Fisica

           

 

 

Sistema Heliocéntrico de Coeérnico

 

En 1543 (el mismo año de su muerte), el clérigo, astrónomo y pensador neoplatónico polaco Nicolas Copernico publica en Nuremberg, impulsado por el jovén científico Georg Von Launchen (Rheticus), su libro De revolutionibus orbium caelestium. Copérnico nació en Thron en el año de 1473, a los 18 años fue a estudiar a la Universidad de Cracovia en donde probablemente se interezó por el estudio de las matemáticas y la astronomía, allí tuvo como maestro al célebre matemático Albert Brudzevsky; frecuentó las universidades más célebres de la época: Bologna, Roma, Padua; en 1536 se traslada a la ciudad de Frauenburg donde ejerció las funciones de canónigo, allí persige el ideal planetario que se había fijado.Sintió una gran admiradción por Ptolomeo y su obra, su objetivo era construir un sistema planetario tan complejo como el mostrado en el Almagesto y encontrar el verdadero orden del universo. El De revolutionibus es el punto de partida de una gran transformación en el pensamiento astronómico y cosmológico. El libro es muy dificil para aquellos lectores poco versados en temas de geometría, matemáticas y astronomía, algunos aspectos del libro primero el cual es una introducción a la obra tal vez podrán ser comprendidos, pero los demas capitulos (libros) solo los descifrarán matemáticos consagrados. A pesar de lo que se puede creer este libro refleja en su contenido muy pocas innovaciones con respecto a las teóricas clásicas; Thomas Kuhn, al respecto nos dice:

           

" La mayor parte de los elementos esenciales que asociamos a revolución copérnicana, a saber, los cálculos fáciles y precisos de las posiciones planetarias, la abolición de los epiciclos y de las excéntricas, la desaparición de las esferas, la idea de un sol semejante a las estrellas y la de un universo infinito en extención, así como muchas otras, no aparecen por parte alguna en la obra de Copérnico. Excepto en lo que se refiere al movimiento terrestre, el De revolutionibus parece desde todos los puntos de vista más estrechamente vinculado a las obras de los astrónomos y cosmólogos de la antigüedad y de la Edad Media que a las generaciones posteriores.  

Fueron estas últimas las que, basándose en los trabajos de Copérnico”, pusieron de manifiesto las radicales consecuencias que derivaban del texto de Copérnico.
El De Revolutionibus fue escrito por Copérnico con el objeto de solucionar el problema de las estrellas errantes o planetas. Este problema originalmente planteado por Ptolomeo en el Almagesto, tuvo una gran cantidad de modificaciones y suposiciones planteadas por matemáticos y astronómos árabes además de europeos. Estos introducieron alrededor de doce variaciones, algunas de ellas por fuera del criterio ptolemáico que dejaron en el ambiente astronómico tan solo equivocos, ambiguedades y razonamientos contradictorios. En el libro primero del De revolutionibus, Copérnico retoma, define y concreta las siguientes afirmaciones:

  • Que el universo es esférico. Sea porque es la figura más perfecta, la que encierra mayor volumen, forma que asumen el Sol y la Luna, una gota de agua, es la forma asignada a los cuerpos divinos.

  • Que la Tierra es también esférica. Desde todos los lados se inclina hacia el centro; para aquellos que desde cualquier punto de la Tierra se dirigen hacia el norte, la estrella polar se eleva gradualmente

  • Como la Tierra, junto con el agua, forma una sola esféra. El volumen del agua debe ser menor que el de la tierra afin de que aquella no la inunde por completo, pues una y otra tienden hacia el mismo centro.

  • Que el movimiento de los cuerpos celestes es uniforme, circular, o compuesto de movimientos circulares, y uniformes. El movimiento (natural) de la esfera es girar en círculos -donde no hay ni principio ni fin-

 

  • Sobre si conviene a la Tierra un movimiento circular y de su posición en el espacio. La revolución diaria parece arrastrar el universo entero a excepción de la Tierra y de las cosas que se hallan en sus proximidades. No obstante, si se admite que la Tierra gira del oeste al este, se observará, al examinar seriamente tal suposición, lo adecuado de la misma. Y puesto que el cielo es el recptáculo de todas las cosas, ¿ por qué no atribuir el movimiento al contenido antes que al continente? Este último fue el punto de vista mantenido por los pitagóricos Heráclides y Ecfanto y, según Cicerón por Hicetas de Siracusa, quienes hacían girar la Tierra en el centro del universo y creían que las estrellas se ponen por interposición de la Tierra y salen una vez ésta ha retrocedido. Admitida la posibilidad de un movimiento de la Tierra se plantea el problema no menos grave de cuál es su posición , aunque hasta ahora casi todo el mundo haya sostenido que ocupa el centro del universo. -De hecho si la Tierra puede moverse en cualquier dirección, quizá goce de algo más que de un simple movimiento axial en torno al centro del universo; tal vez se mueva alejandose por completo de dicho centro, y hay buenas razones astronómicas para suponer que así lo hace- Supongamos que la Tierra no está exactamente en el centro del universo, sino a una distancia del mismo que, si bien pequeña comparada con las dimensiones de la esfera estelar, es considerable y aparente en comparación con las de los orbes del Sol y de los demás planetas, y, además, que las irregularidades aparentes que muestran los movimientos celestes se deben de forma única y exclusiva al hecho de no estar centrados en la Tierra. Bajo tales premisas es muy posible que pudiera aducir una causa razonable para explicar las irregularidades de los movimientos aparentes. En realidad, puesto que los astros errantes varían en su posición con respecto a la Tierra, aproximandose unas veces y alejándose en otras, se deduce necesariamente que ésta no es el centro de sus círculos.

