con la URSS
impusieron la legalización del Partido Comunista y la firma del Tratado
de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua (en 1948; anulado en enero de
1992). Política
exterior La orientación de la política
exterior finlandesa hasta el final de la hegemonía soviética en Europa
del Este a principios de la década de 1990, se centró en la estricta
neutralidad internacional y en relaciones amistosas con la URSS, lo que no
supuso ninguna reducción de la condición de neutralidad de Finlandia.
Esta política, también denominada Línea Paasikivi-Kekkonen, fue llamada
así en honor a su iniciador, el presidente Juho K. Paasikivi, y por su
sucesor Urho K. Kekkonen. Quizá más que ninguna otra persona, Kekkonen dejó
su impronta en la política de posguerra. Como primer ministro desde 1950
hasta 1956 (con dos breves intervalos) y presidente desde 1956 hasta 1981,
suavizó la enemistad soviética con Finlandia y demostró una gran
sensibilidad hacia los deseos soviéticos de que los finlandeses no se
comprometieran en actividades contrarias a los intereses de la URSS. Estas
relaciones fueron etiquetadas de finlandización por los observadores
occidentales durante la Guerra fría. Esta postura de Finlandia no
significa que fuera sirviente de la URSS, sino que por el contrario, el país
mantuvo firmemente su orientación hacia Occidente y Escandinavia. Tras la
disolución de la URSS, Finlandia comenzó a reestructurar la orientación
de su economía y desarrolló relaciones con la Unión Europea y con las
antiguas repúblicas soviéticas. Política
nacional Ningún partido político finlandés obtuvo mayoría
absoluta y tuvieron que gobernar en coalición. Esto contribuyó en gran
medida a la fuerte inestabilidad gubernamental del país, con una media de
un gobierno al año desde 1917. La mayoría de los gobiernos de posguerra
fueron encabezados por dirigentes socialdemócratas y centristas. Los
intentos de la URSS de influir en el proceso electoral tuvieron efectos
negativos, como en 1979, cuando los conservadores ganaron a costa del
Partido Comunista que le quitó votos a los socialdemócratas. En enero de
1982, el socialdemócrata Mauno Koivisto fue elegido sucesor de Kekkonen.
Los socialdemócratas ganaron las elecciones parlamentarias de 1983, pero
los resultados de las elecciones de marzo de 1987 les obligaron a crear
una coalición gubernamental con los partidos conservadores. Fue la
primera vez en veinte años, que los conservadores accedían al poder y
Harry Holkeri fue el primer conservador que llegó a ser primer ministro
desde 1946. El presidente Koivisto ganó fácilmente las elecciones
presidenciales de febrero de 1988 para un segundo periodo de seis años. Durante la década de 1980, el producto
interior bruto experimentó un crecimiento del 4% anual, uno de los
mayores de Europa occidental. A principios de la década de 1990 el
crecimiento económico frenó bruscamente su ascenso, debido en parte a un
desgaste serio de su comercio tras la crisis surgida por la desaparición
de la antigua Unión Soviética y por la fuerte deuda exterior que suponía
más del 22% del producto interior bruto. La coalición gubernamental
perdió las elecciones de marzo de 1991, cuando el Partido de Centro
abandonó la coalición con los socialdemócratas. Estos últimos
decidieron pasarse a la oposición y el Partido de Centro, dirigido por
Esko Aho, formó un gobierno de coalición con el Partido Liberal sueco,
el Partido Conservador y la Unión Cristiana y comenzó a desarrollar un
programa de austeridad, incluyendo recortes en las ayudas sociales, altos
impuestos y restricciones de gasto para reducir así la deuda estatal. La
austeridad salarial, combinada con la devaluación de la moneda para
mejorar la competitividad en las exportaciones, sirvieron para que
Finlandia recuperara las exportaciones perdidas por la caída de la Unión
Soviética. Sin embargo, el mayor problema del programa del gobierno fue
el empleo; hacia 1993 Finlandia tenía una de las mayores tasas de
desempleo de Europa occidental. El descontento popular ante esta situación
y los recortes en las ayudas sociales llevaron a la elección como
presidente, en febrero de 1994, del candidato socialdemócrata Martti
Ahtisaari. En marzo de 1992, Finlandia pidió oficialmente su ingreso en
la Comunidad Europea (denominada hoy Unión Europea), que fue aprobado por
el Parlamento Europeo en mayo de 1994. En octubre de ese mismo año, los
finlandeses ratificaron en un referéndum, con el 57% de los votos a favor
y el 43% en contra, su ingreso en la Unión Europea, que se hizo efectiva
en 1995. En abril de 1995, Paavo Lipponen sustituyó a Esko Aho como jefe
de Gobierno. |