INGENIOSO:
ya desde la portada misma se anticipa , como ocurre en otros títulos
cervantinos ("celoso" extremeño, curioso
"impertinente", licenciado "vidriera", rufián
"dichoso", etc.), el rasgo capital del personaje, que, en este
caso, sobre cuadrar perfectamente con el temperamento y la complexión del
hidalgo, cimenta las metamorfosis imaginarias en que se basa la "extraña
locura" de don Quijote. Posiblemente, Cervantes tuvo en cuenta las ideas de
Juan Huarte de San Juan (Examen de ingenios para las ciencias, 1575) para
diseñar la constitución psíquica y física de su personaje.
...de
la Mancha: sin duda es una de las frases más prolíficamente comentada de
las literaturas de todos los tiempos, sin que, por ello, se haya logrado
determinar con precisión cuál es el lugar de marras. No obstante, entre tanto
comento, no han dejado de apuntarse numerosas localidades manchegas, aunque
Cervantes "no quisiera acordarse": Argamasilla de Alba, Esquivias,
Quintanar de la Orden, etc. Sea cual fuere, que eso -como dirá Cervantes del
nombre del protagonista "importa poco a nuestro cuento"-, el hecho es
que el octosílabo está cuajado de resonancias literarias: en primer lugar,
coincide literalmente con el v. 5° de una "Ensaladilla" anónima,
recogida ya en la Octava parte de las Flores del Parnaso de Luis
de Medina (1596), y luego en el Romancero general de 1600: "Un
lencero portugués / recién venido a Castilla, / más valiente que Roldán / y
más galán que Macías, / en un lugar de la Mancha, / que no le saldrá
en su vida, / se enamoró muy despacio / de una bella casadilla..."; por
otro lado, el comienzo de un "libro de caballerías" en la Mancha
(lugar que, además -según comenta el propio don Quijote después- bautizará
al caballero) contrasta paródicamente con la altisonancia y exotismo propios de
aquellos relatos (Constantinopla, Gaula, Bretaña, Inglaterra, Trapisonda, etc);
en fin, este arranque parece propio del cuento y no deja de ser empleado por
Cervantes en otros relatos (por ej., en CE [703] o en El cautivo [Q1-XXXIX,
393]).
...acordarme:
recordase o no el nombre del "lugar" al comenzar el relato, el hecho
es que bastantes años después, al finalizarlo, sí se acordaba de que no lo
había especificado: "Este fin tuvo el ingenioso hidalgo de la Mancha, cuyo
lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las
villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y
tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por
Homero" (Q2-LXXIV, 1074). Claro que tal apostilla no hace sino
complicar más las cosas, pues, si por una parte integra el comienzo en el juego
de espejos que supone la "verdad de la historia" y la autoría de
"Cide Hamete", por otra, el tan llevado y traído "no
quiero" significaría literalmente `recuerdo pero no deseo especificar
puntualmente'. No obstante, los diversos comentaristas suelen coincidir en que
no hay voluntad de ocultación por parte de Cervantes, y leen (VG) "no
quiero" en el sentido, sencillamente, de `no me acuerdo', asignándole
orígenes cuentísticos (por ej., El conde Lucanor, LI: "[...] en
una tierra de que non me acuerdo el nombre, [...]", ed. J. M. Blecua,
Madrid, Castalia, 1979, 268), reduciéndolo a mera fórmula que no dejará de
volver a ser utilizada por Cervantes (PS, III-X). Como hipótesis,
cualquier explicación es plausible, pero quizás estemos ante un juego de
ilusionismo literario más, a los que tan aficionado fue nuestro novelista, pues
no se olvide que Don Quijote se le ofrece al lector, simultáneamente,
como "puntual historia" y como "fabulación cuentística",
ambas mediatizadas, además, por la pluma de Benengeli. Todo dependerá de
quién hable -el perspectivismo cervantino, de nuevo- para que obtengamos un
sentido u otro: Cide Hamete, como historiador veraz y puntual, sólo podía
omitir el nombre por desconocimiento, por no recordarlo o porque quería
ocultarlo voluntariamente (de ahí la declaración de II-LXXIV); por el
contrario, Cervantes, como creador y novelista, sólo pudo hacerlo
intencionadamente, pues difícilmente podía "recordar" o
"desconocer" el nombre de lo inexistente y bien podía inventar el que
le viniese en gana, como inventó, v. gr., el reino Micomicón (I-XXIX) y
tantos otros: o es pura fórmula, asumida sin cuestionarla (pero II-LXXIV), o se
omite porque "importa poco a nuestro cuento", como las vacilaciones
del nombre del personaje, o responde al deseo de crear un personaje sin ataduras
previas que le condicionen, en completa y absoluta libertad. Como no hay más
verdad que Miguel de Cervantes, lo único indiscutible es su genialidad
creativa.
