Los Incas

 

 

 

 

 

La vida en el campo

 
Cultivos y rebaños

El maíz y la papa eran los cultivos importantes, aunque además se cultivaban muchas y muy variadas clases de vegetales. También era importante el cultivo del algodón y del zapallo.

Como los campos de  las faldas de las montañas estaban a diferentes niveles, un mismo campesino podía sembrar una gran cantidad de granos y vegetales. Por ejemplo, frutas en las terrazas más bajas, donde el clima es más cálido; maíz en las del medio y papas en las mas altas y frías.

En los altos prados de las montañas pastaban las llamas y las alpacas. Además de estos animales, los incas domesticaban y cuidaban otros tres: los perros, que se utilizaban para cazar; los patos y los conejillos de indias, estos se criaban para comerlos.

 
El año del agricultor

El año del agricultor comenzaba en agosto. Para esa oportunidad, se celebraba un gran festival en el cual los campesinos bebían chicha, bebida hecha con maíz fermentado. Los hombres y sus esposas trabajaban juntos, comenzando por los campos pertenecientes a los dioses, continuando con los del emperador y finalizando con los propios. La primera tarea consistía en preparar la tierra. Para fertilizarla, los campesinos utilizaban abonos; entre estos los más importantes eran el estiércol de llama y el guano.

Una vez sembradas las diversas semillas, se iniciaba para los agricultores un periodo de ansiedad que finalizaba con la llegada de las lluvias; tan pronto como aparecían las primeras plantillas, tenían que comenzar a arrancar las hierbas inútiles que crecían junto con los cultivos, y regar; la primera de estas dos tareas la realizaban las mujeres y para ello utilizaban azadas con hojas de bronce. Estas tareas las llevaban a cabo diariamente, hasta que llegaba el mes de diciembre cuando comenzaba la estación de las lluvias y ya podrían sembrarse las plantas de coca.

La coca contiene una importante droga que utilizaban los médicos y también los sacerdotes.

Si la estación de las lluvias se retrasaba, los campesinos se vestían con ropas de luto y lloraban. Así le rogaban al dios del trueno que usara su onda para romper el jarro donde estaban encerradas las lluvias, de modo que se derramaran sobre la sedienta tierra. Además, ataban a las llamas negras y a los perros negros, y los mantenían hambrientos y con sed, con la esperanza que los dioses se conmovieran con sus tristes lamentos.

Cuanto más cercano estaba el tiempo de la cosecha, tanto mas se inquietaban los agricultores temerosos de que robaran sus cultivos o los destruyeran los pájaros y otros animales. Entonces enviaban a algunos de sus hombres o mujeres, a cuidar los campos, armados con hondas y cascabeles para ahuyentar a cualquier indeseable intruso que se presentara. En el caso de que los campos estuvieran lejos de sus casas, construían unas chozas como puestos de vigilancia.

La cosecha no se consideraba completa hasta Junio, mes en que se recolectaban las papas. Tanto las papas como el maíz se dejaban secar para su mejor conservación. Luego se los guardaba con mucho cuidado en los depósitos de los dioses, en los del emperador y en las casas de los campesinos.