...el
cual: puntuamos según RM (con MR, LM, etc.), pues así se resuelve el
equívoco antecedente de el cual, que sólo puede ser don Quijote,
del cap. anterior (allí, maese Nicolás lo es de con el cual);
siendo así, quien pidió las llaves fue el cura. Todo ello, con
independencia de que se trate o no de un descuido cervantino cometido al dividir
en capítulos la primera parte una vez acabada como unidad narrativa (vid.
supra, I-V, n. 1).
cuerpos:
'volúmenes'. Don Quijote le dirá a Cardenio en I-XXIV que tiene en su aldea más
de trecientos libros (237).
arrojarlos:
arrojarllos P, por lo que podría editarse, con la misma
autoridad, arrojallos, como hacen, entre otros, RM y VG.
no
vino en: 'no convino, no concedió, no accedió'.
Los
cuatro: 'Los cuatro [libros]', en zeugma dilógico, pues el
primero [libro] emplea el término con el valor de 'obra', mientras que
ahora se recoge en el sentido de 'parte de una obra'. Por lo demás, se trata de
Los cuatro libros del virtuoso caballero Amadís de Gaula, cuya versión
más antigua conservada es la refundición de Garci Rodríguez de Montalvo,
publicada en Zaragoza en 1508.
el
primero de caballerías...: la afirmación, si no es de todo punto exacta (El
Caballero Cifar es de principios del XIV y la primera edición, en catalán,
del Tirant lo Blanc es de 1490; en castellano, de 1511), tampoco es del
todo incorrecta, pues el cura alude sólo a rumores (he oído decir), y
más que rumores críticos hay de que un Amadís "primitivo"
circulase impreso desde el siglo XIV (en el XV casi con seguridad); eso, si no
se quiere significar que el Amadís 'fue el primer libro de caballerías
impreso en castellano'. En la misma línea, que todos los demás han tomado
principio y origen déste no tiene por qué significar que el Amadís
sea la fuente de todos los ciclos caballerescos (LM), sino, sencillamente, que
es la 'cabeza visible, el más sonado', del género (VG cita, oportunamente, un
pasaje de Las fortunas de Diana, de Lope de Vega, donde se lee: "y
el celebrado Amadís, padre de toda esta máquina"); al menos,
obtuvo más popularidad que ninguno y originó una prolífica descendencia,
parte de la cual se nos presentará enseguida.
Sergas
de Esplandián: es el quinto libro, ahora original de Rodríguez de
Montalvo, del Amadís de Gaula, publicado por primera vez en Sevilla, en
1510, con el título: Las Sergas del muy virtuoso caballero Esplandián, hijo
de Amadís de Gaula, llamadas Ramo de los cuatro libros de Amadís. Sergas:
'hazañas, historia'. La calificación de hijo legítimo que sigue
entraña una disemia, mitad veras mitad burlas, basada en la utilización de hijo
también con el valor de 'libro'(Prels., n. 15): Las Sergas son
'continuación legítima' de Amadís; Esplandián es 'hijo legítimo' de
las deshonestidades de Amadís, según las contaba Oriana a Dulcinea en los
poemas preliminares (LA SEÑORA ORIANA... [n. 76]).
Amadís
de Grecia: o noveno libro del de Gaula, de Feliciano de Silva, se
publicó en Burgos, en 1535, ha sido ya ridiculizado, por su afectación
lingüística, en I-I (vid. n. 11); a él pertenecen los personajes que
se nombran a continuación.
Don
Olivante de Laura: la Historia del invencible caballero don Olivante
de Laura, príncipe de Macedonia, publicada en Barcelona, en 1564, es obra
de Antonio de Torquemada, más conocido por sus Coloquios satíricos
(1553) y por el Jardín de flores curiosas (1570), la célebre
miscelánea dialogada, de donde los comentarios del cura que siguen.
Florimorte:
así P, que mantenemos por repetirse a continuación -con ribetes,
probablemente, burlescos-, aunque, sin duda, se refiere a la Primera parte de
la grande historia del muy animoso y esforzado príncipe Felixmarte de Hircania
y de su extraño nascimiento [...], de Melchor Ortega, publicada en
Valladolid, en 1556, en cuya historia se le denomina Felixmarte y Florismarte.
estraño
nacimiento: nació en una montaña, siendo ayudada su madre por una salvaje.
