Los Incas

 

 

 

 

 

Costumbres

 
La vida del emperador

Cuando un nuevo emperador comenzaba su reinado, se celebraba una gran ceremonia publica en la cual el monarca se colocaba una vincha que señalaba su nuevo rango. Esta vincha tenia unos 10 cm de ancho y estaba profusamente adornada con canutillos de oro y borlas rojas; además se le agregaban dos plumas de algún pájaro exótico.

Las vestimentas y adornos del emperador seguían la misma línea de los que usaba el resto de la población, pero la diferencia consistía en que eran más ricas y refinadas, las ropas las confeccionaban exclusivamente para él las “mujeres escogidas”. Los adornos de oro que usaba el monarca en las orejas eran más grandes y de mejor calidad que los que llevaban otros nobles.

El monarca visitaba todos los puntos del imperio tan frecuentemente como podía. Se construían unas casas especiales a lo largo del camino por donde el debería pasar, de modo que tuviera lugares cómodos para hospedarse. Al igual que su pueblo, el monarca dormía en el suelo, pero sobre un acolchado de algodón y cubierto con mantas de excelente calidad.

Cuando moría el emperador, alguna de sus esposas y sirvientes se ofrecían para seguir a su señor al otro mundo. Entonces se celebraba una fiesta, se bebía en abundancia y luego se los estrangulaba. El cuerpo del emperador recibía un tratamiento especial para su preservación, y después era envuelto en cuidadosamente en finas telas. La “momia” era cuidada y servida del mismo modo y con el mismo respeto que si se tratara de una persona viva.

Una vez por año, en el Gran Festival del Sol, se realizaba una procesión en la cual se acarreaban las momias de todos lo emperadores.

 

La vida del Puric

La vestimenta de los incas era muy sencilla: las mujeres usaban un vestido largo, atado a la cintura por una faja, un manto que se echaba sobre los hombros y sandalias u ojotas. Los hombres vestían un taparrabo, una túnica sin mangas llamada uncu, y un manto y sandalias similares a los de las mujeres.

Los niños incas eran educados según el papel que habrían de jugar en la sociedad cuando fuesen adultos. A los varones, al cumplir los 14 años se les ponía por primera vez el taparrabo. Esta ceremonia era muy especial entre los nobles pues ese día se organizaba una peregrinación al valle de Cuzco, los sacerdotes sacrificaban llamas y embadurnaban la cara del homenajeado con sangre del mismo animal. Luego se vestía al muchacho como un guerrero y se le hacia jurar fidelidad al Inca. A partir de ese momento educación se orientaba según él puesto que le estaba otorgado: como administrativo, como sacerdote o como guerrero.

Por su parte, la entrada a la pubertad de las niñas era acompañada de una ceremonia llamada el “peinado de cabello”, en la cual también recibían un nombre permanente.

 Las mujeres casi siempre dependían de los hombres, salvo cuando, como viudas, encabezaban una familia. Una peculiar institución al respecto era la de las acllas o mujeres escogidas. Agentes imperiales las seleccionaban en todas las clases de sociales, desde muy niñas, por su mayor vivacidad o belleza; incluso miembros de la aristocracia entraban en este numero. La idea era que iban a ser dedicadas a los dioses, y de hecho se las recluía en grandes edificios. En el “convento” aprendían a hilar y tejer, y también a cocinar con delicadeza. Dentro de esos edificios había categorías, y por cierto las mujeres de origen noble recibían mejor trato que las otras. Podía llegar a haber mil o dos mil reclusas en este tipo de instituciones, especialmente la del Cuzco, que estaba sobre la plaza principal y tenia un gran prestigio.

El inca usaba las acllahuasis como reserva de mujeres para ofrecer en matrimonio a curacas locales, y a veces hasta enemigos con quien transar una paz. La mayor parte de las reclusas, después de varios años, terminaban sus días de esta manera. Otras, quedaban en el monasterio como mamaconas, fieles a su virginidad y dedicadas a instruir a las mas jóvenes. Cuando se derrumbo el imperio muchas se fugaron.