Robert Hooke

Nació: 1635

Murió: 1703

Fué: Físico

 

 

Físico inglés, brillante inventor de diversos aparatos y padre de algunas nuevas concepciones que encontraron su desarrollo en los trabajos posteriores de otros científicos

    Nacido en la isla de Wight, Hooke fue acogido por la iglesia y marchó a Oxford como cantante de coro. Sus protectores pensaron que la mala salud que aquejaba al joven no le pronosticaba un buen futuro dentro del ámbito eclesiástico, de modo que Hooke desvió su mirada hacia la ciencia, llegando a ser ayudante de Boyle en su laboratorio de Oxford. Allí fabricó y perfeccionó una bomba para su maestro. Desde su infancia Hooke había revelado ser un ingenioso y experto mecánico.

    En 1660 se trasladó a Londres, donde formó parte del grupo de hombres que fundaron, en 1662, la Royal Society. Fue el administrador de la Sociedad, y una de las tareas correspondientes a su cargo consistía en exponer «tres o cuatro experimentos de interés» en cada una de las reuniones semanales. Posteriormente añadiría a este cargo otros de distinta índole, y uno de ellos, el de supervisor de Londres tras el gran incendio que arrasó la ciudad, le hizo rico. Sin embargo, la Royal Society y el puesto que en ella ocupaba ayudaron a dar forma a la vida de Hooke, quien pronto sería conocido como un experimentador prolífico cuyas ideas solían encontrar su completo examen en los trabajos de otros de sus colegas. De carácter enérgico e inconformista, Hooke se vio envuelto en numerosas disputas sobre cuestiones acerca de la paternidad de algún descubrimiento, en especial con Newton.

    Durante la década de 1660 a 1670 elaboró la ley de Hooke, así denominada en su honor. Según esta ley, y en su formulación actual, supuesto que el límite de elasticidad no puede ser excedido, la deformación de un material es proporcional a la fuerza ejercida sobre él. Hooke no publicó su hallazgo hasta 1676, y entonces lo hizo en la forma de un anagrama escrito en latín. Su formulación inteligible apareció en 1678. Durante la década mencionada más arriba, Hooke había observado también la idoneidad de un muelle en espiral a la hora de regular en los resortes que equilibran el funcionamiento de las ruedas de los relojes, pero Huygens realizó el primer modelo experimental en 1674.

    Le fascinaba la microscopio, y en su obra Micrographia (1665), Hooke describe el uso del microscopio compuesto que él mismo había inventado. Acuñó la palabra «célula» para caracterizar los espacios angulares que había observado en una delgada sección de corcho. Desde entonces, el término ha pasado a denotar las unidades limitadas por una membrana características de plantas y animales. El libro incluye asimismo la idea de que la luz consiste en una serie de ondas, aunque los trabajos más logrados sobre el tema fueron realizados posteriormente por Huygens. También aparece en la Micrographia su teoría acerca de la cornbustión, que es de la suficiente calidad como para afirmar que, si Hooke hubiera continuado con la química, habría descubierto el oxígeno. Durante la década de 1660 a 1670 desarrolló sus teorías sobre la gravedad, al igual que otras muchas, llegando a sugerir, en 1679, que el valor de su fuerza depende de una ley del cuadrado inverso. Tales ideas podrían haber sido de una gran utilidad para Newton. Lo que sí es cierto es que el aparato matemático y el genio de este último lograron elaborar con brillantez el tema de la gravedad, y no dudó en resistirse enérgicamente a las pretensiones de prioridad de Hooke.

    No tuvo rival como constructor de instrumentos y numerosos dispositivos. Entre ellos podemos citar el microscopio, el telescopio y el barómetro, aparatos que Hooke perfeccionó notablemente. Otras de sus invenciones fueron un tambor giratorio para el registro de la presión y la temperatura, y una ensambladura universal. Su contribución a la ciencia es inusual, puesto que ofreció muchas ideas de gran interés y, sin embargo, fueron otros los científicos que ahondaron en ellas y las perfeccionaron. Sin duda los esfuerzos que realizó para transformar la Royal Society en un cuerpo de profesionales más que en un club de virtuosos no fueron superarlos por ningún otro. Hooke gozó de gran respeto durante su época, a pesar de que su carácter, cínico y avaro, no resultara demasiado agradable para quienes lo rodeaban.