La Iguana de Mona (Cyclura cornuta stejnegeri) es otra especie de nuestra fauna en peligro de extinción que ha sido olvidada por muchos de nosotros y sobre todo olvidada y abandonada por las agencias del gobierno que tienen la responsabilidad de protegerla.
Cuando alguien observa por primera vez a esta especie generalmente queda impresionado por su tamaño y apariencia prehistórica. A primera instancia uno podría llegar a pensar que es un animal peligroso y agresivo pero sólo basta con observarlo un poco para darse cuenta que es un inofensivo reptil que se alimenta de hojas, flores y frutas. Puede llegar a medir de tres a cuatro pies de largo, siendo el más grande de los reptiles de Puerto Rico y el elemento más espectacular de nuestra fauna. Su color es generalmente gris obscuro o gris verdoso y se distingue de otras iguanas de este género por poseer un pequeño cuerno en el hocico, por esto el nombre de la especie cornuta.
Casi toda la información que existe al momento sobre este espectacular lagarto se la debemos a un investigador norteamericano, el Dr. Tom Wiewant que hizo una disertación doctoral sobre esta especie. Por tres años vivió en Mona y estudió cuidadosamente este reptil para llegar a terminar su disertación sobre la ecología, reproducción y manejo de la Iguana de Mona. Su investigación se llevó a cabo de 1972 a 1974 y se publicó en el 1977. De esta publicación es de donde proviene casi toda la información que se brinda en este ensayo. El Dr. Wiewant describe en su disertación una especie que posee todas las características de una especie que se encuentra en serios poblemas de supervivencia. Estas características son las siguientes: pocos individuos, un gran número de adultos en edades post-reproductivas, pocos juveniles, un largo lapso de tiempo entre generaciones, las hembras se reproducen una sola vez al año, el tamaño de las camadas es pequeño y los juveniles son de crecimiento lento y maduración tardía. Hoy día, todas estas características, continúan siendo ciertas, pero seguramente la población aún sea menor. En los últimos cinco años que he viajado a la Isla de Mona en compañía de mis estudiantes, hemos notado una reducción en los individuos avistados y casi una total ausencia de juveniles.
La baja densidad poblacional y la inadecuada representación de juveniles en la población se puede explicar como consecuencia de los efectos combinados de la depredación de parte de especies introducidas (mamíferos) y por el disturbio y alteración a través de la historia de los pocos lugares apropiados en la Isla de Mona para el anidaje de la especie. Menos de 4% de la superficie total de la Isla de Mona es apropiada para esta actividad. Desde los tiempos de nuestros indios, hasta hoy día, el hombre ha concentrado sus actividades en La Mona a las terrazas costeras y a las bajuras en el interior de la Isla, que es precisamente a donde las iguanas emigran para anidar. La zona que comprende desde Sardinera hasta el aeropuerto solía ser el área de mayor tamaño utilizada por las iguanas para anidar. Esta zona fue alterada en la década de los 30 y hoy día es un bosque de pino australiano y caoba. La mera presencia de un hombre en la región donde una hembra se propone anidar puede ser suficiente para que la hembra abandone esa actividad o el nido con huevos si es que ya los ha puesto. La Iguana de Mona al igual que las otras especies de este género ponen sus huevos en el suelo en nidos subterraneos que ellas mismas escavan. El peso de un hombre, cerdo o cabro sobre un nido puede causar que el terreno ceda, atrapando así a los huevos y evitando que se desarrollen. Por consiguiente, está de nuestra parte ser cuidadosos con nuestras actividades en La Mona y así evitar hacer más daños a la población de este espectacular reptil.
La otra razón por la cual la Iguana de Mona se encuentra en una situación tan delicada es la competencia y depredación por parte de los mamíferos introducidos en esa isla. Entre las especies nativas de la Isla de Mona no existe ni ha existido ningún depredador o competidor que ofrezca gran riesgo a la población de la iguana. Desafortunadamente este no es el caso de las especies introducidas. De las nueve especies de mamíferos introducidos y establecidos en La Mona, cuatro ya han desaparecido: los burros, los conejos, el ganado, y los perros. De las restantes cinco especies, dos (las ratas y los ratones) no ofrecen un peligro mayor a la iguana. Las otras tres especies: los gatos, los cabros y los cerdos son abundantes hoy día y sus efectos devastadores sobre la flora y fauna de La Mona son evidentes.
Los gatos han estado en La Mona desde 1898. Aunque no hay evidencia de depredación de juveniles por parte de los gatos se estima que estos ágiles cazadores capturen juveniles de iguana menores de tres años. Es precisamente a los gatos y perros que se les atribuye la práctica desaparición de la Cyclura carinata de Cayo de Pino (en las Islas Caicos) en el 1976. En el 1974 se hizo un estudio del contenido estomacal de 8 gatos de La Mona y se encontró en un adulto macho tres especies diferentes de lagartos y una especie de culebra (una Ameiva, una Mabuya, un Anolis y una Alsophis). Esto da una idea bastante exacta de la habilidad de este depredador.
