Ciclismo |
Aunque
sin pedales, cadena y manillar, el celerífero puede considerarse el
precursor de la bicicleta. El celerífero pasó a llamarse velocífero y
después velocípedo. Con los velocípedos a cuestas (también de madera e
impulsados directamente con los pies en el suelo) tuvieron lugar las
primeras carreras allá en el año 1800. Unas carreras históricas, pero
que no han dado a la posteridad ningún nombre de vencedor.
Veinte
años más tarde aparecieron los primeros velocípedos a pedales. No
llegaban a un metro de altura, pero pasaban de los treinta kilos de peso.
En
aquella época el británico James Moore lo ganaba prácticamente todo. Es
el Eddy Mercks de la época. Una época en la que los pedales se adhería
directamente a una gigantesca rueda delantera de hasta tres metros de diámetro.
Aparecen los radios y la madera se sustituye por el metal.
El
23 de mayo de 1891 es una fecha histórica para el ciclismo: la primera
Burdeos-París. Se impulsaban por pedales, bielas y cadena adherida a unos
piñones de la rueda trasera. Y en el manillar se habían acoplado los
frenos. Aquello ya se empezó a llamar bicicleta.
Uno
de los colaboradores de Henri Desgrange (recordman de la hora y periodista),
Geo Lefèbvre, le facilita una idea: organizar una gran carrera ciclista
por etapas que dé la vuelta a toda Francia. El 1 de Julio de 1903 nace el
Tour de Francia, la prueba reina del calendario competitivo del ciclismo
profesional en el mundo.
Seis
años después, Italia, que ya contaba con extraordinarias carreras de un
día de duración como la Milán-San Remo y el Giro de Lombardía, conoce
su primer Giro.
En
España, tendríamos que esperar todavía hasta 1935 para que el belga
Gustave Deloor ganara la primera vuelta.
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