El ave herida por una flecha emplumada

 

Se fue de cabeza un murciélago en el nido de una comadreja, y ella, que no amaba a los ratones, corrió al instante por su presa.

-- ¿ Cómo te atreves -- le dijo -- a caer exactamente frente a mis ojos, habiendo tu gente tratado de perjudicarme tanto ?
¿ Eres o no un ratón ? ¡ Contesta rápido ! Sí, o eres tú ratón, o no soy yo comadreja.

-- ¡ Perdón señora ! -- dijo el pobre --. No es mi oficio ser ratón. Te han engañado amigos malvados. Gracias al Creador, soy pájaro: mira mis alas. ¡ Viva la raza que surca los aires !

Convencieron esas razones a la comadreja, dejando escapar con vida al murciélago.

Días después, el aturdido murciélago cayó de nuevo en el nido de otra comadreja, pero ésta era enemiga de los pájaros. Alistaba esta señora su largo hocico para triturar aquel extraño pájaro, cuando el murciélago, protestó airado contra tal presunción:

-- ¿ Yo un pájaro ? ¡ Estás ciega ! ¿ Qué es lo mejor de un ave ? ¡ Pues su plumaje ! Mírame, soy un ratón. ¡ Que vivan las ratas ! ¡ Confunda Júpiter a todos los gatos !

Y gracias a su nueva estratagema, salvó de nuevo su vida el murciélago.

Muchos ha habido, que cambiando de partido, se han salvado del peligro. El listo exclama, según para dónde sople el viento: ¡ Viva este rey !

Adaptarse a las circunstancias puede sacar de muchos apuros.