  • Porque los antiguos han creido que la Tierra está inmovil en medio del universo como su centro. Los antiguos filosofos intentaron demostrar por diversos métodos que la Tierra permanece fija en medio del universo. El principal alegato en favor de dicha tesis era la doctrina de la gravedad y la liviandad. Según ésta, la Tierra es el elemento más pesado y todas las cosas pesadas se mueven hacia ella, se precipitan hacia su centro. También intentan probar sus tesis mediante un razonamiento fundado en el movimiento y su naturaleza. Aristóteles afirma que el movimiento de un cuerpo único y simple es simple, que los movimientos simples son circulares o rectilíneos y que estos últimos pueden estar dirigidos hacia arriba o hacia abajo. Ahora bien, caer, es decir, dirigirse hacia el centro, sólo conviene a los pesados como la tierra y el agua. Por el contrario, el aire y el fuego, elementos provistos de liviandad, se elevan, se alejan del centro. Parece conveniente asignar movimiento rectilíneo a los cuatro elementos; por contra, los cuerpos celestes deben girar alrededor del centro.Así dice Aristoteles.

  • Insuficiencia de las razones aducidas y refutación de las mismas. Dicen que fuera del cielo no hay ni cuerpos, ni espacio, ni vacio, ni absolutamente nada y que, por consiguiente, [nada] hay donde el cielo pueda ubicar su expanción; en tal caso, es ciertamente asombroso que alguna cosa pueda ser detenida por nada. Quizá sería más facil comprender que nada hay fuera del cielo, que todo está en su interior, sean cuales sean sus dimensiones, si se admite que el cielo es infinito y sólo está limitado por una concavidad interior; pero en este caso el cielo sería inmovil. Dejemos en manos de los filósofos naturales estas disputas acerca de la finitud o infinitud del mundo. En todo caso lo que sabemos con certeza es que la Tierra entre sus polos, está limitada por una superficie esférica. ¿ Por qué seguir vacilando en atribuirle un movimiento que se avenga con su naturaleza y forma ? ¿ Por qué sacudir violentamente el mundo entero, cuyos límites nos son desconocidos e imposibles de conocer, y no admitir que la realidad de esta revolución cotidiana pertenece a la Tierra, mientras que al cielo le corresponde su apariencia ? No hacerlo es comportarse como Eneas de Virgilio cuando dice: " Salimos del puerto y retroceden tierras y ciudades".Si pueden ser atribuidos varios movimientos a la Tierra, y del centro del mundo. Puesto que nada se opone al movimiento de la Tierra, creo que ahora debemos exáminar si no sería conveniente atribuirle varios de ellos, con lo que quedaría equiparada con un planeta. El desigual movimiento aparente de los planetas y la variación de sus distancias con respecto a la Tierra nos demuestran que ésta no es el centro de todas las revoluciones. Bajo el supuesto de que la Tierra efectúe otros movimientos alrededor de su centro, será necesario que sean de tipo similar a los observados en muchos fenómenos [planetarios] que tengan un periodo anual. Si transferimos el movimiento del Sol a la Tierra, concediendo la inmovilidad al Sol, la salida y puesta de las estrellas fijas, gracias a los que tan pronto amanece como anochese, se mantendrían inalterables, y veriamos que las estaciones, retrogradaciones y progresiones de los planetas tenían su origen no en el movimiento de estos, sino en el de la Tierra. Finalmente, deberemos admitir que el Sol ocupa el centro del mundo. La ley y el orden que hacen derivar unas de otras asi como la armonía existente en el mundo, nos enseñan que tales son las cosas que ocurren en el universo con sólo mirar, por decirlo, con los ojos bien abiertos.

La teoría aceptada en la época de Copérnico fue la geocéntrica de Tolomeo , hipótesis que haciá en extremo laborioso el cómputo de figurasde futuras posociónes de los planetas  . Estas dificultades sugeriéron a Copérnico que tal teoría debía cpntener algún error básico , y en consecuencia leyó numerosas obras griegas que trataban de asuntos de astronomía , con lo que descubrió que ya se había propuesto en la antiguedad de que era el sol, y no la tierra el centro del sistema planetario.