La Infancia y Adolescencia |
Influencias
de la Actividad Educativa
Ya
hemos visto como el niño nace con una gran inmadurez y como, poco a poco,
a través de la intuición y del cuidado de sus padres madura lentamente.
Algunas
madres o sustitutos encargados de la educación ayudan al niño a que se
convierta de una forma natural, en un ser autónomo, al ofrecerle las
posibilidades de que adquiera una experiencia propia. Todo niño pasa, en este
sentido, por una serie de frustaciones que los padres deberán aceptar no
tanto como una finalidad en sí mismas, sino como algo bueno e incluso
necesario en su proceso madurativo.
Sin
embargo, hay padres que, por falta de información o por cuestión de carácter
actúan de forma equívoca con su hijo al prescindir del binomio
satisfacción-frustración. Unas veces pretenderán evitarles todas las
frustaciones; tal es el caso de los padres sobreprotectores, quienes, a
fin de evitar cualquier daño al niño, le previenen insistentemente
frente a cualquier peligro ante de que él mismo haya intentado realizar la
acción, agobiándole y negándole posibilidad alguna de investigación
personal; o bien le esconden cosas reales que el niño debe saber (como
puede ser la muerte de algún ser querido) para que no sufra, hurtándole
así la posibilidad de que elabore un duelo normal, que contribuiría, sin
duda alguna a su maduración.
Otro
caso es el de los padres rígidos, que actúan según lo prescrito por sus
propias convicciones o por los consejos de un manual, olvidando las
concretas necesidades de su hijo. Pensemos en aquellas madres que
alimentan a sus bebés a horario fijo sin tener en cuenta si el niño tiene
o no hambre; o bien, en la falta de
Se
han expuesto a si dos actitudes educativas bien diferenciadas cuyo
resultado serán individuos que diferirán en la forma de abordar los
conflictos que enfrenten en su adolescencia. Acostumbra ser difícil que los
padres acepten que un fallo (como puede ser el rechazo, o la rigidez, o la
sobreprotección de la madre) sea tan importante como para que el Yo del niño
se retrase en su desarrollo.
No
cabe pensar en una educación perfecta ni en que ésta sea capaz de formar
al hombre o a la mujer ideal, pero, según las metas educativas que se
propongan, se contribuirá en gran parte a formar la personaidad del futuro
adulto y a configurar las expectativas de que dispondrá ante el mundo que
lo rodea.
El
concepto de educación y las consiguientes propuestas educativas conllevan
distintos métodos a la hora de alcanzar tales ideales; por esta razón,
las grandes diferencias entre los varios sistemas educativos han de
conformar necesariamente personalidades distintas y formas diferentes de
vivir y de enfrentarse con el mundo externo.
A
continuación, se verán brevemente tres de los más importantes métodos
educativos a fin de que cada cual pueda reflexionar sobre el que considera
más acertado para poder criar adecuadamente a un niño, claro que ninguno
es infalible.
Método autoritario: Las
personas autoritaria intentan conseguir sus objetivos imponiendo sus
criiterios mediante presiones y tratando a sus hijos como seres sin
discernimiento; de este modo les frustran, en todo momento cualquier
intento de resolución personal de sus propios problemas. La obediencia, la
disciplina y el orden rigen, así, las relaciones familiares. El niño
educado autoritariamente será muy dependiente, ya que se le ha
acostumbra a ver todas sus dificultades
aparentemente resueltas, mediante la censura de toda iniciativa particular.
Al mismo tiempo, sus deseos han sido sopesados de acuerdo con el modelo
paterno, sin tenerle en cuenta como persona capaz de pensar y de desear, dotada de un mundo propio que no coincide, la
mayoría de las veces, con el de los adultos. Convertido en adolescente un
niño semejante tiene dos posibilidades. Una de ellas es rebelarse contra
toda autoridad, pudiendo llegar a conductas antisociales pues vivirá el
mundo como algo hostíl y represor de todos sus deseos; por consiguiente,
buscará satisfacción en pequeños grupos marginados que no le servirán, en
general, para modificar su visión infantil y crecer afectivamente. La
otra postura puede consistir en adaptarse, a falta de criterio propio, a
las normas paternas. El miedo a la autoridad predomina en este caso: toda
ley es norma. El muchacho no podrá conseguir una independencia, ya que
pensar y decidir por cuenta propia es vivido como algo malo, que no puede
alcanzarse porque siempre ha estado vetado. Llevarlo a cabo significaría
el derrumbe ante el consiguiente enfrentamiento con la autoridad, a lo que
el chico no se atreve. Este tipo de personalidad remite a los "Adultos-
Infantiles", que se conforman con todo y carecen de iniciativa.