Los cerdos (Sus scrofa) han estado presentes en La Mona desde hace 400 años. Los cerdos hozan prácticamente en cualquier lugar donde encuentren tierra y se ha demostrado en todos los lugares donde se han estudiado (Islas Galápagos, Hawaii, Nueva Zelandia y Estados Unidos) que son destructivos a las comunidades de plantas. En el suroeste de La Mona, los cerdos destruyeron el 5% del número total de nidos en el l972, del 65% al 100% en el l973 y del 25% al 55% en el l974. Además existe evidencia reciente que documenta lo dañino que son los cerdos a las poblaciones de tortugas marinas que anidan en la Isla de Mona.
Las cabras (Cabra hircus) han vivido en La Mona desde los últimos l20 años. Según Wiewant, las dietas de la Iguana de La Mona y la de las cabras se sobreponen considerablemente, ya que el 53% de las especies de plantas que consumen las cabras, también las consumen las iguanas. Ambas especies son herbívoras pero la diferencia es que la Iguana de Mona por sus hábitos alimenticios ayuda a la propagación de las plantas de las cuales se alimenta ya que come sus hojas, flores y frutas. Sin embargo las cabras al ramonear sobre la vegetación, destruyen la planta, ya que además de comer sus hojas, flores y frutas, también comen sus tallos, corteza y raíces. En las bajuras de la Isla, según Wiewant, ninguna de las especies con frutas de valor para la iguana se propagan exitósamente por causa de las cabras. Es obvia entonces la necesidad de controlar las poblaciones de cerdos y cabros en la Isla de Mona. El mismo Departamento de Recursos Naturales lo reconoce así en sus informes internos. Lamentablemente el único control que se ha implementado es la caceria deportiva. La caceria deportiva ha resultado ser un control no efectivo además de ser extremadamente problemática y controversial por razones de seguridad para la flora y fauna de la Isla como también para los humanos.
En el pasado la población de cabras en La Mona, siempre se había mantenido baja, debido a los cazadores mineros y otros pobladores de la Isla. Actualmente la población alcanza proporciones alarmantes, ya que en los últimos años la cacería sólo ha hecho mermar la población anualmente en menos de un l0%. Esto demuestra que la cacería deportiva no es un mecanismo efectivo para controlar la población de cerdos y cabros en la Isla de Mona. La mejor manera de controlar las poblaciones de cerdos y cabros y al mismo tiempo garantizar la protección de la fauna y flora es contratando un pequeño grupo de cazadores profesionales que se encargen varias veces al año de reducir las poblaciones de los mamíferos introducidos. Lo más problemático y controvercial sobre la cacería deportiva es que es una actividad que no es compatible con la protección de especies en peligro de extinción. No es razonable ni mucho menos lógico que el Departamento de Recursos Naturales alegue que está protegiendo nuestra flora y nuestra fauna y por otro lado fomente la cacería deportiva en lugares donde existen especies en peligro de extinción. La Isla de Mona es reconocida por agencias estatales y federales como habitat crítico de la Iguana de Mona, la Boa de Mona y la Mariquita de Puerto Rico, tres especies vulnerables o en peligro de extinción. La Isla también es reconocida como un lugar de importancia para la reproducción de tres especies de tortugas marinas que se encuentran en peligro de extinción. Al mismo tiempo el Departamento de Recursos Naturales permite que 75 cazadores cada uno armado con dos escopetas y acompañado por un ayudante caminen libremente por la isla en busca de presa. Examinemos este cuadro otra vez, 75 cazadores, 75 ayudantes, 150 escopetas y seis especies amenazadas o en peligro de extinción en una misma isla de sólo 14,043 cuerdas.
Es importante destacar que según informes del Departamento de Recursos Naturales la cacería deportiva no es un método efectivo de controlar la población de cerdos y cabros en la Isla de Mona. El único beneficio que brinda esta actividad es ofrecerle al 9 % de los cazadores de Puerto Rico la oportunidad de caza mayor. Este es el único beneficio y debe ser comparado contra los riesgos y daños que pueda causar. Uno de los objetivos principales y razones para que exista un Departamento de Recursos Naturales es la protección de especies en peligro de extinción. Ya es hora que el Departamento establezca una lista de prioridades y decida que actividad es más importante: satisfacer la "necesidades" de un pequeño grupo de cazadores o la protección de nuestra fauna y flora.
El futuro de la Iguana de Mona es poco alentador. La iguana de Mona debe ser protegida sabiamente. Para hacer esto posible, la especie debe ser estudiada científicamente, se debe implementar un plan de manejo, y se debe desarrollar un programa de educación ambiental. Las agencias de gobierno encargadas de su protección no deben seguir jugando a proteger especies en peligro de extinción sino que deben hacerlo, y hacerlo sabiamente. De esto depende el futuro de este majestuoso reptil. En mi opinión el asunto se reduce a lo siguiente: la Iguana de Mona debe ser protegida eficientemente o podria desaparecer tal como sucedió con la Iguana de Puerto Rico (Cyclura pinguis).