El Cuervo Imitando al Águila |
El pájaro de Júpiter raptó un carnero, y viéndolo un cuervo, no menos glotón pero de menos fuerzas, quizo inmediatamente imitarle. Vuela entonces sobre el rebaño, y elige entre todos los carneros al más gordo y hermoso, víctima adecuada para el sacrificio y reservado para bocado de los dioses. Nuestro cuervo se decía, devorándole con sus ojos; -- No conozco a tu nodriza, más tu cuerpo está en maravilloso estado; de buen pasto me vas a servir. Y al tiempo que decía aquellas palabras, se lanza sobre el gordo animal. Más la criatura pesaba bastante más que un queso, además de que tenía su lana de un extraordinario espesor y enmarañada como la barba de Polifemo (Cíclope de la Odisea). Y de tal modo se enredaron las garras del cuervo en ellas, que ya le fue imposible efectuar la huída. Llegó el pastor, lo enjaula y lo lleva a sus hijos para que se diviertan. La conclusión es obvia:
debemos medir las fuerzas con que contamos. Mal sienta a los rateros
imitar a los ladrones. Si vamos a emprender una acción, debemos primero medir nuestros recursos. |