La cebra

 

Se conocen con el nombre de cebras varias especies de équidos distribuidas en las regiones africanas sudorientales, que se distinguen por su pelaje de fondo claro surcado por rayas negras.

Las diversas especies se distinguen por el número, las dimensiones y la situación de dichas rayas, pero no siempre es fácil establecer esa distinción.

Llevan vida social y suelen reunirse en grupos que a veces llegan a ser muy numerosos.

En ciertas ocasiones permiten a otros animales unirse a su grupo, por ejemplo a los avestruces, grullas y búfalos.

Pero, son los avestruces los compañeros más fieles de estos équidos salvajes, los cuales saben que obtienen grandes ventajas de la vigilancia y de la innata prudencia de aquellas gigantescas aves.

Casi siempre se les encuentra en la estepa abierta; de día descansan entre arbolados claros, protegiéndose del sol y de los tábanos. Las parejas en celo suelen estar juntas.

En cuanto se inicia el crepúsculo, los grupos vuelven a la estepa, formando largas filas, y por la noche van a abrevar, guiadas por un experto semental.

Los grupos de cebras cuentan siempre con muchas garcillas bueyeras, búfalos y antílopes que montan guardia, pues las cebras son poco prudentes.

En cuanto a su alimentación, las cebras no son muy exigentes.

En las regiones donde viven habitualmente encuentran el necesario alimento, pero no siempre abundante; si la comida empieza a escasear en una zona determinada se trasladan a lugares más propicios; emprenden migraciones periódicas en cuanto la sequía acaba con todo el verdor de las llanuras subdesérticas que constituyen sus zonas de residencia preferidas.

Su carácter se distingue por un infinito amor por la libertad, un innato salvajismo, la malicia y el valor; luchan valientemente, a mordiscos y a coces, contra las fieras que las atacan, hasta el punto de que las hienas prefieren dejarlas en paz.

Probablemente sólo el león es capaz de abatir una cebra, puesto que incluso el audaz leopardo sólo se atreve con los individuos más débiles.

Por lo tanto, el peor enemigo de la cebra es el hombre, al que estimulan las dificultades que presenta la caza de este animal y la belleza de su piel.

En realidad, los équidos en estado salvaje están desapareciendo más o menos rápidamente en todos los lugares del mundo, pese a la conservación del medio en que habitan y a otras circunstancias desfavorables para ellos.

En su aspecto exterior la cebra de Burchell recuerda mucho más al caballo que cualquiera de sus afines. Tiene el cuerpo redondeado, el lomo poco arqueado, pies robustos, crin erecta, cola larga y cubierta casi totalmente de pelos y orejas estrechas y de mediana longitud. El pelo, blando y liso, es amarillento en su parte superior y blanco en la inferior. A lo largo del espinazo ostenta una franja negra bordeada de blanco y por todo el cuerpo presenta gran cantidad de rayas negras intercaladas con otras castañas; las patas, por regla general, son uniformemente blancas y casi totalmente desprovistas de listas. Esta cebra vive en las llanuras situadas al norte de los ríos Orange y Vaal. Actualmente su número es muy reducido y su forma típica se ha extinguido. Las costumbres de las cebras de Burchell son semejantes a las de las demás formas afines.

La cebra de Grévy, también llamada cebra real, es sin duda la más hermosa entre todas ellas por la armonía de su cuerpo y la gracia de su porte. Con una alzada en la cruz de poco más de 1,50 m tiene una longitud de unos 2,50 m; presenta un color de fondo muy claro y bellísimo, de un delicado gamuza rosado, sobre el que destacan las rayas negras, de unos 3 cm de anchura en el tronco y de unos 8 en el cuello. Las patas están finamente listadas hasta casi la pezuña, y el vientre es blanco, sin rayas, y el hocico negro. Además de estas características, la cebra real se reconoce porque sus rayas son más estrechas y numerosas que las de cualquier otra especie. Vive en Africa oriental, ocupando las zonas más septentrionales del área total de dispersión de las cebras. Este animal es muy aficionado al agua, por lo que muy a menudo se le encuentra, en pequeños grupos, cerca de ríos y lagunas, especialmente durante la estación seca.

La cebra de Grant es más abundante que las otras especies. Vive en la parte oriental de Africa ecuatorial; es de porte caballuno, con el cuerpo macizo y las rayas más anchas y menos numerosas que las de la cebra de Grévy. Las zonas claras predominan sobre las oscuras y el color de fondo es blancuzco o isabelino. Otras de sus características son el hocico bastante corto y el cuello esbelto.

El cuaga, en otros tiempos muy abundante en Africa, está extinguido en la actualidad. La característica más destacada de esta cebra era su coloración, pues las habituales rayas oscuras se limitaban a la parte anterior del cuerpo. El macho adulto alcanzaba una longitud de casi 2 m, más 60 cm de cola; la alzada era, aproximadamente, de 1,30 m. Este animal vivía en las altiplanicies de Africa austral, al sur del río Orange y al este del río Key; era, entre todas las cebras, la que habitaba las regiones más meridionales. Fue haciéndose cada vez más escaso en la primera mitad del siglo pasado a consecuencia de la intensa caza de que era objeto y, probablemente, también a causa de enfermedades. El último individuo en libertad fue muerto en Aberdeen en 1858, y el último en cautividad murió en Amsterdam en 1883. Varios museos conservan, en total, una veintena de ejemplares disecados de este animal, uno de ellos en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.