El Láser |
El retorno de Gordon Gould
Entretanto, Gordon Gould parecía haberse esfumado. Townes y Schawlow estaban en posesión de la patente que él esperaba conseguir, habiéndosele anticipado en casi nueve meses. Cuando intentó que se reconociesen sus derechos a la solicitud de 1959 se vio involucrado en cinco costosas y prolongadas acciones judiciales, propias del procedimiento utilizado por la oficina de patentes de Estados Unidos para determinar a quién corresponden los derechos de un invento determinado. En la primera de sus acciones, Gould se estrelló contra la patente de Townes y Schawlow. Esencialmente quedó desacreditado, y además se ganó la antipatía de numerosos miembros de la comunidad científica, debido al prestigio de los hombres a quienes se enfrentaba. A continuación Gould perdió otras dos batallas parecidas, pero ganó otras dos que, más adelante, constituirían las bases de las demás patentes que le iban a otorgar. A fin de cuentas su compañía había pagado 300.000 dólares en gastos judiciales y la mayor parte de las solicitudes habían caído en el olvido. En 1977 recuperó de su compañía el derecho de sus patentes y comenzó a insistir en las solicitudes personalmente. Incapaz de seguir financiando sucesivas batallas legales, Gould cedió parte de sus derechos de patente a una agencia de licencias y patentes de Nueva York llamada Refac Technology Development Corporation, a cambio de que la agencia se comprometiese a seguir tramitando las solicitudes. Los
esfuerzos de Refac se vieron coronados al fin por el éxito. El 11 de
octubre de 1977 le fue otorgada una patente a Gould relacionada con la técnica
del bombeo óptico, que según hemos aclarado en el capítulo 3 es
necesaria para el funcionamiento de muchos láseres. En 1979, Gould recibió
una segunda patente que, al igual que la del bombeo óptico, hundía sus
raíces en la solicitud de 1959 y cubría una amplia gama de aplicaciones
del láser. Cuando Gould recibió su patente relacionada con el sistema de bombeo óptico, el asombro fue enorme en la industria del láser. Las patentes de Townes y Schawlow acababan de caducar y los fabricantes de láseres creían que ya no se verían obligados a seguir pagando derechos por la utilización de conceptos básicos sobre el láser. Entre aquellos a quienes afectaban las nuevas patentes se encontraban numerosos fabricantes de láseres industriales, así como otros de aplicaciones bélicas basados en el sistema de bombeo óptico, y cuando Refac les exigió el 5 por ciento manifestaron que no estaban dispuestos a aceptar la validez de las patentes en cuestión. Apenas acababa de ser otorgada la primera patente, cuando se presentó una denuncia por uso indebido del sistema de bombeo óptico contra la empresa denominada Control Laser Corporation, de Orlando, Florida, pero a los cuatro años no había llegado todavía el caso a los tribunales. Lo más probable es que el caso acabe ante el Tribunal Supremo, puesto que se trata de uno de los más complejos de la historia jurídica de Estados Unidos. Junto a las 18 densas páginas donde se describe la propia patente se encuentra un tomo de 500 páginas detallando la historia legal de dicha patente, que debe ser cuidadosamente estudiado con el fin de determinar la validez. Las complejidades del caso incluyen al mismo tiempo enmarañadas cuestiones técnicas y minuciosos puntos jurídicos. Para que una patente resulte válida, la información contenida en ella debe ser lo suficientemente detallada como para que alguien que disponga de los conocimientos y los recursos necesarios en el momento de presentar la solicitud sea capaz de construir el artefacto descrito en ella. Sin embargo, Maiman ha puntualizado que Schawlow, Townes o Gould no habían construido ningún láser cuando solicitaron sus respectivas patentes, ni lo hicieron tampoco en un futuro inmediato. Por otra parte, transcurridos más de veinte años (a principios de 1981), Gould y un colega suyo construyeron un láser sirviéndose -según Gould- de la información que aparecía en la solicitud de su patente y demás información e instrumentos de dominio público en el momento en que dicha patente fue solicitada en 1959. Apenas había acabado Gould de construir su láser y se disponía a mostrar ante los tribunales cuando surgió una nueva complicación. En el ejemplar de Science correspondiente al 3 de abril de 1981 apareció un informe de un grupo de científicos del Godard Space Flight Center de la NASA, encabezado por Michael Mumma, según el cual habían detectado amplificación láser por bombeo óptico en la atmósfera de Marte. El equipo de Mumma descubrió que la luz del sol produce una inversión de población el dióxido de carbono entre 75 y 90 km. sobre la superficie de Marte, provocando emisión estimulada amplificada -es decir, lo que nosotros denominamos amplificación láser- en la gama infrarroja. La Control Laser Corporation recibió la noticia con verdadero deleite, afirmando que el destello demostraba que la amplificación láser por bombeo óptico era fenómeno natural y por consiguiente no patentable. Las
solicitudes de patente más recientes de Gould están también plagadas de
complejidades. El caso comenzó cuando Refac decidió entablar un juicio
con una pequeña empresa canadiense denominada Lumonics Inc., que se
dedica a la fabricación de sistemas láser para grabar objetos. Entonces,
la General Motors decidió intervenir en defensa Lumonics, y ahora parece
haberse hecho cargo de la defensa del cargo. La GM alega que la patente no
es válida, puesto que no se trata más de una extensión de un arte ya
existente, que se remonta al año 212 A.C., cuando Arquímedes incendió
la armada romana que sitiaba Sisa sirviéndose de una lupa. En esta
situación se dan finalmente dos paradojas. Townes forma parte consejo de
administración de la General Motors, si bien la empresa no tomó parte en
la decisión de intervenir en el pleito. Además fue Townes el primero en
observar en 1973, las emanaciones infrarrojas de la atmósfera de Marte,
que en 1980, el equipo de Mumma demostraría que procedían de amplificación
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