El sonadas que sigue significa, lógicamente, 'disparatadas'.
El
Caballero Platir: es el anónimo libro cuarto de la saga de los
palmerines: La Crónica del muy valiente y esforzado caballero Platir, hijo
del emperador Primaleón (Valladolid, 1533).
El
Caballero de la Cruz: puede tratarse de la Crónica de Lepolemo,
llamado el Caballero de la Cruz, hijo del emperador de Alemania, [...] y
trasladada en castellano por Alonso de Salazar (Valencia, 1521), o bien de El
libro segundo del esforzado Caballero de la Cruz Lepolemo, [...], que trata de
los grandes hechos en armas del alto príncipe y temido caballero Leandro el
Bel, su hijo (Toledo, 1563), donde se atribuye a Pedro de Luján, el autor
de los Coloquios matrimoniales (Sevilla, 1550).
...tiene:
[-dijo el cura-], cabría añadir.
tras...
diablo: sobre el dicho común, con resonancias inquisitoriales, Cervantes
puede estar aludiendo a otro, bastante difundido y especialmente apto para
contextos caballerescos, máxime para el Caballero de la Cruz: "la cruz en
los pechos y el diablo en los hechos" (por alusión a las insignias de las
Ordenes Militares, como se alude expresamente en CP, 912 [y n. 94]).
Espejo
de caballerías: es una especie de adaptación -como dice el cura
después-, casi traducción en prosa, del Orlando innamorato (1486-95;
traducido por F. Garrido de Villena en 1577), de Mateo Boiardo, la cual se
publicó en tres partes, entre 1533 y 1550, y luego se fundieron en el Espejo
de Caballerías (Medina del Campo, 1586).
Caco:
vid. Prels., n. 40; y I-II, a propósito del ventero (n. 38).
los
doce Pares: se mencionaron en el cap. anterior (vid. n. 18).
verdadero:
en sentido irónico, dado que Turpín, Jean Turpín (fue arzobispo de Reims y
supuesto autor de una crónica mendaz sobre Carlomagno), llegó a ser tenido
como prototipo de embustero.
Ludovico
Ariosto: el celebrado Ariosto (1474-1533) continuó, en su Orlando
furioso (1532) el de Boiardo, antes citado (n. 18), mereciendo el elogio
cervantino ya en G (Calíope, poco antes de comenzar su canto, dice ser
"la que ayudó a texer al divino Ariosto la variada y hermosa tela que
compuso", [VI, 346]). Fue traducido numerosas veces al castellano
(Jerónimo de Urrea, 1549; Hernando de Alcocer, 1550; Diego Vázquez de
Contreras, 1585), sin demasiada fortuna en opinión de Cervantes; por eso los
juicios que siguen. Jerónimo de Urrea (vid. la sig. n. 26), en concreto,
podría ser el "mal traductor" aludido en II, cuando don Quijote
visita una imprenta en compañía de don Antonio Moreno (LXII, 1005).
le
pondré... cabeza: 'le respetaré ceremoniosamente'.
Ni
aun fuera bien...: quizás se alude a la reprobación eclesiástica,
plasmada en numerosas expurgaciones, que cayó sobre el extenso poema.
señor
capitán: el capitán Jerónimo de Urrea, el más temprano y discutido de
los traductores, en verso, del Orlando antes citados (n. 23).
destas
cosas de Francia: entiéndase 'de Reinaldos, Turpín, Roldán, etc.'.
Bernardo
del Carpio: Historia de las hazañas y hechos del invencible
caballero Bernardo del Carpio (Toledo, 1585), de Agustín Alonso, en octavas
reales. Ya sabemos que don Quijote "estaba" a bien (I-I, n. 21) con el
fabuloso héroe.
Roncesvalles:
se alude al poema, también en octavas reales, de F. Garrido de Villena: El
verdadero suceso de la famosa batalla de Roncesvalles, con la muerte de los doce
Pares de Francia [...] (Valencia, 1555).
Palmerín
de Oliva: es el primer libro, atribuido a Francisco Vázquez, de la
serie de los Palmerines: El libro del famoso y muy esforzado caballero
Palmerín de Oliva (Salamanca, 1511).
