Brasil
 

 

 

Primera República

 

Instituida sin compensación para los propietarios de esclavos, la emancipación supuso el alejamiento de los poderosos hacendados respecto al gobierno. Además, mientras que sectores del clero católico mostraban su oposición a ciertas políticas de Pedro II, y un gran número de destacados oficiales del Ejército desarrollaron en secreto su creciente insatisfacción, amplios sectores del pueblo tomaron posición a favor de la instauración de la república.

Fonseca y Peixoto

En noviembre de 1889 una revuelta militar bajo el liderazgo del general Manuel Deodoro da Fonseca forzó la abdicación de Pedro II. Se proclamó la República, con Fonseca como jefe del gobierno provisional. La separación de Iglesia y Estado y otras reformas republicanas fueron decretadas enseguida. La redacción de una constitución se completó en junio de 1890. Similar a la Constitución de Estados Unidos, aquélla entró en vigor en febrero de 1891, y Brasil se convirtió en una república federal, oficialmente llamada Estados Unidos de Brasil. Fonseca fue elegido su primer presidente.

La turbulencia política, debido esencialmente a la carencia de tradiciones democráticas nacionales y de experiencia, marcó los primeros años de la nueva república. Durante 1891 las políticas arbitrarias y los métodos del presidente Fonseca levantaron una fuerte oposición del Congreso. A principios de noviembre disolvió el Congreso y asumió el poder de forma dictatorial. Una posterior revuelta naval ese mismo mes le forzó a renunciar en favor del vicepresidente Floriano Peixoto. El gobierno de Peixoto, otro régimen dictatorial, sobrevivió a una rebelión militar y naval (1893-1894) y a una serie de levantamientos en el sur de Brasil.

El Gobierno civil

El orden fue restaurado de forma gradual en el país durante la administración del presidente Prudente José de Morais Barros, el primer mandatario civil de la nación. A partir de 1898, cuando Manuel Ferraz de Campos Sales, antiguo gobernador de São Paulo, se convirtió en presidente, se adoptaron medidas enérgicas para rehabilitar la trastornada economía nacional. Al asegurar un gran empréstito del exterior, Campos Salles fortaleció las finanzas y expandió el comercio y la industria brasileña.

La producción de café y caucho, mientras tanto, se había incrementado de forma continuada en Brasil. Entre 1906 y 1910 la fuerte caída de los precios del café en el mercado mundial alteró la economía nacional. El precio del caucho brasileño empezó a caer hacia el final de este periodo. Como consecuencia, los disturbios sociales y políticos se extendieron durante la administración del presidente Hermes da Fonseca, de carácter conservador y militarista. Wenceslau Braz Pereira Gomes, un industrial, fue elegido sin oposición para dirigir el país en 1914 y ocupó el cargo hasta 1918.

Después del estallido de la I Guerra Mundial en 1914, se incrementó considerablemente la demanda en los mercados exteriores de café, caucho y azúcar brasileños, aliviando las dificultades económicas del país. Brasil adoptó una política de neutralidad en las primeras etapas de la guerra, pero a consecuencia de los ataques alemanes a sus barcos, rompió relaciones diplomáticas con Alemania en agosto de 1917. En octubre, Brasil entró en la guerra del lado de los aliados. Las unidades navales brasileñas fueron enviadas a las zonas en conflicto y Brasil inició su contribución a la guerra con alimentos y materias primas.

La disminución de la producción industrial y los fuertes recortes en los gastos del gobierno fueron necesarios debido al inicio de una crisis económica en 1922. En julio de 1924 culminó un periodo de malestar con una revuelta a gran escala, especialmente grave en São Paulo. La mayoría del ejército permaneció leal al presidente Artur da Silva Bernardes, que había ocupado el cargo en 1922 y, tras más de seis meses de lucha, los rebeldes fueron derrotados. Bernardes gobernó mediante la ley marcial durante el resto de su mandato. Durante la administración de su sucesor, el presidente Washington Luiz Pereira de Souza, la crisis económica se hizo más profunda, lo que provocó numerosas huelgas y un aumento de la radicalización de la vida política. Las huelgas fueron declaradas ilegales por el Gobierno en agosto de 1927 y se adoptaron medidas rigurosas contra el comunismo.