Análogamente, pueden identificarse con el propio autoritarismo, y
convertirse, con una rigidez extrema (incluso más que los propios padres),
en autoritarios acérrimos, desconocedores del significado de la palabra
tolerancia y del cambio de ideas. En este segundo tipo, el autoritarismo
funcionaría como defensa ante la propia fragilidad e inseguridad.
Método antiautoritario:
Este método, contrario al primero, procura evitar todo tipo de
presión. Deja al niño con entera libertad para que sea él quien decida
sus cosas con un temprano espíritu crítico, con lo cual la adaptacion,
la tolerancia y la ambición se consideran negativas y se intenta reprimirlas. No existen modelos
paternos ni normas, y el niño debe probar y aprender de sus éxitos y de
sus fracasos, fruto de las decisiones que toma según su propio criterio. Este niño crecerá, y llegará a la
adolescencia, sin ningún modelo de identificación, carente de unas
normas mínimas e interiorizadas para enfrentarse al mundo que lo rodea. Así por ejemplo, se puede considerar
que el espíritu competitivo es algo negativo, pero conviene saber que
nuestra sociedad se basa fundamentalmente en él, y, por tanto, hay que preparar al niño para que
sepa reaccionar o para que disponga de valores y criterios con que
poder enfrentarlo. El adolescente que no ha sido ayudado en el plano afectivo a valorar y conocer los
diferentes aspectos sociales y humanos, puede actuar con tal ingeniudad
que no recibiria mas que desilusiones y frustaciones, al comprobar que las cosas no son tal como
se las había imaginado; por otra parte, la inexistencia de unos
modelos de identificacion y de uns valores en que ampararse puede convertirle en un inadaptado. Por este
motivo, tendra que recurrir a pequeñas comunidades en las que pueda
seguir, en mayor o menor grado, el ritmo de vida que le apetezca, desplazando su frustracion social y
sintiendose perpetuamente incomprendido.
Método democratico: Este tipo de educacion
pretende encontrar el termino medio entre los 2 anteriormente citados. El niño recibe la libertad y
autodeterminacion que
necesita en las distintas fases de su desarrollo y, por otra parte, no se le niega
la necesaria seguridad proveniente del apoyo, aunque ello pueda implicar, a
veces ciertas limitaciones. Este método renuncia a toda violencia tanto fisica como siquica ( al contrario de la
educacion autoritaria), rigiendose por las tres necesidades
básicas del niño: seguridad, amor y aceptación. Procura evitar en lo posible, al mismo tiempo, crear
temores en el y educarlo con excesivas imposiciones. Finalmente, trata de
comprender las necesidades individuales y de cada momento, y, sobre todo, acepta el niño, de buen principio,
como una persona que necesita ayuda (no abandonandolo a su suerte,
como el caso del antiautoritarismo). EL niño que ha recibido esta educacion tendra, al acceder a la
adolescencia, los conflictos propos de la edad, los cuales le crearan
las mismas dudas y temores que a los demás, pero, al mismo tiempo, poseera en su interior la confianza y la
seguridad de que no esta solo y podrá buscar en los demás el apoyo
que necesita. Del mismo modo, será capaz de pensar y decidir, pues ya esta acostumbrado a hacerlo, y,
asimismo, podrá soportar mejor las frustaciones y elaborarlas porque
su confianza original ha sido suficientemente estimulada para no hacerle desesperar ante cualquier
adversidad. Cuando
la relación entre los padres no es buena, se cran unas tensiones en la
familia que perturban el equilibrio de todos sus componentes. En estas
familias, los hijos sirven, por un lado, para aliviar la frustacion
generada por el matrimonio, y por el otro lado, se convierten los
receptores de los conflictos que los padres puedan proyectar y revivir, lo
que les lleva a ser manipulados en pro de uno y en prejuicio de otro. |