un
hidalgo...: mediante la rápida enumeración de los atributos propios del
hidalgo (lanza, rocín y adarga), Cervantes adscribe de un
plumazo a su protagonista al escalafón más bajo de la nobleza áurea: el de
los hidalgos lugareños o "de aldea" (los cuales, según Fray Antonio
de Guevara, estarán honrados en su aldea si cuentan en su ajuar, amén de otras
minucias, con "una lanza tras la puerta, un rocín en el establo, una
adarga en la cámara, [...] y una moza que le[s] ponga la olla" [Menosprecio
de corte y alabanza de aldea, VII, ed. A. Rallo, Madrid, Cátedra, 1984,
181]); esto es, el de los linajudos, o nobles por la sangre heredada, pero
venidos a menos económicamente. Posteriormente, el propio don Quijote se
autodefinirá como "hijodalgo de solar conocido, de posesión y propriedad,
y de devengar quinientos sueldos" (I-XXI, 205, n. 44). Astillero:
"Lancera. Que por otro nombre se dice astillero, de asta; es un
estante en que ponen las lanzas, adorno de la casa de un hidalgo, en el patio o
soportal" (Tesoro). Adarga: `escudo ovalado de cuero'.
más...
carnero: porque la carne de vaca era más barata que la de carnero, con lo
que el hidalgo manchego era más bien pobretón (no obstante, el refrán decía
"vaca y carnero, olla de caballero" [Tesoro, s.u. carnero;
y Refranes, 119b]). También como de mediano pasar lo caracterizan el
resto de sus alimentos básicos: salpicón, "fiambre de carne
picada, compuesto y aderezado con pimienta, sal, vinagre y cebolla, todo
mezclado" (Autoridades); duelos y quebrantos, `huevos con
torreznos'.
las
tres partes: `las tres cuartas partes'.
...fino:
sayo de velarte, `vestidura de paño fino, negro o azul, que se llevaba bajo
la capa'; calzas, `especie de medias o pantalones que cubrían el muslo y
la pierna, o bien sólo el muslo'; velludo, `terciopelo o felpa'; pantuflos,
"calzado de gente anciana" (Tesoro) `que se ponía sobre los
zapatos para abrigarse o resguardarse del lodo'; vellorí, `paño
entrefino de color pardo'.
...de
rostro: son rasgos somáticos que Huarte de San Juan (Examen, V-VIII,
ed. G. Serés, Madrid, Cátedra, 1989, 321 y ss.), en quien se basa, según
anticipamos (supra, n. 2), la complexión de nuestro "loco",
atribuye a los hombres de temperamento "caliente y seco", los cuales,
inteligentes e imaginativos por demás, son propensos a las manías, de ahí el
"ingenioso" del título.
Quieren
decir: `dicen, sostienen, dan a entender'.
