El Roble y la Caña |
-- Tienes razón -- le dijo un día el roble a una caña -- lamentándose contra la Naturaleza: un pajarito significa carga pesada para tí, un ligero vientecito te obliga a bajar la cabeza. En cambio mi porte, parecida al Cáucaso, no contenta con detener a los rayos del sol, afronta la fuerza de las tormentas. Para tí todo es monstruoso, pero para mí, como simple brisa. ¡ Si aun vivieras al abrigo de mi sombra, no tendrías tanto sufrimiento, pues yo te defendería de tus horrores ! Pero acostumbras nacer en las fronteras húmedas del reino de los vientos. ! Que injusta me parece que ha sido la Naturaleza contigo ! -- Tu compasión -- contestó la caña -- descubre tus sanos sentimientos, pero no debes preocuparte: los vientos son para mí menos temibles que lo que son para tí, porque yo me doblego y así no me quiebro. En cambio tú, hasta el momento, es cierto, has resistido con entereza sus azotes terribles sin doblar tu rectitud, pero esperemos más adelante. Y diciendo esas palabras, llega del lejano horizonte el más terrible de los vientos del Norte. El roble se resiste, la caña se agacha. Redobla el viento sus energías con tal vigor, que arranca de raíz a aquel roble cuya cabeza tocaba los cielos y cuyos pies ya penetran en el reino de la muerte. Si no queremos doblegarnos al poderoso injusto, debemos afrontar con valor y honor, la posibilidad de la muerte.
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