Palmerín
de Ingalaterra: se trata ahora del sexto libro del ciclo mencionado en
la nota anterior, compuesto, hacia 1554, en portugués, por F. de Morales
Cabral. Parece que no se publicó hasta 1567 (Evora), pero fue traducido por
Luis de Hurtado en 1547-48 (Toledo) con el título: Libro del muy esforzado
caballero Palmerín de Inglaterra, hijo del rey don Duardos [...].
Dario:
y no Darío, de acuerdo con la pronunciación de la época. La anécdota
de Alejandro es referida por Plutarco y por Plinio (VG).
diputó:
'destinó, asignó; consideró digna'.
rey
de Portugal: don Juan II (1455-95).
cala
y cata: 'comprobaciones, averiguaciones, diligencias'.
Don
Belianís: Libro primero del valeroso e invencible príncipe don
Belianís de Grecia [...], sacado de la lengua griega, en la cual la escribió
el sabio Fristón (Burgos, 1547-79), de Jerónimo Fernández. Es historia
que Cervantes debió de conocer bien, pues recurre a ella continuamente como
objeto de burla: ya entre los preliminares aparece un soneto de Belianís (n.
71); se burla de sus heridas en I-I (n. 13), en I-VII se imputará a Fristón la
desaparición de su biblioteca (77), etc.
cólera:
su cólera es tan frecuente y desmesurada como las heridas que recibe, por lo
que se alude a las propiedades purgativas del ruibarbo: "[...] Purga
la cólera y la flema, mundifica el estómago, conforta el hígado y el bazo,
[...] (Tesoro, s.u. ruibarvo) .
término
ultramarino: "En lo forense se llama el que se concede para la prueba,
proporcionado a la distancia donde se ha de hacer, a diferencia del legal de
ochenta días" (Autoridades, s.u. ultramarino).
echar
una tela: 'tejer una tela'.
...Tirante
el Blanco: el original catalán, Tirant lo Blanch, compuesto por
Johanot Martorell y acabado por Martí Johan de Galba, se publicó en Valencia
(1490) y fue traducido en 1511 (Valladolid), por autor anónimo, con el título:
Los cinco libros del esforzado e invencible caballero Tirante el Blanco de
Roca Salada, texto al que alude Cervantes, por lo que desconoce a su autor (el
que le compuso).
Con
todo... vida: desde DC, cuando menos, se viene considerando este pasaje como
"el más oscuro" del Quijote, dada la flagrante contradicción
que se establece entre los elogios anteriores (tesoro, mina, mejor libro del
mundo) y el rigor de la sentencia final. A fin de resolverla, se han ideado
toda suerte de explicaciones, casi siempre basadas en la virtualidad
significativa de pues no hizo tantas necedades de industria -frase
portadora, por lo visto, de los más intricados sentidos-, con soluciones de lo
más variopinto. De entre ellas, merece especial mención la de MR, quien, tras
interminables filigranas exegéticas, entiende, ni más ni menos, que Cervantes
aquí "pide que se reimprima el Tirante", a la vez que condena
al impresor castellano (Diego de Gumiel) y no al autor -y es propuesta asumida
por otros-: "El Tirante -propone leer- es un libro divertido y
distinto de los otros libros de caballerías, pero a pesar de ello Diego de
Gumiel, ya que no compuso (o sea, imprimió) tantas necedades (o sea,
episodios divertidos) a sabiendas, merecía que se pasara todos los días de su
vida imprimiendo" (MR1, 76-77, n. 30); sólo que Gumiel sí compuso
y que la negación, en el texto de Cervantes, no se predica sobre componer,
sino sobre hizo, verbo elidido en la explicación. AA, por su lado, afina
un poco más: "el libro es elogiado por sus extraordinarias cualidades,
pero el autor es censurado por carecer de un propósito claro, deliberado y
consciente" (I, 118, n. 29); sin que se aclaren, pues, las necedades de
industria. En fin, LM, según creemos, se aproxima más que nadie al sentido
recto: "El autor no obró tantas necedades conscientemente; es
decir, que no se prestó a narrar extravagancias e impropiedades con discreción
artística" (I, 117-18, n.29). Y, con todo ello, no detectamos en el pasaje
cervantino ni contrasentido ni retruécano o enrevesamiento alguno, sino un
planteamiento bastante lógico: Cervantes considera al Tirant el mejor
libro del género caballeresco, por su gracejo, divertimento y, sobre todo, por
su verosimilitud, lo que no es óbice para recriminar a su creador por su
perspectiva narrativa, el único objeto de condena aquí. El supuesto problema
estribaría sólo en de industria y echaran a galeras, dos
"frases proverbiales" lo suficientemente manidas en los textos de la
época -en Cervantes también- como para no tergiversar su sentido recto:
'astutamente, adrede, a sabiendas' y 'condenar al remo en las galeras reales'
("Hacer una cosa de industria, hacerla a sabiendas y adrede, para
que de allí suceda cosa que para otro sea acaso y para él de propósito; puede
ser en buena y en mala parte" [Tesoro, s.u. industria]; vid.