Feliciano
de Silva: aunque más conocido como continuador de La Celestina (Segunda
Celestina, 1534), Feliciano de Silva (1492?-1558?) es también autor de
numerosas continuaciones del Amadís (Lisuarte de Grecia, 1514; Florisel
de Niquea, 1532; Amadís de Grecia, 1530; etc.), las cuales se
caracterizan por su alambicamiento y puerilidad estilísticos, aquí
ridiculizados (entricadas razones) por Cervantes. No obstante, la
razón de la sinrazón podría aludir a la Segunda Celestina:
"Oh amor, que no hay razón en que tu sinrazón no tenga mayor razón en
sus contrarios!" (I, ed. C. Baranda, Madrid, Cátedra, 1988, 114).
maestros:
`cirujanos, médicos'.
cicatrices:
porque don Belianís, supuesto autor de uno de los sonetos preliminares (vid.
supra, Prels., n. 71), recibía innumerables heridas (DC contó las
101 de los dos primeros libros) en la obra de Jerónimo Fernández.
dalle
fin: el autor terminó los cuatro libros pidiendo a quien encontrase el
original griego, pues el sabio Fristón lo había perdido, que terminase la
obra.
docto:
no tan docto, pues la de Sigüenza era "universidad menor" desde 1472
y corrían las mofas sobre la sabiduría de sus licenciados. Igual trato
irónico se dispensará a la de Osuna en II-I (loco del manicomio sevillano) y
en II-XLVII (doctor Pedro Recio de Tirteafuera).
Palmerín...:
uno de los protagonistas, al igual que los que siguen (Amadís, Caballero del
Febo y Galaor), de los libros de caballerías más célebres, los cuales serán
tratados, y aun evaluados, más detenidamente, en el escrutinio de I-VI.
llorón:
Amadís derrama copiosas lágrimas cuando recibe la carta de Oriana, donde le
expresa su rechazo, de manos de Durín: "[...] se asentó en la yerba verde
para fazer su duelo, mas tanto había llorado, que la cabeça tenía
desvanecida, assí que se adormesció" (II, XLV, Cacho, I, 685).
máquina:
vid. supra, Prels., n. 50.
Cid:
nótese cómo Cervantes hace que don Quijote, sumido en sus desvaríos
caballerescos, confunda y mezcle historia con ficción, equiparando a Rodrigo
Díaz de Vivar con personajes fabulosos y mitológicos.
...Espada:
era Amadís de Grecia, según se especifica en el interminable título de la
novela de Feliciano de Silva (vid. supra, n. 11) El noveno libro de
Amadís de Gaula, que es la crónica del muy valiente y esforzado Príncipe y
caballero de la Ardiente Espada Amadís de Grecia [...], protagonista que
tenía estampada en su pecho una espada roja que quemaba como una brasa.
Bernardo
del Carpio: es el héroe épico fabuloso que, según la leyenda, mató a
Roldán en Roncesvalles. En el siglo XVII todavía se creía en su realidad
histórica (cfr. supra, Prels., n. 59). Aparece como personaje
principal en CC junto con Reinaldos, que se cita a continuación.
industria:
`astucia, sagacidad, artimaña'.
entre
los brazos: esto es, `levantándolo entre los brazos', dado que -según la
mitología-, cada vez que lo derribaba en tierra, éste cobraba nuevas
energías. Se volverá a aludir al mito en I-XXVI (256, n. 3) y en II-XXXII
(786, n. 29).
Morgante:
tan bien criado que fue convertido al cristianismo por Roldán en Il Morgante
(c. 1470), de Luigi Pulci, luego traducido al castellano (1533) con el título Libro
del esforzado gigante Morgante y de Roldán y Reinaldos.
Reinaldos
de Montalbán: Renaut de Montauban, uno de los héroes épicos franceses
más celebrados en la literatura caballeresca (tanto en gestas como en romances
y libros de caballerías) castellana. Los hechos que se aluden a continuación
están narrados en el Espejo de caballerías (vid. supra, Prels.,
n. 93).
en
allende: `en allende el mar, en ultramar'.
Galalón:
es Guenelon, Ganelón, el célebre Conde de Maganza y traidor de la Chanson
de Roland, por cuya causa murieron en Roncesvalles -según las leyendas
carolingias- los doce Pares de Francia.
