China |
La dinastía Zhou (1122-256 a.C.)
Durante este periodo la civilización china se fue
extendiendo gradualmente hacia el norte, ocupando el valle del río Yangzi
Jiang. La amplia expansión por este territorio y el primitivo estado de
las comunicaciones terrestres hicieron imposible que los Zhou ejercieran
un control directo sobre toda la región; por lo tanto delegaron la
autoridad en vasallos, cada uno de los cuales gobernaba por lo general
sobre una ciudad amurallada y su territorio circundante. La jerarquía de
estos estados de tipo feudal estaba encabezada por el señor, cargo que
era hereditario; por debajo de él estaba la clase guerrera y en la base
social se encontraban los campesinos y esclavos domésticos. Con el tiempo,
estos estados vasallos se fueron haciendo cada vez más autónomos. La sociedad Zhou estaba organizada alrededor de la
producción agrícola. La tierra estaba dividida idealmente en extensiones
cuadradas, cada una de las cuales se subdividía en nueve parcelas que
formaban un espacio con forma de triángulo equilátero. Las ocho parcelas
exteriores estaban asignadas a ocho familias campesinas, quienes unían
sus esfuerzos y recursos para cultivar la parcela central propiedad de la
clase dirigente. No está claro hasta qué extremo se utilizaba este
sistema de distribución de tierras, pero las dinastías posteriores
pensaron que era la manera más equitativa de dividir la tierra. Las prácticas religiosas se correspondían con el sistema social jerárquico. Los Zhou creían en el poder que emanaba del Cielo, que autorizaba el poder de los reyes; éstos hacían sacrificios al Señor en lo Alto, ahora llamado Tian (‘Cielo’) y a sus antepasados. El señor de los estados hacía sacrificios a la naturaleza local y a deidades agrícolas, así como a sus antepasados. Las familias individuales también ofrecían sacrificios a sus antepasados para evitar infortunios y calamidades. Los
Zhou del este Los reyes Zhou fueron capaces de mantener un control
efectivo sobre sus dominios hasta que finalmente, en el 770 a.C.,
algunos de los estados se rebelaron y junto con invasores nómadas del
norte expulsaron a los Zhou de su capital, cerca de la actual Xi’an. Con
posterioridad, los Zhou establecieron una nueva capital hacia el este, en
Luoyang. Aunque ahora estaban más a salvo de los ataques de los bárbaros,
los Zhou del este no podían ya ejercer una gran autoridad política o
militar sobre los estados vasallos, muchos de los cuales habían crecido
hasta ser más poderosos que el poder central Zhou. Sin embargo, como
guardianes del mandato celestial, los Zhou continuaron la práctica de
confirmar el derecho de los nuevos señores a gobernar sobre sus tierras y
por lo tanto permanecieron como jefes supremos hasta el siglo III a.C.
Desde el siglo VIII al III a.C. tuvo lugar un rápido crecimiento
económico y un profundo cambio social en el marco de una inestabilidad
política extrema y un estado de guerra casi incesante. Durante estos
años China entró en la edad del hierro; el arado de hierro tirado por
bueyes, junto con más perfeccionadas técnicas de regadío, llevaron a
conseguir mejores cosechas, que a su vez, mantuvieron el constante
crecimiento demográfico, el cual estuvo acompañado por la aparición de
una nueva clase de mercaderes y comerciantes. Se mejoraron las
comunicaciones por el progresivo uso del caballo como animal de transporte. La integración económica permitió a los gobernantes
ejercer el control sobre mayores extensiones de territorio. Los estados
situados en las fronteras exteriores de la zona cultural china se
expandieron a costa de sus vecinos no chinos, menos avanzados, y al
expandirse se estimuló y diversificó su propia cultura al adquirirse
elementos culturales de las civilizaciones exteriores. Por ejemplo, por
aculturación de las culturas no chinas del noroeste, los chinos de las
regiones fronterizas adoptaron por primera vez el uso de unidades de
caballería montada. Para los estados de la llanura del norte de China, la
expansión significó una agresión contra otras organizaciones políticas
que compartían la misma civilización básica, y la uniformidad cultural
entre los estados tendía a promocionar el estancamiento cultural. Hacia
el siglo VI a.C. siete poderosos estados sitiaron a los más pequeños y
relativamente débiles de la llanura del norte de China. Con la caída de la autoridad política de la
dinastía Zhou y la aparición de poderosos estados periféricos, las
relaciones interestatales se volvieron cada vez más inestables. Durante
los siglos VII y VI a.C., se consiguieron breves periodos de estabilidad
al organizarse alianzas interestatales bajo la hegemonía del miembro más
fuerte. Sin embargo, hacia el siglo V a.C. el sistema de alianzas era
insostenible y la China de los Zhou desembocó en el denominado periodo de
los Reinos Combatientes (481-221 a.C.), caracterizado por la
anarquía. |