supra, I, n. 22). Siendo así, el final del párrafo significa: 'Pese a todo
ello, os aseguro que merecía el que lo escribió, puesto que no refirió tantos
disparates astutamente, que le condenasen al remo de por vida'. Esto es:
Cervantes debió de quedar fascinado por el humorismo y verosimilitud -impropios
de las entelequias caballerescas y tan próximos al Quijote- del Tirant,
pero le disgustaba que tales componentes se tomasen en serio y no respondiesen a
un planteamiento conscientemente burlesco o paródico (no hizo tantas
necedades de industria), como era precisamente el suyo ahora. Que ese era su
credo estético lo prueba, sobre el Quijote mismo, el siguiente pasaje
del VP: "¿Cómo puede agradar un desatino / si no es que de
propósito se hace / mostrándole el donaire su camino? (VI, vv. 58-60, Gaos,
138).
La
Diana: Los siete libros de la Diana (Valencia, c. 1559), del portugués
Jorge de Montemayor, es la primera -se dice más abajo- y la mejor de las
novelas pastoriles en castellano.
de
entendimiento: así P y las primeras eds. en general, aunque
frecuentemente se ha cambiado en entretenimiento (DC, RM), pues así califica
Cervantes normalmente este tipo de libros (v. gr., en la Dedicatoria a Q2, 536,
n. 57), y respetando P se explica mal sin perjuicio de tercero. Después
de la explicación de Gaos (I, 143, n. 151), debe mantenerse la lección de la
príncipe, pues sólo por ser de entendimiento (como lo era el primer Quijote)
se diferencian de los de caballerías (de entretenimiento) y 'no perjudicarán
la moral ni las buenas costumbres' (sin daño de tercero). Añádase que más
abajo dirá: propone algo, y no concluye nada.
hacerse
pastor: en efecto, proyectará ser el pastor Quijotiz (II-LXVII y ss.; y
supra, n. 1).
poeta:
sabido es que los poetas "hueros, chirles y hebenes" -que diría
Quevedo- son carne de cañón para la sátira de los Siglos de Oro, pero,
además, el temor de la sobrina se conjuga bien con la locura de don Quijote y
con sus transposiciones de personalidad, pues no son escasos en la literatura de
la época los poetas locos que se identifican con sus personajes y hacen los
mismos disparates que don Quijote (recuérdense, sencillamente, los del Buscón,
el Alonso, mozo de muchos amos o el Diablo Cojuelo).
se
le quite: lo que, según Cervantes, le sobra a La Diana es la recurrencia a
la sabia Felicia, y a su agua encantada, como deus ex machina que desenreda,
lejos de toda verosimilitud, la compleja urdidumbre de historias antes tramada,
y los poemas no estrictamente líricos (por ejemplo, el Canto de Orpheo [IV, ed.
A. Rallo, Madrid, Cátedra, 1991, 278 y ss.] escrito en octavas bien próximas
al verso de arte mayor típico del siglo XV).
...Gil
Polo: las dos continuaciones de la obra de Montemayor salen en Valencia, en
1564. Se trata de la Segunda parte de la Diana de Jorge de Montemayor, de Alonso
Pérez, médico de Salamanca, y de la Primera parte de Diana enamorada, de
Gaspar Gil Polo, la cual no desdice -como se enjuicia después-, en calidad, de
su original.