Trapisonda:
Trebisonda (vid. supra, Prels., n. 31).
luengos
siglos: si no luengos siglos, sí luengos años, pues, al pertenecer a sus
bisabuelos, debían de ser de finales del XV o principios del XVI, de tiempos de
los Reyes Católicos más o menos; eso explica perfectamente la extrañeza e
irrisión que la indumentaria del "caballero" causará en cuantos se
crucen con él.
...celada
entera: esto es, `suplió con cartones la zona que quedaba al descubierto
entre el morrión simple y la coraza', pues éste sólo cubría la parte
superior de la cabeza, en tanto que la celada de encaje protegía hasta
la coraza, en la que se encajaba al llevar una pieza ancha y circular en su
base; de ahí la gran falta. Sin duda, el morrión simple y la media
celada, combinados, hacían un conjunto tan heterogéneo y arcaico como don
Quijote mismo.
cuartos:
con valor disémico: `moneda de poco valor' y `enfermedad que sufren las
caballerías en los cascos'.
...fuit:
"era sólo piel y huesos" (Plauto, Aulularia, III,6). Tanto
Gonella, bufón del duque de Ferrara Borso d'Este, como su caballo eran
célebres por su extrema flaqueza, siendo ridiculizados en piezas burlescas y
epigramas, de donde bien pudo tomar la comparación Cervantes.
Rocinante...:
lo "significativo" del nombre se glosa ingeniosamente hacia el pasado
(rocín antes) y hacia el futuro (ante rocín: `el primero de
todos los rocines').
Hepila:
así reza el original, sin que haya forma humana de descifrar el sentido del
término, y sin que satisfaga en absoluto la enmienda más generalizada (desde
P2): hacerla (RM, MR, CL, JA, LM, AA, VG, JF, etc.), pues se explica mal
que un cajista componga Hepila partiendo de hacerla. En todo caso,
de acuerdo con el contexto, se podría pensar en Gaula o Francia.
...de
la Mancha: se tomen por donde se tomen, los tres términos del sobrenombre
suenan a parodia y burla: el título, el sobrenombre y la "patria". El
don era impropio de hidalgos (el personaje se lo quitará, ya en el lecho
de muerte, cuando sana [II-LXXIV, 1007]), a la vez que abuso frecuentemente
satirizado a principios del XVII (piénsese sólo en los nombres campanudos
tan traídos y llevados por Quevedo); la Mancha, por su parte, no
entrañaba, en ámbitos caballerescos, menos sorna (vid. supra, n. 3). El
nombre, desde luego, extrema de todo punto la burla, pues, sobre denotar `la
pieza del arnés que cubría el muslo del caballo' (Tesoro), incorpora el
sufijo -ote, con sus connotaciones ridiculizadoras, que alcanzan cotas de
parodia literaria y caballeresca cuando se asocian con Lanzarote -léase Lancelot-
(como hace el propio don Quijote en I-II: Nunca fuera caballero,... [43,
n. 42]) o con Camilote (el ridículo hidalgo, enamorado de la feísima
Maimonda, en el Primaleón y Polendos [1516] y en Don Duardos
[1522], de Gil Vicente).
él
a [sí]: -Si yo: elaSi yo P; él: Si yo VG. Seguimos a
SB y MR.
presentado:
`regalado, ofrecido como presente o muestra de servicio'.
Caraculiambro:
al igual que la "isla" Malindrania que sigue, es uno de tanto y
tantos nombres imaginarios (compuestos burlescos), inventados por Cervantes para
hiperbolizar ridículamente los delirios quijotescos.
ni
le dio cata: `ni [él] le dio cuenta [a ella]'.
Dulcinea:
el nombre destila, de nuevo, comicidad y, ahora, rusticidad; de "antiguo y
ordinario" lo califica Covarrubias (Tesoro) y el refrán decía
"A falta de moza, buena es Aldonza". Se forma sobre dulce, de
ahí la musicalidad que le inspira a don Quijote.
peregrino:
`raro, extraño, extraordinario'. Comp.: "mis sucesos, que son los más
nuevos y peregrinos que vuesa merced habrá oído" (CAE, 878,
n. 10).