Revolución Francesa |
Las transformaciones producidas por la Revolución Una consecuencia directa de la Revolución
fue la abolición de la monarquía absoluta en Francia. Asimismo, este
proceso puso fin a los privilegios de la aristocracia y el clero. La
servidumbre, los derechos feudales y los diezmos fueron eliminados; las
propiedades se disgregaron y se introdujo el principio de distribución
equitativa en el pago de impuestos. Gracias a la redistribución de la
riqueza y de la propiedad de la tierra, Francia pasó a ser el país
europeo con mayor proporción de pequeños propietarios independientes.
Otras de las transformaciones sociales y económicas iniciadas durante
este periodo fueron la supresión de la pena de prisión por deudas, la
introducción del sistema métrico y la abolición del carácter
prevaleciente de la primogenitura en la herencia de la propiedad
territorial. Napoleón instituyó durante el Consulado
una serie de reformas que ya habían comenzado a aplicarse en el periodo
revolucionario. Fundó el Banco de Francia, que en la actualidad continúa
desempeñando prácticamente la misma función: banco nacional casi
independiente y representante del Estado francés en lo referente a la política
monetaria, empréstitos y depósitos de fondos públicos. La implantación
del sistema educativo —secular y muy centralizado—, que se halla en
vigor en Francia en estos momentos, comenzó durante el Reinado del Terror
y concluyó durante el gobierno de Napoleón; la Universidad de Francia y
el Institut de France fueron creados también en este periodo.
Todos los ciudadanos, independientemente de su origen o fortuna, podían
acceder a un puesto en la enseñanza, cuya consecución dependía de exámenes
de concurso. La reforma y codificación de las diversas legislaciones
provinciales y locales, que quedó plasmada en el Código Napoleónico,
ponía de manifiesto muchos de los principios y cambios propugnados por la
Revolución: la igualdad ante la ley, el derecho de habeas corpus y
disposiciones para la celebración de juicios justos. El procedimiento
judicial establecía la existencia de un tribunal de jueces y un jurado en
las causas penales, se respetaba la presunción de inocencia del acusado y
éste recibía asistencia letrada. La Revolución también desempeñó un
importante papel en el campo de la religión. Los principios de la
libertad de culto y la libertad de expresión tal y como fueron enunciados
en la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, pese a no
aplicarse en todo momento en el periodo revolucionario, condujeron a la
concesión de la libertad de conciencia y de derechos civiles para los
protestantes y los judíos. La Revolución inició el camino hacia la
separación de la Iglesia y el Estado. Los ideales revolucionarios pasaron a
integrar la plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa en el
siglo XIX, así como sirvieron de motor ideológico a las naciones
latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo, y continúan siendo
hoy las claves de la democracia. No obstante, los historiadores
revisionistas atribuyen a la Revolución unos resultados menos encomiables,
tales como la aparición del Estado centralizado (en ocasiones totalitario)
y los conflictos violentos que desencadenó.
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