Los
diez... amor: de Antonio de Lofraso, como dice el texto, cuyo título
continuaba [...] donde hallarán los honestos y apacibles amores del pastor
Frexano y de la hermosa pastora Fortuna [...] (Barcelona, 1573). Los elogios del
cura -y nótese que corren paralelos a los que antes se dispensaron al Tirant-
son, evidentemente, irónicos, sobre todo si recordamos la evaluación que de
Lofraso se hace en el VP, donde aparece, "marchito y laso",
"añadiendo otros diez" libros a la obra que aquí se ridiculiza (III,
vs. 247 y ss.; Gaos, 93). No obstante, de él puede proceder -se cree- el
también irónico nombre de Dulcinea (I-I, n. 41).
raja
de Florencia: 'paño fino, rico y costoso, que sólo vestía la gente
principal'.
...de
celos: son tres novelas pastoriles más de escasísimo interés: El pastor
de Iberia (Sevilla, 1591), de Bernardo de la Vega; Primera parte de las ninphas
y pastores de Henares (Alcalá, 1578), de B. González de Bobadilla; y
Desengaño de celos (Madrid, 1568), de B. López Enciso. Los dos primeros
serían recordados en VP (IV, vv. 506-7 y 509, respectivamente, Rivers, 133).
brazo
seglar: "Entregar a uno al brazo seglar es ponerle en poder de quien lo
ha de acabar y destruir. Está tomado de lo que hace la justicia eclesiástica,
degradando al clérigo y entregándole a la justicia seglar, y lo mesmo el
tribunal del Santo Oficio a los que relaja" (Tesoro, s.u. braço).
El
Pastor de Fílida: la pastoril (Madrid, 1582) de L. Gálvez de Montalvo. Al
igual que Pedro de Padilla, que se cita a continuación, es mencionado en el
Canto de Calíope de G (VI, 356, n. 91).
Tesoro
de varias poesías: la voluminosa obra de Pedro de Padilla (Madrid, 1580),
también autor de varias obras que Cervantes consideraba -dice enseguida-
"más levantadas" (también lo elogia en G, VI, 357, n. 94): Eglogas
pastoriles (1582), Romancero (1583), Jardín espiritual (1585) y Grandezas y
excelencias de la Virgen señora nuestra (1587).
bajezas:
según VG, 'escenas rústicas'.
El
Cancionero: salió en 1586 y llevaba un soneto y unas quintillas de
Cervantes en alabanza del autor, a tenor de lo que sigue.
La
Galatea: la Primera parte de la Galatea, dividida en seis libros (Alcalá,
Juan Gracián, 1585), la novela pastoril y primera obra que Cervantes publicó,
cuya segunda parte, aunque repetidas veces anunciada -como dirá enseguida el
cura- (realmente, Cervantes no dejó de pensar nunca en la continuación, de la
cual se dice que saldrá "con brevedad" al final de la propia obra
[411, n. 214] y luego se anuncia en la Dedicatoria a Ocho comedias [13], en el
Prólogo a Q2 [535] y en la Dedicatoria a PS [979]), nunca vio la luz. Que
"no concluya nada" es totalmente lógico, aunque el cura se lo
reprocha, de acuerdo con las objeciones que el autor puso a La Diana (supra, n.
46).
esto:
éste P, pero la errata es obvia y se enmienda ya en P2.
tres:
parece que la librería de don Quijote estaba ordenada por géneros, pues los
tres que siguen son poemas heroicos o épicos: La Araucana (Madrid, 1569-89), de
Alonso de Ercilla (Cervantes le otorgaba "eterno y sacro monumento" en
el Canto de Calíope de G (VI, 349, n. 56); La Austriada (Madrid, 1584), de Juan
Rufo; y El Monserrate (Madrid, 1587), de Cristóbal de Virués (también
elogiado por Calíope, 378, n. 182).
a
carga cerrada: 'a bulto, en bloque; sin hacer más cala ni cata' -como dijo
antes (n. 35).
Las
lágrimas de Angélica: la Primera parte de la Angélica (Granada, 1586), de
Luis Barahona de Soto (también elogiado tanto en G [VI, 367, n. 135] como en el
VP [III, v. 359, Rivers, 108]), donde se continúa el episodio de Angélica y
Medoro del Orlando furioso.
fábulas
de Ovidio: por ejemplo, la de Acteón y la de Vertumno y Pomona.