Napoleón I Bonaparte |
La caída de Napoleón La alianza de Bonaparte con el zar
Alejandro I quedó anulada en 1812 y Napoleón emprendió una campaña
contra Rusia que terminó con la trágica retirada de Moscú. Después de
este fracaso, toda Europa se unió para combatirle y, aunque luchó con
maestría, la superioridad de sus enemigos imposibilitó su victoria. Sus
mariscales se negaron a continuar combatiendo en abril de 1814. Al ser
rechazada su propuesta de renunciar a sus derechos en favor de su hijo,
hubo de abdicar, permitiéndole conservar el título de emperador y otorgándosele
el gobierno de la isla de Elba. María Luisa y su hijo quedaron bajo la
custodia del padre de ésta, el emperador de Austria Francisco I, y Napoleón
no volvió a verlos nunca, a pesar de su dramática reaparición. Escapó
de Elba en marzo de 1815, llegó a Francia y marchó sobre París tras
vencer a las tropas enviadas para capturarle, iniciándose el periodo
denominado de los Cien Días. Establecido en la capital, promulgó una
nueva Constitución más democrática y los veteranos de las anteriores
campañas acudieron a su llamada, comenzando de nuevo el enfrentamiento
contra los aliados. El resultado fue la campaña de Bélgica, que concluyó
con la derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815. En París
las multitudes le imploraban que continuara la lucha pero los políticos
le retiraron su apoyo, por lo que abdicó en favor de su hijo, Napoleón
II. Marchó a Rochefort donde capituló ante el capitán del buque británico
Bellerophon. Fue recluido entonces en Santa Elena, una isla en el
sur del océano Atlántico. Permaneció allí hasta que falleció el 5 de
mayo de 1821.
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